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La Arquitectura Del Maquinismo


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2013  •  415 Palabras (2 Páginas)  •  1.003 Visitas

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A finales del siglo XVIII y a lo largo de todo el siglo XIX se produce un hecho de enorme trascendencia: la aparición de la gran industria. El avance de la técnica procura el desarrollo del maquinismo: las maquinas, cada vez más potentes y capaces, ofrecen la posibilidad de una producción rápida, abundante y económica.

La fabricación deja de ser función exclusiva de la pequeña industria familiar para pasar a manos del capital, él único que puede financiar las grandes instalaciones precisas para una producción de grandes perspectivas. Esta novedad origina la concentración de obreros y maquinas en lugares adecuados y, por tanto, la necesidad de grandes espacios cubiertos y convenientemente iluminados.

Se produce una gran conmoción en toda Europa y en América del Norte. El violento cambio de las estructuras sociales y las nuevas necesidades hacen que se planteen unos problemas estéticos que no pueden ser satisfechos por las formas artísticas tradicionales.

Más que los arquitectos, son los ingenieros los característicos representantes de la construcción de esta época de la revolución industrial.

En un principio los grandes tramos de cubierta se sostienen mediante gruesas vías de madera, hasta que empiezan a utilizarse para esto las estructuras de hierro fundido. Este fue el punto de partida. Muy pronto se vio que el hierro constituía la gran solución que exigían las grandes cubiertas de las fabricas, estaciones de ferrocarril, locales para exposiciones industriales, etc.

Donde se inicia esta revolución arquitectónica es en Inglaterra, por ser el país que con más ímpetu se lanzo a la industrialización.

Los edificios de hierro y vidrio fueron los que mejor cumplieron las nuevas exigencias. En su base estos edificios tenían de común con el neogótico la preocupación mecánica y la solución plástica por lo lineal. A ello contribuían las propiedades del hierro. La posibilidad de trabajar este material no sólo por presión sino también por tensión, facilitó a estas construcciones un carácter lineal mucho mas patente que en las neogóticas.

Todo quedaba convertido, simplemente, en un esqueleto estructural delgadísimo, y, sin duda, para dar mejor a entender estas posibilidades y el aspecto estético que producían, se tendía a cerrar los espacios entre hierros con la frágil y casi inmaterial apariencia del vidrio.

Esta arquitectura consigue sus mayores logros en la torre levantada en París por el arquitecto Eiffel, con sus 333 metros de altura, la más alta del mundo en aquel entonces, y en la gigantesca sala de Máquinas, proyecto de Dufert y Contamin con la nave central de 420 metros de longitud y 115 metros de luz.

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