Relato Pedagógico De Maternal

El pequeño panadero

En el transcurso de mis observaciones como practicante en el Jardín Evita (maternal) tuve la oportunidad de ser testigo de muchas situaciones de aprendizaje y del crecimiento progresivo de los niños; observando cómo los conocimientos teóricos pueden llevarse a cabo en una sala. Si bien pude notar el progreso en la mayoría de todos ellos, hubo uno en particular que cautivó mi atención. Se trata de un niño llamado Leandro, un deambulador de un año y medio que permanece callado e inmóvil con su chupete durante toda su estadía en el jardín. La docente a cargo se muestra preocupada por la poca participación de Leandro en las actividades, en su relación con sus compañeros y en la comunicación interrumpida por el uso del chupete. Luego de leer la documentación pedagógica, la docente se da cuenta que las participaciones de Leandro se dan sólo cuando se trabaja con juegos de construcción o que impliquen transformaciones y combinaciones de objetos; y comparte toda la información que tiene sobre el niño conmigo. Mientras tanto, Leandro juega con bloques apilándolos una y otra vez en un rincón de la sala.

Su carpeta pedagógica menciona que su padre trabaja en una panadería y que cuando puede lleva al niño allí a observarlo trabajar, además el padre comenta que cuando puede le da los recortes de masa para que juegue con ella porque le encanta ver su cara de satisfacción cuando juega. De esta manera, la docente pudo detectar que realizando actividades que tengan que ver con masa, el niño podría integrarse en el grupo. Es por esto –me comenta- que para hoy (18/06/2013) planificó una situación en la que los niños serán testigos del proceso de producción de la masa, intentando con esta lograr la integración de Leandro al grupo. Luego de informarme sobre ello y mostrarme su planificación me pregunta si me animo a realizar la actividad para que ella pueda tomar fotos.

Así es como realizo mi primera intervención, -pasando de sólo observadora a observadora participante- que con muchos nervios la llevo a cabo mostrándoles de a uno los ingredientes en un bol permitiéndoles que los exploren (tocándolo, llevándolo a la boca y observándolo) y mostrándoles cómo se va formando la masa. Me resultó muy significativo ver la sonrisa inmensa en el rostro de Leandro y cómo dejaba caer su chupete tratando de repetir los nombres de los ingredientes y jugando con sus compañeros. Luego, una vez conformada la masa todos los niños querían manipularla, entonces llegó la hora de la colación. La docente dejó la masa a un costado y les explicó a los niños que luego de la colación podrían jugar con ella.

Con esta situación comprendí un método para poder integrar a un niño al grupo a partir de sus intereses y quehaceres cotidianos, de un modo menos convencional y más placentero. De esta manera se están transmitiendo saberes valiosos, logrando que el niño se vaya

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