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El análisis de la obra de teatro "El Censo" dramaturgo mexicano Emilio Carballido


Enviado por   •  2 de Junio de 2013  •  Resúmenes  •  2.597 Palabras (11 Páginas)  •  1.306 Visitas

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El censo es una obra de teatro, escrita en 1977 por el dramaturgo mexicano Emilio Carballido. Es una comedia en la cual intervienen seis personajes:

Herlinda

Dora

Concha

Remedios

El Empadronador

Paco

Una vivienda en el rumbo de la Lagunilla, en 1945. Dora es gorda y Herlinda Flaca. Concha está rapada y trae un pañuelo cubriéndole el cuero cabelludo. El empadronador es flaco y usa lentes; tiene cara y maneras de estudiante genial. Habitación de una vivienda pobre, convertida en taller de costura. Es también recámara. Tiene una cama de latón al fondo, muy dorada y muy desvencijada, con colcha tejida y cojines bordados.

Un altarcito sobre ella, con veladoras y virgen de Guadalupe. Cuatro máquinas de coser. Ropero con lunas baratas, que deforman al que se mire en ellas. El reloj (grande, de doble alarma) está en el buró.

Remedios está probándose un vestido. Es una señora generosamente desproporcionada por delante y por detrás. Dora la ayuda; Herlinda corta telas ¡sobre la cama! Concha cose en una de las máquinas. La ropa anteriormente usada por doña Remedios cuelga de una silla.

Remedios: Pues...Me veo un poco buchona ¿no?

Dora: (Angustiada) No. Doña Remedios. Le queda muy bien, muy elegante.

Herlinda: Ese espejo deforma mucho. Tenemos que comprar otro.

Remedios: ¿No se me respinga de atrás?

Concha: Sí.

Remedios: ¿Verdad?

Herlinda: No se le respinga nada. Esta Concha no sabe nada de modas.

Remedios: Pues yo me veo un respingo...

(Herlinda va y le da un feroz tirón a la falda hacia abajo)

Herlinda: Ahora sí. Muy bonito. Realmente nos quedó muy bonito.

Dora: Es un modelo francés. (Tocan el timbre. Dora va a abrir.)

Remedios: Pues creo que sí está bien. ¿Cuánto falta darles?

Herlinda: Doce pesos.

Remedios: Me lo voy a llevar puesto.

(Vuelve Dora, aterrada)

Dora: ¡Ahí está un hombre del gobierno!

Herlinda: ¿Qué quiere?

Dora: No sé.

Herlinda: Pues pregúntale.

Dora: ¿Le pregunto?

Herlinda: Claro.

(Sale Dora.)

Herlinda: ¿Cuándo se manda hacer otro?

Remedios: Pues anda pobre la patria. A ver.

Herlinda: Doña Remedios, nos llegaron unas telas preciosas. No tiene usted idea.

Remedios: ¿Si?

Herlinda: Preciosas. Hay un brocado amarillo... (Abre el ropero.) Mire, palpe. Pura seda.

Remedios: Ay, qué chula está. ¿Y es guinda?

Herlinda: Es charmés de seda. Me las trajeron de Estados Unidos. A nadie se las he enseñado todavía.

(Concha dice por señas que no es cierto: “Qué va, son de aquí.” Remedios la ve, sorprendidísima.)

Remedios: ¿De Estados Unidos?

(Concha insiste: “No, no de aquí”.)

Herlinda: Sí. Me las trae un sobrino, de contrabando.

(Entra Dora, enloquecida)

Dora: ¡Que lo manda la Secretaría de Economía, y ya averiguó que cosemos! ¡Esconde esas telas!

Herlinda: ¡Cómo!

Dora: Trae muchos papeles.

Remedios: ¡Papeles! Ay, les viene encima. ¿Ustedes no están registradas?

Dora: ¿En dónde? Ah, no, doña Remedios, figúrese.

Herlinda: (Codazo.) Claro que sí, sólo que Dora no sabe nada, siempre está en la luna.

Dora: Ah, sí, sí estamos.

Remedios: Leí que ahora se han vuelto muy estrictos. Pobres de ustedes. Ya me voy, no me vayan a comprometer en algo. Adiós ¿eh? ¡Qué multota se les espera!

(Sale. Se lleva su otro vestido al brazo.)

Herlinda: Qué tienes que informarle a esta mujer

Dora: Virgen, qué hacemos.

Herlinda: ¿Lo dejaste allá afuera?

Dora: Sí, pero le cerré la puerta.

Herlinda: Tú eres nuestra sobrina, ¿lo oyes?

Concha: Yo no, qué.

Herlinda: Las groserías para después. Tú eres nuestra sobrina, y aquí no hacemos más ropa que la nuestra...

Dora: ¿Y el letrero de la calle?

Herlinda: ... Y la de nuestras amistades. Y ya.

Dora: Ay, yo no creo que...

Herlinda: ¡Esconde ese vestido!

(El de la cama.)

(Toquidos en la puerta.)

El Empadronador: (Fuera.) ¿Se puede?

Dora: (Grita casi.) ¡Ya se metió!

(Y se deja caer en una silla.)

(Herlinda duda un instante. Abre.)

Herlinda: (Enérgica.) ¿Qué se le ofrece, señor?

...

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