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Los Vampiros En La Literatura


Enviado por   •  10 de Octubre de 2011  •  660 Palabras (3 Páginas)  •  642 Visitas

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El vampiro en la literatura romanticista

Mariano González-Leal

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2009-03-31•Política

Recuerdo que, hasta la fecha, y durante la época en que transcurrió mi niñez, la criatura legendaria que más poderosamente captó mi atención fue el vampiro, y desde entonces, no he dejado de utilizar a dicho personaje como motivo principal de varios de mis cuentos y narraciones fantásticas, dándole matices diversos y tratando de revestirlo de la mayor originalidad posible.

Para hablar del vampiro como ente literario del siglo XIX, es menester referirnos, aunque sea brevemente, a sus orígenes folclóricos –sobre todo a las creencias que sobre este ser permean en la Europa Central y Oriental-. Pues bien; afirmo lo anterior, porque la principal característica del vampiro decimonónico es que en la mayoría de los relatos alusivos a dicho personaje, éste se presenta a ojos del lector como un ser aristocrático y seductor, dotado de arrolladora personalidad y lenguaje selecto, con modales elegantísimos y refinados, en extremo delgado y de piel blanquísima. Tal cosa no es de extrañar, recordemos que la era en que florecieron los relatos cortos y novelas vampíricas fue, precisamente, la época victoriana, lo que nos permite dilucidar que, inmersa Europa en la fiebre de lo romántico, resultaba poético crear un personaje literario dotado de un misterioso magnetismo físico, pues esta característica lo convertía en un ser más atractivo para el lector.

Pero la concepción primigenia que de dicho personaje se tenía en la parte oriental de Europa, en siglos anteriores, era una bien distinta: los vampiros o nosferatu –“portadores de la peste”-, según las leyendas, eran criaturas horrorosas y carentes de modales. Por lo general se trataba de campesinos que regresaban de sus sepulcros para emprenderla contra su familia, chupando la sangre de los que antes habían sido sus seres queridos. El “líquido” vital de éstos últimos únicamente servía de sustento a los monstruos, crueles e inflexibles. En la literatura romanticista, la sangre juega un papel mucho más complejo para el vampiro, pues dicho “fuego líquido”, le proporciona, además de sustento vital, placer erótico y sexual. Este componente sexual en los cuentos de vampiros, de algún modo, transgredía los límites morales impuestos por una sociedad en extremo conservadora, de manera que, de algún modo, no estaba del todo bien vista la lectura de dichos relatos cortos y novelas…

Cuentos como “Carmilla”, de Joseph Sheridan Le Fanu o “La muerta enamorada”, de Théophile Gautier constituían delicias literarias que se tornaban “placeres

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