KURDISTÁN: LA ÚLTIMA FRONTERA FRENTE AL EXTREMISMO ISLÁMICO.

MEDIO ORIENTE

KURDISTÁN: LA ÚLTIMA FRONTERA FRENTE AL EXTREMISMO ISLÁMICO.

Una crónica sobre la marcha porteña que la comunidad kurda y partidos de izquierda realizaron a favor de los defensores de Kobane en Siria.

Avenida Lacroze y Cabildo. En pleno barrio de Belgrano y bajo un fuerte sol se vislumbra un conflicto en ciernes. Un grupo de personas se juntó en una esquina, están enojados y a su alrededor empiezan a llegar efectivos de la Policía Federal. La gente que pasa por ahí se pregunta que es lo que quieren. Algunos del grupo de indignados están vestidos de manera exótica, entonan aguerridas canciones y en medio de la manifestación comienzan a enarbolar banderas que la mayoría de los porteños no sabría identificar. Son alrededor de 40 personas y tienen una consigna muy clara. LIBERTAD PARA EL KURDISTÁN. Es la misma consigna que a más de 12 mil kilómetros de distancia proclaman los defensores de Kobane, una ciudad en el norte de Siria que es la frontera que separa, de un lado a los terroristas del Estado Islámico (EI) y del otro a la comunidad kurda que vive en la frontera con Turquía, país con el que están históricamente enfrentados. La pequeña manifestación, compuesta por militantes de izquierda argentinos y miembros de la comunidad kurda en el exilio, se concentró en ese lugar para realizar un breve acto de repudio frente a la Embajada de Turquía. El pueblo kurdo, un grupo étnico de más de 30 millones de personas vive en lo que se conoce como el Kurdistán, un región que se encuentra enclavada en medio de 4 estados: Turquía, Irak, Siria e Irán.

“El principal conflicto de la región es que desde su fundación, Turquía se niega a reconocer el derecho del pueblo kurdo a existir, obligándolos a integrarse a la sociedad turca y ahora se suma el problema de los fundamentalistas islámicos” explica en un inglés con acento británico Gran Ozkam, un sociólogo kurdo de 28 años recibido en Londres que vino a Buenos Aires a realizar una maestría. Vestido con una camisa a cuadros y unos pantalones de vestir, anteojos Dolce Gabanna y una gran cámara de fotos con la que registra los sucesos. Cualquiera que pase lo confundiría con un turista, pero Gran llegó a la manifestación a través de un grupo de militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PPK), la guerrilla socialista que controla Kobane y que están empezando a desarrollar actividades en la Argentina. Este movimiento político comunista y laico es un importante articulador de la diáspora kurda.

El PKK, fundado en 1978 por Abdulá Ocalan, desde 1999 preso en una base militar turca acusado de terrorismo, logró destacarse del resto de las fuerzas del nacionalismo kurdo debido a que siempre evito sectarismos de tipo religioso y basó su modelo económico, político y cultural respetando las costumbres de los habitantes. Un modelo socialista comunitario llamado “Confederalismo democrático” que no plantea el separatismo ya que creen que eso ayudaría a dividir aún más a los pueblos del Medio Oriente. Además el PPK tiene una política de avanzada hacia las mujeres, con puestos colegiados y brigadas enteras. Un ejemplo de esto es el hecho de que la comandante de Kobane máxima sea mujer. Un dato que aterra a los fundamentalistas islámicos ya que según su particular lectura del Corán ser asesinado en manos de una mujer es un pasaporte directo al infierno. La razón por la que el gobierno aceptó iniciar conversaciones es que desde hace 2 años, el PKK logró el control militar de un territorio del tamaño de Uruguay en lo que se conoce como el Kurdistán sirio, la zona dentro de la cual se encuentra la ciudad de Kobane.

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