Viaje A Arica

Bitácora de Viaje a Arica

31 de Noviembre:

Partimos con Magaly tarde a las 23:00 recién habíamos en Orozco, me dormí en el viaje, el cansancio me venció o quizás mi deseo que llegara pronto el momento de bajar del avión provoco ese agotamiento, en fin a mitad de camino en Casablanca desperté asustado había que echar bencina, pague y luego volví a dormir, recordaba haber visto un motel donde dormir cercano al aeropuerto, había una suite con jacuzzi disponible lo que habíamos buscado tanto tiempo con Magaly, para poder relajarnos, esta vez se daba la oportunidad solo que la hora no era la adecuad ya que ambos estábamos agotados, a pesar de eso prepare la gran tina y minutos después disfrute de un agua burbujeante y a casi 100 grados, ella a pesar de su sueño también se entusiasmo, pero no aguanto mucho su cansancio la venció y prefirió acostarse, momentos después ambos dormíamos, cerré los ojos y me pareció que algunos minutos después sonaba el despertador que junto con la recepción nos avisaba que ya habían pasado 4 horas y que era hora de partir, tomamos rápidamente el desayuno, sin antes repasar cada una d las cosas que había que levar, decir y hacer.

1º de Noviembre:

Tome el vuelo justo a tiempo ya que estaba lleno como fin de semana largo, después de una larga despedida y un breve chequeo de lo que no debía hacer. Hasta ese momento este era un viaje más, a poco andar comencé a reflexionar de cuando que la ultima vez que había hecho este mismo trayecto, volví a sentir esa sensación de seguridad al ir junto a mi mamá en aquella ocasión, unos deseos incontenibles de llorar vinieron a mis ojos recordando cada detalle de aquel viajo, no me había percatado lo importantes que eran esos cuatro años que estuvimos allá, ya a los 43 4 años no son nada pero marcan y calan hondo el alma en especial si estas en el período de la adolescencia como fue en mi caso, después de dos escalas había aterrizado en mi objetivo y aunque uno planee cada paso siempre hay algo no considerado como era el comenzar a llorar de la emoción 2 años, pasaron por mi mente los años posteriores a mi regreso que tanto tenían relación con esta comuna , los amigos que han durado hasta hoy como Stefano, Ioanis, Cesar, Fernando, Los Venegas y tantos otros con cada uno de ellos compartí momentos en Santiago cuando estudiábamos, recuerdo que en cuarto no tenia grandes amigos como el Javierito tiene al Ian, el José a Alejandro y Joaquín a Tomas, en la soledad de esos años tenia su recuerdo, ansiaba poder juntarme con ellos, pero la vida seguía su curso y yo debí entender que uno va haciendo continuamente de amigos que no se puede eternizar una amistad a la distancia.

Una vez instalado en el hotel me dirigí rápidamente a la ciudad por cada lugar que pasaba se hacían presentes los recuerdos, y estos eran muy distintos al estado actual, quizás con el tiempo fui idealizando una ciudad o simplemente el paso del tiempo no perdono a una comuna que tanto auge tuvo. Llegue finalmente a la parroquia San Marcos recordé que a veces a pesar de mi desconocimiento y falta de practica pasaba a rezar, que nunca pude hacer la primera comunión porque mi mamá que trabajaba y vivía a l frente “no tenia tiempo “me hinque ya que no habían asientos y me puse a llora como un niño estos 26 años habían hecho muchos cambios nunca imagine que vendría algún día con tanta fe y participando en un movimiento mariano como es schoensttat, llore de emoción dando gracias por todo lo que me había dado en este tiempo, por toda la gracia que me había concedido, luego trate de reincorporarme pero me era difícil, mis rodillas no tenían costumbre de sostener mi peso. Recorrí lo viejos lugares de mi adolescencia mi liceo , mi departamento, las playas, el centro, el morro, en este ultimo pase largo tiempo contemplando anonadado la ciudad, recorría con mi mirada la escuela a la que llegue , hice el recorrido por cada calle, fui recordando cada paso que daba y me di cuenta que mi mundo era muy pequeño por años me mantuve dentro del radio de algunas cuantas cuadras, lo que marco mi vida ya que hoy me cuesta aceptar que debo tomar una micro para llegar al trabajo, mis lagrimas escaparon al ver lo pequeño que era mi mundo de entonces y para mi era tan, tan grande, era todo: en esa calle un amigo, en esa otra una compañera, en esa el Liceo y en esa mi casa, unas cuantas cuadras para marcar

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