EDUCACIÓN SUPERIOR EN COLOMBIA

La preocupación por la calidad, eficiencia, productividad y competitividad, que existe hoy en día al interior de las universidades, tanto en el ámbito mundial como local, es el resultado de cambios internos y externos que las han afectado. Muestra de ello se vive en Colombia y Panamá, países que tienen muchas similitudes en el desarrollo del proceso de la Educación Superior, partiendo que sus gobiernos no tienen el compromiso firme de incluir en sus programas, la educación superior, ni estrategias que conlleven a salir adelante a las instituciones educativas; es así como las universidades se convierten en establecimientos transformadores de una sociedad que requiere de más tecnología, investigación científica y humanística, para que el progreso de las regiones sean más efectivas y ágiles. Pero esta Restricción de los diferentes mecanismos de superación y en especial de asignación de recursos económicos, está perjudicando notoriamente la educación superior, porque está demostrado que uno de los factores más determinantes del crecimiento económico de los países es la incorporación del conocimiento científico y tecnológico a la producción en forma de innovación, el cual se logra cuando hay una verdadera educación, capaz de contribuir con el desarrollo de los pueblos.

El problema se está presentando, porque las ideas políticas están enmarcadas en el proceso de privatización, ya que los gobiernos de estos países no pueden ser autónomos, copiando modelos de otras naciones, tal es el caso de Colombia que a modo de réplica de la experiencia chilena de la reforma de 1981, en la que se diversificó la oferta de educación superior y se abrió la posibilidad de que diversos establecimientos de sectores privados ofrecieran modalidades diversas de Educación Superior, al tiempo que el Estado reducía la financiación de instituciones públicas, se produjo una aplicación extensiva de esa experiencia a otros países de América Latina, esto es lo que está perjudicando la educación superior, la cual quiere implementar estrategias amañadas de evaluación, que lo único que hacen es corromper aún más el sistema político de los pueblos, con la instauración de sistemas de evaluación de la educación superior, las cuales no contribuyen a solucionar las problemáticas que se presentan en el sistema educativo; una de las soluciones podría ser, inyectando más recursos, ofreciendo más y mejores oportunidades de trabajo pedagógico, capacitaciones gratuitas a los trabajadores del estado, entre otros beneficios para que estudiantes y trabajadores de la educación, para que puedan surgir en una sociedad agobiada y dolida por la corrupción y el monopolio capitalista, solo así se podrán ofrecer las cuatro políticas fundamentales que tanto se hablan y se publican en los planes de gobierno: “cobertura, calidad, pertinencia y eficiencia”; principios que no se obtienen por falta de compromiso de los dirigentes de las naciones. La cultura de la mal llamada evaluación, está perjudicando la educación porque se está pasando por alto muchos aspectos de la vida humana, tales como los principios y valores. La evaluación cobró este sentido al relacionarse con los procesos de asignación presupuestaria en sus diferentes niveles. Tal situación por las exigencias de globalización y el compromiso de los ejecutivos ante el Banco internacional, el desarrollo económico y social experimentado por los países,así como la creciente y dinámica globalización de los mercados mundiales, los cuales permiten el libre intercambio comercial y cultural, obligando a que cada individuo sea cada vez más eficaz y eficiente, a objeto de competir al más alto nivel de productividad y calidad. Son estos desafíos para las instituciones de Educación Superior, el de enfrentar un mundo en el cual los sistemas productivos están en permanente transformación que conlleva a que los pueblos marginados sigan en su estado y los ricos adquieran más poder, esta es la triste y cruel realidad, ya los derechos de los hombres como el de la salud y la educación han pasado a un segundo plano, desconociendo por completo la integridad social. Dichos servicios públicos que pueden ser ofrecidos por el Estado como por particulares, y que para el caso de la educación superior, se han definido varios tipos de Instituciones según su naturaleza y objetivos (Instituciones Técnicas Profesionales, Instituciones Tecnológicas, Instituciones Universitarias y Universidades), donde el Estado garantiza la calidad del servicio educativo a través de la práctica de la suprema inspección y vigilancia de la Educación Superior, y precisamente el organismo encargado de estudiar el cumplimiento de condiciones mínimas de calidad y dar su concepto ante el Ministerio de Educación para el otorgamiento del Registro Calificado de los programas, que para el caso de Colombia es el Sistema Nacional de Acreditación del cual hace parte el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) creado por la Ley 30 de 1992 el cual tiene la responsabilidad de dar fe pública de los altos niveles de calidad de las instituciones de educación superior y sus programas académicos, de igual manera el reconocimiento de las instituciones superiores y la vigilancia de la calidad de los programas académicos que desarrollan las instituciones de educación superior, son realizados por el Ministerio de Educación Nacional a través del ICFES y previo concepto del CESU (Consejo Nacional de Educación Superior), mediante un proceso de acreditación en el cual la institución demuestre tener experiencia en investigación científica de alto nivel y programas académicos y en Ciencias Básicas que los apoyen, tal situación es similar para la república de Panamá en donde la Ley 30 del 20 de julio de 2006 y los decretos de implementación 511 del 5 de julio de 2010 y el decreto modificatorio 176 del 30 de marzo del 2011 que regulan el sistema nacional de educación superior de Panamá a través de la creación del Sistema Nacional de Evaluación de la educación superior y se crean entre otros entes, la Comisión Técnica de Fiscalización y la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación de la educación superior de Panamá (CONEAUPA). Para evaluar el sistema hay SI se tiene un estado responsable, como La incorporación de estándares de calidad como punto de referencia para valorar el desempeño institucional; pero para invertir en las instituciones NO, dejando a un lado el avance en la articulación del sistema educativo con las exigencias que hace LA SOCIEDAD. Y la población marginada y/o rural queda en manos de la denominada por mi “Universidad de los pobres” el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), ofertando, cursos cortos y carreras técnicas y tecnológicas, con la única y enorme diferencia que los títulos aquí expedidos no son certificados, ni avalados por la educación formal.

Finalmente se puede afirmar que el Sistema Panameño es relativamente Joven, que ha mejorado en algunos aspectos, pero que sufre muchas de las situaciones que presentan la mayoría de países de latinoamerica, como es el trato marginal a la investigación, pese a que ésta es considerada una de sus funciones primordiales. Los productos de la investigación son escasos y las universidades están aplicando insuficientemente su enorme potencial científico y tecnológico, otra situación no menos importante que la anterior es que, las universidades tienen poca relación con los sectores productivos y las políticas gubernamentales; pero se observa con beneplácito otras ventajas, una de ellas es que las instituciones de educación superior, sobre todo las universidades, han concentrado sus esfuerzos y recursos en las actividades de docencia. Asignando capacitación a los educadores, porque el conocimiento y la innovación tecnológica aparecen como elementos definitorios del desarrollo humano de la población, de la configuración de una nueva sociedad y de la participación exitosa del país en un mundo cada vez más globalizado y competitivo.

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