ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Conciliacion


Enviado por   •  21 de Agosto de 2013  •  5.759 Palabras (24 Páginas)  •  246 Visitas

Página 1 de 24

El corderillo y el pececillo

Éranse dos hermanitos, un niño y una niña, que se querían tiernamente. Su madre había muerto, su madrastra los odiaba y procuraba siempre causarles todo el mal posible. Sucedió que un día estaban los dos hermanos jugando en un prado, delante de su casa, en compañía de otros niños. Y junto al prado extendíase un estanque, el cual llegaba hasta uno de los lados de la casa. Corrían los chiquillos, y jugaban a alcanzarse, y cantaban:

"Patito, quiéreme un poquito,

y te daré mi pajarito.

El pajarito me buscará pajita;

la paja la daré a mi vaquita;

la vaca me dará leche rica;

la leche la daré al pastelero;

el pastelero me cocerá pasteles;

los pasteles los daré al gatito;

el gato me cazará ratoncitos;

los ratoncitos los colgaré a la espalda...

¡y te morderán!."

Y se ponían en corro, y al que le tocaba la palabra "morderán" debía echar a correr, persiguiéndole los demás hasta que lo alcanzaban. La madrastra, al verlos desde la ventana saltar tan alegremente, se enojó y, como era bruja, encantó a los dos hermanitos, convirtiendo, al niño, en pez, y a la niña, en cordero. He aquí que el pez nadaba tristemente en el estanque, y el corderillo corría por el prado, triste también, sin comer ni tocar una hierbecita. Así transcurrió algún tiempo, hasta que un día llegaron forasteros al palacio, y la malvada madrastra pensó: "Ésta es una buena ocasión," y llamó al cocinero y le dijo:

- Ve al prado a buscar el cordero y mátalo, pues no tenemos nada para ofrecer a los huéspedes.

Bajó el cocinero, cogió al animalito, y se lo llevó a la cocina, atado de patas; y todo lo sufrió con paciencia la bestezuela. Pero cuando el hombre, sacando el cuchillo, salió al umbral para afilarlo, reparó en un pececito que, con muestras de gran agitación, nadaba frente al vertedero y lo miraba. Era el hermanito, que, al ver que el cocinero se llevaba al corderillo, había acudido desde el centro del estanque. Baló entonces el corderillo desde arriba:

"Hermanito que moras en el estanque,

mi pobre alma, dolida está y sangrante.

Muy pronto el cocinero sin compasión,

me clavará el cuchillo en el corazón."

Respondió el pececillo:

"¡Ay, hermanita, que me llamas desde lo alto!

Mi pobre alma, dolida está y sangrante

en las aguas profundas del estanque."

Al oír el cocinero hablar al corderillo y dirigir al pececito aquellas palabras tan tristes, asustóse y comprendió que no debía ser un cordero natural, sino la víctima de algún hechizo de la mala bruja de la casa.

Dijo:

- Tranquilízate, que no te mataré - y, cogiendo otra res, la sacrificó y guisó para los invitados. Luego condujo el corderillo a una buena campesina, y le explicó cuanto había oído y presenciado. Resultó que precisamente aquella campesina había sido la nodriza de la hermanita, y, sospechando la verdad, fue con el animalito a un hada buena. Pronunció ésta una bendición sobre el corderillo y el pececillo, y ambos recobraron en el acto su figura humana propia. Luego los llevó a una casita situada en un gran bosque, donde vivieron solos, pero felices y contentos.

Monte Simeli

Había una vez dos hermanos, uno rico y otro pobre. El rico, sin embargo, nunca ayudaba al pobre, el cual se ganaba escasamente la vida comerciando maíz, y a veces le iba tan mal que no tenía para el pan de su esposa e hijos. Una vez, cuando iba con su carreta por el bosque, miró hacia un lado, y vio una grande y pelada montaña, que nunca antes había visto. Él paró y la observó con gran asombro.

Mientras analizaba aquello, vio de pronto que venían doce grandes hombres en dirección a donde se encontraba, y pensando que podrían ser asaltantes, escondió la carreta entre la espesura, se subió a un árbol y esperó a ver que sucedía. Sin embargo, los doce hombres se dirigieron a la montaña y gritaron:

-"¡Montaña Semsi, montaña Semsi, ábrete!"-

-E inmediatamente la montaña se abrió al centro, y los doce ingresaron a ella, y una vez dentro, la montaña se cerró. Al cabo de un rato, se abrió de nuevo, y los hombres salieron cargando pesados sacos sobre sus hombros. Y cuando ya todos estaban a la luz del día, dijeron:

-"¡Montaña Semsi, montaña Semsi, ciérrate!"-

Y la montaña se cerró completamente, sin que quedara seña de alguna entrada a ella, y los doce se marcharon de allí.

Cuando ya no estaban a la vista, el hombre pobre bajó del árbol y fue a curiosear qué secreto había realmente escondido en la montaña. Así que se acercó y gritó:

-"¡Montaña Semsi, montaña Semsi, ábrete!"-

Y la montaña se le abrió a él también. Entró a ella, y toda la montaña era una cueva llena de oro y plata, con grandes cantidades de perlas y brillantes joyas, como si fueran granos de maíz durante la cosecha. El hombre pobre no sabía que hacer, si tomar parte de ese tesoro para sí o no, pero al fin llenó sus bolsillos con oro, dejando las perlas y piedras preciosas donde estaban. Cuando salió gritó:

-"¡Montaña Semsi, montaña Semsi, ciérrate!"-

Y la montaña se cerró, y regresó a casa con su carreta y su carga.

Y desde entonces ya no tenía más ansiedad, y podía comprar el alimento para su esposa e hijos con el oro, y además buen vino en el almacén. Vivía felizmente y en desarrollo, daba ayuda a los pobres, y hacía el bien a quien necesitara. Sin embargo, cuando se le terminó el oro obtenido, fue donde su hermano y le pidió prestado un barril para medir trigo, fue a la montaña y trajo de nuevo otro poco más de oro para él, pero nunca tocó ninguna de las cosas más valiosas.

El hermano rico, sin embargo, estaba cada día más envidioso de las posesiones de su hermano, y de la buena vida que llevaba, y no podía entender de donde provenía su riqueza, ni qué era lo que su hermano hizo con el barril de medida. Entonces se le ocurrió un pequeño truco, y cubrió todo el fondo del barril con goma, y a la siguiente vez, cuando el hermano le devolvió el barril, encontró una pieza de oro pegada en él. Inmediatamente fue donde su hermano y le preguntó:

-"¿Qué es lo que mides con mi barril?"

-"Maíz y cebada."- respondió

Entonces le mostró la pieza de oro, y le amenazó de que si no le decía la verdad, lo acusaría a las autoridades. El hermano entonces le contó

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (33 Kb)
Leer 23 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com