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Recuerdos Pendientes


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2011  •  813 Palabras (4 Páginas)  •  503 Visitas

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Adiós Guajira

Al desvanecer mi sombra,

te he olvidado,

te he devuelto lo tuyo que pensaba mío,

te he devuelto cada palabra, cada vocal,

que componían nuestros versos,

nuestra historia de capel.

Caminemos por el recuerdo,

lo que hicimos aunque nunca lo hicimos:

la noche que miramos el amor de los médanos

los cantos de la helada que aullaba con los corderos,

el despertar del alba que te pedia prestada tu mirada.

Quedémonos silenciosos,

para que el mundo no descubra que te amaba,

para que no sepa que te extraño, que te olvido,

que te recuerdo, que hasta a veces te respiro,

que te secuestro en mis sueños

y hago contigo lo que quiero.

Apaguemos los cirios que flotan

sin rumbo en los charcos de tus lágrimas,

borremos el recuerdo de la traición,

el nefasto día en que la primavera se murió.

Adiós guajira,

dueña mía,

adiós amante de la oscuridad cabellera negra,

ojos resplandecientes que me cuidaron,

adiós barco sagrado,

mi estela del norte que mi guiaba o me guía,

adiós guajira, adiós amada mía.

Si pudiera decir te amo

Si pudiera decir te amo,

te lo diría con las manos,

con el alma ebria y con pétalos de flores secas.

Si pudiera decir te amo,

lo haría con una caña dulce

Con el algodón deshilachado de tus pantaletas,

o con la agria verdad que recoges

en las mañanas de las huertas.

Si yo te dijera te amo,

Haría de tu momentos presos de los míos, congelaría

tus latidos en la sequía o en las faldas de un martirio.

Haría visibles tus espacios secretos, tus lunares de ambar que llegan hasta las puertas del cielo.

Si pudiera decir te amo,

Me quedaría pintado en una pared,

Bailaria con tu sombra mientras dure la noche,

mientras dure el cuerpo

mientras alcance la poesía para enamorarte.

Soledad

Me deje caer en sus amuletos de gitana sagrada,

me puse a escarbar sonrisas en sus cabellos,

y hacer café en el ardor de sus sentimientos negros.

Me perdí unos segundos en su quijada de duro fresno,

Y me colgué vigilante de su mirada

para ver si encontraba a mi amante luna agonizando en la alborada.

Me quede quietecito como una avecilla en su nido,

para no espantar la tristeza de sus arrugas,

no ser inoportuno con la melancolía de su juventud herida,

para no ser el inepto espíritu que de ella se despedía.

Me quede con su reflejo en un espejo sucio,

Me la quite de la garganta, escupiéndola antes que su veneno me toque el alma.

De pronto, auguro reproches y tormentos,

...

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