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Turismo, Comunidad Y Medios De Comunicación


Enviado por   •  1 de Octubre de 2012  •  2.296 Palabras (10 Páginas)  •  554 Visitas

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Una actividad positiva con una pobre reputación

Sin lugar a discusión, el turismo es el acontecimiento económico más trascendente que ha registrado la republica Dominicana en las últimas tres décadas. Sin embargo aún persisten muchos prejuicios y dudas sobre su real aporte a la economía y al desarrollo nacional. En algunos casos se acusa al turismo de generar pobreza y de acentuar otros males sociales como la prostitución y el desorden urbano.

Y no se trata de opiniones del ciudadano común y corriente, que pudiera tener una valoración distorsionada sobre la real dimensión del turismo como fenómeno económico, social y cultural. Es mucho más complejo, porque los prejuicios proceden de instancias con mayores niveles de calificación, incluyendo profesionales de las ciencias sociales y económicas, voceros periodísticos, dirigentes políticos, organismos internacionales y funcionarios públicos.

Recientemente leí una crónica en un prestigioso periódico de Punta Cana donde se destacaba la afirmación del alcalde local en el sentido de que “los turistas solo nos dejan la basura…”. Más que una exageración, a mí me pareció una señal alarmante y peligrosa, sobre todo en el caso de una autoridad que tiene una responsabilidad fundamental en el desarrollo de la más importante actividad económica de su demarcación y del país.

Menos mal que probablemente ni el propio alcalde de Verón-Punta Cana se cree esa afirmación, porque si fuera cierto que el turismo solo deja basura, entonces lo correcto y sensato sería cerrar el Aeropuerto Internacional de Punta Cana y las 35 mil habitaciones hoteleras del más importante destino turístico de la República Dominicana.

Algunos meses antes, la asociación catalana Alba Sud, una entidad autodefinida como especialista en investigación para el desarrollo, afirmaba que “el modelo turístico dominicano, lejos de implicar un mayor desarrollo para su población, concentra la riqueza y redistribuye la pobreza”.

Y señalaba, además, que la apuesta ciega de muchas autoridades políticas en el turismo masivo, como una fuente privilegiada para atraer divisas, es un error “gravísimo que pagarán sus pueblos”, y que “el turismo basado en cadenas hoteleras internacionales, cruceros, marinas y complejos residenciales, suponen una ocupación elitista del territorio, que destruye los medios de vida y los poblados locales”.

Esa entidad española reproducía en gran medida un punto de vista ya expresado en el informe de Desarrollo Humano 2008 del PNUD, que acusaba al sector turístico de ser responsable de una gran parte de la pobreza que se conoce en el país.

El informe del PNUD sostenía que en las provincias Puerto Plata y Altagracia, donde se concentra el 70% de las habitaciones turísticas del país, “el Índice de Pobreza Humana es de 12.3 -para Puerto Plata- y 17.2 -para La Altagracia., superior a la media nacional que es de 10.5. Indicaba que en el año 2002, más del 50% de la población de La Altagracia vivía en condiciones de pobreza y en Puerto Plata la incidencia era de 44.7%.

Un desafío a la lógica y unos datos que no cuadran

Tanto en el plano nacional como en el caso de las dos principales provincias turísticas del país, esos cuestionamientos negativos sobre el sector plantean un serio desafío a la racionalidad y a la lógica.

Veamos el caso de la provincia Altagracia. Si el turismo representa pobreza para esta provincia como es posible que en menos de 30 años esta zona se haya convertido en el principal foco de atracción de la migración interna, multiplicando por cuatro su población, mientras representa la mayor oferta de bienes y servicios del país y la tercera en consumo de energía y de automóviles.

Por cierto, los datos del último censo nacional, realizado en el 2011, confirman que las provincias con mayor crecimiento poblacional son La Altagracia, La Romana, Samaná y Puerto Plata, precisamente las cuatro principales provincias turísticas del país. En relación con el censo anterior, esas cuatro provincias registraron un aumento de 146 mil habitantes, siendo La Altagracia la provincia con la mayor tasa de crecimiento poblacional durante el período.

Como se explica que los dominicanos se desplacen de sus lugares de origen hacia otras localidades donde supuestamente se registra un mayor índice de pobreza.

En realidad la línea de cuestionamiento contra el turismo se inscribe en una corriente de opinión que tiende a menospreciar los aportes del sector y a culparlo de todos los males y problemas sociales no resueltos en las comunidades turísticas y su entorno, partiendo de la equivocada premisa de que la industria, además de hacer las inversiones, operar el negocios, generar empleos y pagar impuestos, también debe reemplazar al Estado en la tarea de hacer una justa redistribución de la riqueza que produce.

Al parecer, los críticos prefieren no entender que los polos turísticos podrían asimilar la demanda total de empleo de sus propias plazas, pero no la de su entorno regional y del resto del país, donde no existe la dinámica económica que genera el turismo.

El caso emblemático de la provincia Altagracia

En el 1971, año de la llegada del turismo a la provincia Altagracia de la mano del joven empresario Frank Rainieri, el municipio de Higuey dependía esencialmente de la ganadería y la caña. En la ciudad existían 4 almacenes pequeños, 3 farmacias, 2 pequeñas ferreterías, 6 carnicerías, 4 talleres de mecánica, 2 fábricas de hielo, una fábrica de queso, 2 aserraderos pequeños y un pequeño negocio de venta de vehículos.

De acuerdo a los datos extraídos de las páginas del periódico El Cometa, de Livio Mariano Cedeño, comentados en una conferencia del propio Rainieri, para el 1971 Higuey contaba con una oficina del Banco Popular con 5 empleados, un pequeño hospital publico y 4 consultorios privados, 10 abogados, 8 médicos y un ingeniero. En materia de educación tenía una escuela primaria, un liceo secundario y 2 colegios de la Iglesia Católica.

En la actualidad la provincia Altagracia recibe más del 50% de los turistas que llegan al país, representa la mayor demanda de bienes y servicios por habitantes, la tercera oferta de servicios financieros, la tercera en consumo de energía y venta de vehículos, aporta más del 12% del PIB, y es la zona con la más alta tasa de empleo de su población nativa.

En el caso de la provincia Altagracia, la dinámica económica del turismo garantiza oferta de empleo directo o indirecto para todos los habitantes de su territorio, pero todos sabemos que actualmente más del 50 por ciento de los habitantes de

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