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TEORIA EVOLUCIONISTA


Enviado por   •  12 de Febrero de 2013  •  13.574 Palabras (55 Páginas)  •  680 Visitas

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III. E CONOMÍA EVOLUCIONISTA Y EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA

INTRODUCCIÓN1

Actualmente el término “economía evolucionista” se aplica de modo confuso a una gran variedad de propuestas sobre la materia. Es posible identificar al me- nos seis grupos principales que emplean la frase.

• Hace un siglo Thorstein Veblen (1898a) argumentó en favor de una econo- mía “evolucionista” y “posdarwiniana”. Los institucionalistas, en la tradi- ción de Veblen y John Commons, describen frecuentemente su propuesta como “economía evolucionista”, empleando a menudo los términos “insti- tucional” y “evolucionista” virtualmente como sinónimos, como ejemplifica el nombre de la Asociación para la Economía Evolucionista (Association for Evolutionary Economics) –la asociación de economía institucional estado- unidense–. • Joseph Schumpeter (1942, p. 82) describió de manera célebre el desarrollo capitalista como un “proceso evolutivo”. El trabajo influenciado por Schumpeter se describe también como “economía evolucionista”, como lo atestigua el título Journal of Evolutionary Economics, revista publicada por la Asociación Internacional Joseph Schumpeter.

* Publicado originalmente en Geoffrey M. Hodgson (1997). Economics and Evolution, en Jan Reijnders (ed.). (Cheltenham: Edward Elgar), pp. 9-40. Traducción Mauricio Grobet; revisión técnica Bruno Gandlgruber y Arturo Lara. 1 Este ensayo hace uso de material escrito por Hodgson (1993, 1995b, a, por pu- blicarse). Se agradece a los participantes en el onceavo encuentro de la Asociación Belgo-Holandesa de Economía Poskeynesiana, especialmente a Esben Sloth An- derson y Uslaki Maki, sus valiosas críticas al primer borrador.

III. ECONOMÍA EVOLUCIONISTA Y EVOLUCIÓN DE LA ECONOMÍA *

124 TEORÍA ECONÓMICA INSTITUCIONAL Y EVOLUTIVA CONTEMPORÁNEA

• La propuesta de la Escuela Austriaca de economía a menudo es descrita como “evolucionista”, tal como en la teoría de la evolución del dinero y otras instituciones, debida a Carl Menger, o en el amplio uso de una me- táfora evolucionista de la biología en los últimos trabajos de Friedrich Hayek, especialmente en relación con el concepto de orden espontáneo. • Además, la economía de escritores como Adam Smith, Karl Marx, Alfred Marshall y otros, en ocasiones se describe como de índole “evolucionista”. • La teoría evolucionista del juego es una reciente y destacada tendencia en la economía matemática que se ha inspirado en trabajos matemáticos vin- culados con la biología teórica. • La palabra “evolucionista” en ocasiones se ha relacionado con el trabajo de lo que se describe como “teoría de la complejidad”, que comúnmente se realiza en el Instituto Santa Fe, en Estados Unidos, e incluye aplicacio- nes de la teoría del caos y varios tipos de simulación en computadora. En estos y otros trabajos de simulación afines es posible encontrar el empleo de dinámicas de replicación, algoritmos genéticos y programación genética, entre otros.

En una variedad tan amplia de usos es improbable encontrar un mensaje único, subyacente y coherente. Parece que el empleo de la palabra “evolucionista” en economía responde más a una cuestión de moda. Es posible afirmar que el em- pleo actual y cada vez mayor del término “economía evolucionista” puede aso- ciarse principalmente con el impacto que tuvo el clásico trabajo de Richard Nelson y Sydney Winter (1982), An Evolutionary Theory of Economic Change, aunque otras aportaciones fueron también importantes, tanto en la economía ortodoxa como en la heterodoxa. Más allá de los grupos marginales institucionalistas y schum- peterianos, en economía el empleo de la palabra “evolucionista” no llegó a di- fundirse sino hasta después de 1982. Al estudiar la “edad de oro” de la última parte del siglo XIX, Stephen San- derson (1990, p. 2) describió el periodo posterior a la Segunda Guerra Mun- dial como la “edad oscura” del evolucionismo en las ciencias sociales: “Durante este periodo el evolucionismo fue severamente criticado y llegó a considerarse como una propuesta anticuada, que los investigadores que se respetaran no debían considerar seriamente [...] la palabra ‘evolución’ llegó a pronunciarse a riesgo de la propia reputación intelectual” (Sanderson, 1990, p. 2). En 1912, incluso Schumpeter (1934, p. 57) admitió: “el proyecto evolucionista está desacreditado actualmente en nuestro campo”. El resurgimiento de la pa- labra “evolución” en economía fue posterior incluso al que se dio en otras ciencias sociales, particularmente en antropología, donde su utilización llegó a ser bastante común en la década de 1960. El número de trabajos pertinentes relativos a la economía, que incluyen la palabra “evolución” en sus títulos o

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subtítulos, hallados entre 1914 y 1980 por quien esto escribe, es de 17.2 Si se consideran los años de 1914 a 1969, entonces el número total es sólo siete, aproximadamente uno cada ocho años. Para mostrar las diferencias, el núme- ro de trabajos citados desde 1980 se ilustra en la figura 1; ésta ofrece eviden- cia, tomada del Índice de citas de ciencias sociales (Social Science Citations Index), sobre el impacto cada vez mayor del trabajo de Nelson y Winter (1982).3

2 En esos 67 años, los pocos trabajos que fueron descubiertos incluyen a Alchian (1950), Boulding (1978), Edgell (1975), Haavelmo (1954), Harris (1934), Hayek (1967a), Hunt (1975), VonMises (1957), Nelson y Winter (1973,1974), Robbins (1970), Sowell (1967) y Tang et al. (1976). Tres de estos tienen claros orígenes veblenianos, y dos se deben a destacados economistas austriacos. El resto tiene varias ascendencias intelectuales. El autor está interesado en descubrir otros trabajos que hayan sido omi- tidos. En contraste, antes de 1920 apareció un número relativamente grande y desde 1982 ha habido una verdadera explosión. Sin embargo, debe notarse que el término “evolución” –bajo el criterio del título– es relativamente tosco y general, especialmen- te porque permite incluir a Georgescu-Roegen (1971). No obstante, hay una severa es- casez de metáforas biológicas. Las razones de esto se exponen en Hodgson (b, por publicarse). 3 Sin embargo, Alexander Rosenberg (1994, p. 402) escribió acerca del libro de Nelson y Winter (1982): “[Para] El coronamiento de dos carreras distinguidas, pocos libros [...] salidos apenas de la imprenta [...] pudieron haber tenido una recepción más decepcionante en la economía actual”. Sin embargo, no es un logro pequeño el incremento en el ritmo anual de citas, hasta alcanzar exactamente diez

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