ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Evidencia De Aprendizaje


Enviado por   •  4 de Agosto de 2013  •  2.077 Palabras (9 Páginas)  •  418 Visitas

Página 1 de 9

A lo largo del tema se abordan temas como; la República ideal, voluntades, pobreza y crecimiento, etc.

Se remota a los tiempos del Rey Enrique VIII, pues los conflictos se derivan de él, pues el rey quería divorciarse de la reina y como Moro era tan católico, no permitía la separación con la reina a pesar de que el papa Julio II se los había permitido, Moro estuvo en el gobierno cerca de 40 años, hasta que surgió la necesidad de salir de Cambridge, para ganarse la admiración de Tomas Moro, el rey lo nombra canciller.

A pesar de los impedimentos que le ponía la iglesia Enrique VIII, impuso a un nuevo arzobispo que le diera sentencia a su Divorcio y permitiera un nuevo casamiento con Ana Bolena.

Era tanta la deidad de Moro hacia el Catolicismo que se perpetuaba como un fiel creyente y al cual pedía a Dios perdón por no seguir las obediencias del Rey sino profesar su fe.

El libro es corto, mas para atenderle como merece, ninguna vida será larga; escribió poco, y dijo mucho: si los que gobiernan le obedecen, y los que obedecen se gobiernan por él, ni a aquellos será carga ni a este cuidado.

Nos habla de la necesidad de la gente ya que cada diez años todos cambiaban de domicilio por sorteo, y todos se sentían preocupados por dejar la casa lo más arreglada posible. Un cuidado especial pone todos en sus jardines, en los que plantan cepas, árboles frutales, hortalizas y flores, con tanta hermosura y buena labor que jamás he visto cosa igual. Este cuidado no es solamente para su deleite, sino que además compiten entre ellos para ver quién tiene estos jardines más bonitos y mejor cuidados. Lo cierto es que decía que no había hallado en ninguna ciudad nada que esté mejor acomodado, tanto para el provecho como para el deleite de los hombres. Parece que Utopo (el fundador) puso en esto el máximo cuidado, y es fama que dispuso los modelos y el trazado desde el principio, aunque en cuanto al adorno estableció que los venideros lo arreglaran como mejor les, acomodase, contando con que los gustos varían con los tiempos.

Nos remonta a la época del feudalismo, ya que las personas no eran acreedores de ningún patrimonio, eran personas que solo asistían a su rey y cualquier bien que obtuvieran era dedicado o afianzado a las peticiones de su autoridad máxima.

Las voluntades no se hacían esperar, ya que cuando existía una guerra, mandaban a sus hombres más fuertes que les podrían propinar el triunfo, ya lo decía Moro en su descripción no se iban a arriesgar a preparar a los súbditos para que en un dado caso se armaran y los derrocaran.

A lo largo de este caminar de experiencias nos habla de cómo eran las leyes y el caminar de sus gobiernos, considera como un, delito capital el tratarse un negocio público fuera del Senado y de sus Juntas señaladas. Esto se hace con miras a que el pueblo no sea traicionado y oprimido por la violencia y las asechanzas del Príncipe. Todos los acuerdos se comunicaban a una junta que daba el visto bueno de que si se llevaba a cabo o no un proyecto.

No se exponía ningún asunto antes de la reunión para que el senado no conociera del asunto y fue espontanea las resoluciones o en su defecto tenerlo muy bien estudiado.

Habla de la actividad productiva que hacían las personas de esos tiempos y que era vista como una escuela del saber, ya que inculcaba desde una pequeña edad, era la Agricultura, con el propósito de servir y producir para sus reyes.

Al gobierno no le convenía tener vagabundos, les buscaba una actividad en la que estuvieran ocupados, era muy mal vista que hombres estuvieran sin realizar trabajos de campo.

Decía que en esos tiempos libres que tenían los trabajadores, que eran de dos horas, si alguno lo quería emplear en su profesión, lo que les ocurre a muchos a Todos que su temperamento no les inclina a cosas de estudio, no se les prohíbe, antes bien se les alaba por la utilidad que reportan a la República.

Lo manejaba así; En los países en que casi todas las mujeres (que eran la mitad del pueblo) trabajaban y los hombres se daban al reposo, además del gran número de sacerdotes y religiosos que no producían nada con sus manos, ni los señores ricos y herederos (a los que el vulgo llama nobles y caballeros), incluyéndose en esta cuenta a toda la caterva de los que sirven a estos últimos de espadachines y truhanes, y a los mendigos que teniendo salud fingen enfermedad por holgazanería, había muchos, los que no producen nada; y entre los que trabajan hay una gran parte que no se ocupan en cosas necesarias, ya que donde todo se consigue con dinero es forzoso que haya muchas artes totalmente vanas, que sólo sirven al antojo y al exceso.

En este retorno a la Utopía las cosas no ocurren así como en la actualidad, porque estando todas las cosas y las Ciudades compuestas y ordenadas de una vez, raramente acontece que se elija nuevo sitio para fundar edificios, y no sólo acuden con brevedad a reparar lo que se deteriora, sino que lo previenen con tiempo, antes de que amenace ruina. Por esto sucede que los edificios duran mucho tiempo, y que los Maestros de Obras tengan poco en qué ocuparse, si no es en tener preparados maderos y sillares para que cuando la necesidad lo pida, puedan acudir con más diligencia a las reparaciones.

¿Cómo se fundan las ciudades?

La Ciudad se compone de familias basadas en el parentesco. Las mujeres, al casarse, van a la casa de sus maridos, formando parte de la nueva familia. Los hijos y los nietos varones viven en la familia bajo el gobierno y la obediencia del más anciano, y cuando la edad y los achaques lo exigen, le sucede el que le sigue en edad.

Junto a las plazas centrales de las que hace mención Moro, existen otras que llaman de Suministros, en las cuales se almacenan las hortalizas y las frutas, además del pan. Para el pescado, las carnes de pluma y de pelo, y cualquier otro alimento cuya vista y olor es poco atractivo, tienen sus almacenes fuera de la Ciudad, cerca del río, donde es fácil lavar las inmundicias. En tales lugares se disponen las reses muertas y limpias por obra de los esclavos, ya que no consienten que los ciudadanos se ocupen en degollar, cortar y desollar los animales, por considerar que estas prácticas inducen a los hombres a la fiereza, crueldad e inhumanidad, y temen que se atrofien los afectos de la piedad natural. Se prohíbe que ninguna cosa inmunda, sucia o asquerosa entre en la Ciudad, cuya putrefacción corrompa el aire y provoque enfermedades.

A continuación Moro nos da a conocer de lo que había y no había en esos tiempos; No hay tabernas, ni casas públicas de mujeres deshonestas, ni nada que dé lugar a la corrupción de las costumbres. No existen lugares donde esconderse, ni se permiten conciliábulos; así, el estar a la vista de todos hace que el trabajo honesto aparezca como forzoso, de lo que resulta una gran abundancia de bienes de la que participan todos, con lo que no hay posibilidad de que existan necesitados ni mendigos.

¿Cómo manejaba el término de comercio exterior?

Esto se hace sin interés alguno, sin recibir nada en pago de aquellos a quienes se da. Incluso ocurre que cuando una Ciudad que antes estuvo en la abundancia y pudo socorrer a otra, cuando se encuentra en necesidad no pide nunca a las Ciudades que ella antes socorrió, para que no parezca que quieren cobrar, sino que se dirigen a aquellas que no ayudaron nunca. Así, toda la Isla es como una gran familia.

Nos habla de la calidad de esclavos, no existían esclavos por el simple hecho de cometer un delito, ni tampoco por atacar la fuerza injustamente, sino a los que había cometido un delito que ameritaba la pena de esclavitud. Se les hacia trabajar duramente, y los tenían en prisiones, con trato riguroso, juzgando que son incorregibles y merecedores de más graves castigos ya, que habiendo sido educados tan cuidadosamente en la virtud, no se han podido abstener del vicio. También existe, allí otra clase de servidumbre, integrada por algunos extranjeros acostumbrados al trabajo, sin recursos y de baja condición, que se ofrecen para servirles. A estos les tratan benignamente, y les tienen por poco menos que como ciudadanos, aunque les dan trabajos más pesados. Si alguno quiere despedirse (lo que ocurre raras veces) no lo retienen contra su voluntad ni lo despiden sin galardón.

Reglas de oro en el matrimonio:

Las mujeres no se casan hasta los doce años, y los hombres hasta los dieciséis.

No permitían que la mujer que no ha delinquido sea repudiada contra su voluntad, aunque cayese en alguna calamidad accidental del cuerpo, por parecerles crueldad que se abandone a la persona cuando necesita consuelo, y porque la vejez, que lleva achaques consigo, sería desdeñada del consorte.

La religión tuvo un gran auge ya que al ser Moro muy Católico nos habla de que la adoración a los dioses permitía al gobierno que la civilización mantuviera un orden y el buen comportamiento en sus comunidades.

CONCLUSIONES:

He hablado de la manera que me ha sido posible entender las cosas de aquella República que no solamente tengo la certeza de que son muy buenas, sino que estimo que únicamente ella puede llamarse República porque aunque en otras partes se trate verdaderamente del bien público siempre se atiende más al particular. Mientras que en Utopía todos miraban preferentemente la utilidad común, dejando en segundo término el propio interés.

En otras Repúblicas, aunque sean prósperas y florecientes, y nadie tema morirse de hambre, procuran, no obstante, más sus comodidades particulares que la conveniencia pública. En la Utopía no hay ningún pobre, porque nadie posee nada en particular, siendo todos ricos en común.

No se puede comparar la situación de otros países, ni siquiera de lejos, con la igualdad de esta República. Cómo puede justificarse que un pobre, o un plebeyo que sea usurero, u otro cualquiera que no se ocupa en trabajo alguno o que toda su acción es poco necesaria a la República, pueda adquirir a base de tal ociosidad el vivir con esplendor y regalo.

Aquella república no se interesaba por sus nobles (agricultores) y mejor se preocupaban por obtener un regalo la producción de ellos, era motivo de gran fracaso. Así, lo que antes se tenía por injusto, como era el no recompensar con agradecimiento a los que habían hecho algún bien y servicio a la República, ahora esta ingratitud y perversión la ensalzan y califican con el nombre de justicia, estableciendo leyes nuevas sobra esta base.

Estas invenciones de los poderosos, adornadas con los colores de la nación, se convierten en leyes; y los hombres perversos con codicia insaciable se reparten entre ellos los bienes que debían destinarse a la necesidad de todos.

En Utopía han desterrado totalmente la codicia del dinero no usando de él para nada, evitando así muchas pesadumbres y arrancando las maldades de raíz. Para que esto se vea con mayor claridad, piénsese en lo que ocurre en un año estéril y sin frutos, en el que muchos millares de personas mueren de hambre, aquí puedo remontarme en la exposición de Laura Elena, compañera de Derecho, en su exposición de David Ricardo.

Con toda crudeza me atrevo a afirmar que si al final de aquella carestía se abrieran los graneros de los ricos se hallarla tanto trigo que si se hubiera repartido entre las víctimas del hambre ninguno habría perecido por la esterilidad de la cosecha. Y con facilidad se hubiera podido proveer al sustento si aquel dinero (que con tanta excelencia fue inventado para que con su ayuda se abriera la puerta al remedio y al sustento) no hubiera sido el que cerró el camino y estorbó el remedio.

Hay diferentes repúblicas que no ven el bien de sus productores, en Utopía no existía una tal cual, ya que el dinero no se le daba valor y solo unos pocos se repartían los bienes, decía Moro que fuera al Granero de un rico, podría encontrarse con un cerro de granos que por la codicia no fueran repartidos a los demás en partes iguales.

FRASE DE TOMAS MORO

Estas cosas, buen Señor, por las que rezamos, concédenos la gracia de poder trabajar por ellas.

(Tomás Moro)

...

Descargar como  txt (12 Kb)  
Leer 8 páginas más »