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Poesía Chilena Y Dictadura


Enviado por   •  15 de Enero de 2014  •  6.533 Palabras (27 Páginas)  •  202 Visitas

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Poesía Chilena y Dictadura

: Jessenia Chamorro Salas

En estas páginas intentaremos abordar aspectos fundamentales de la poesía chilena que se produjo en las décadas del sesenta y setenta, teniendo como eje central, la ruptura que provocó el Golpe de Estado con la consiguiente Dictadura Miliar y sus consecuencias tanto en el ámbito social como en la literatura, especialmente, en la poesía de aquellos años. Abordaremos los principales poetas de ésta época, y sus posturas tanto líricas, como su trasfondo anclado en la contingencia, para poder entregar una panorámica en torno a la poesía producida antes y después del Golpe. Explicaremos generalidades respecto a ambas décadas, y profundizaremos en los poemas más representativos de las propuestas de los poetas que ya habían construido su lírica antes del Golpe, de aquellos que vieron cómo su escritura sufrió una fractura en el año 1973, y de aquellos que comenzaron a dedicarse a la poesía en el contexto dictatorial, del cual tuvieron que hacerse cargo en su poesía; en todos los casos, es la poesía la que quedó como testigo de una experiencia histórica que encontró su vía de escape y reflexión, en la literatura.

Panorámica de la poesía Chilena de los sesenta:

Si se sigue la idea generacionalista de los estudios literarios, se puede decir que el grupo de jóvenes poetas que emergieron en la década de los sesenta es la llamada “Generación Dispersa”. Nacida en un contexto social en que ante el centralismo predominante, comenzó a producirse un proceso de descentralización del trabajo literario; puesto que en las décadas anteriores Santiago había sido el lugar indispensable hacia donde los escritores provincianos debían viajar al menos una vez, tal como lo fue París para los vanguardistas a comienzos de siglo; en los sesenta entonces, esto comenzó a cambiar, a causa del auge de formaciones de grupos culturales descentralizados de Santiago, que se dieron sobre todo, en el sur del país, y que fueron cardo de cultivo para el nacimiento de muchos poetas alejados de Santiago. Este grupo de poetas que emergió, en términos generales, destaca por su carácter ecléctico, su escepticismo, ya que no creen en el cumplimiento del cambio, pero lo esperan; y el distanciamiento respecto a la posición del Vate nerudiano que proclamaba grandes verdades, pues ellos se consideran poetas egregios, conscientes de la marginalidad del oficio que realizan, y conscientes también, parafraseando a Federico Schopf, de una inserción precaria del trabajo poético en el entramado social , a diferencia de Neruda; además de contener su poesía, una fuerte dosis de reflexión respecto de la propia poesía, y su contexto de producción. Naill Binns llama a esta generación “Promoción emergente”, y señala, parafraseando a Floridor Pérez, que “surge entre el Mundial del 62 y el premio Nobel de Neruda” , destacando que es una generación de poetas ligados al ámbito universitario y a la descentralización de estas mismas, aspecto relevante que explica Soledad Bianchi en su artículo: “Hasta el gobierno de la UP, ante la ausencia de un Ministerio especializado, el apoyo a las artes y la cultura fue ejercido especialmente por las Universidades” , lo cual es cierto, ya que la gran mayoría de los poetas de este grupo, eran estudiantes universitarios del sur, de Valdivia, que complementaban sus intereses líricos con sus carreras universitarias, por esta razón es que surge el grupo Trilce, con la revista que lleva su nombre, que como señala Binns “Este talante dialogante -más continuista que rupturista- se hizo ver en el Encuentro de Poesía Joven de 1965” , evento que marcó a esta generación. El llamado “fenómeno Trilce” de los sesenta, es extensamente explicado en un artículo dedicado a él, en que se explica en voz de los mismos partícipes del grupo, cómo se desarrolló éste, desde sus inicios, hasta el momento en que ya no pudieron continuar, en este artículo, Schopf señala lo siguiente respecto a la gestación del grupo: “Tal vez en la generación nuestra predominan los intelectuales que se originaron en las capas medias de la sociedad (…) son autores que ingresaron o estudiaron en la universidad como una manera de complementar sus intereses literarios (…) una manera de subsistir” , Omar Lara, también integrante del grupo, agrega lo siguiente en dicho artículo: “Trilce existe por coincidencia de intereses y de amistad” , ese el motor del grupo, y a la vez, el motor de esta generación, que no obstante tener propuestas poéticas heterogéneas, compartían un interés común: la poesía, además de la amistad; Lara añade la idea de que en el grupo existía una “amistad en diversidad” . Dado que los integrantes de esta generación de poetas son eminentemente intelectuales y críticos de la propia poesía, la concepción acerca de sus propias creaciones, tenía un cariz distinto, como señala Schopf en el mismo artículo: “A esta generación se le hizo evidente programáticamente, más que a las anteriores, que la poesía no sólo resultaba de la inspiración sino también, de la formación” , de ahí entonces su carácter académico, por la conexión de estos poetas con los intereses intelectuales además de creativos.

Una de las características importantes de esta generación de poetas, fue el hecho de que ellos, como señaló Binns, no fueron una ruptura total respecto a la poesía anterior a ellos, sino más bien, una continuación, ya que esta generación, se nutre tanto de la poesía lárica como de la antipoesía, lineamientos poéticos anteriores, que tal como considera Federico Schopf, poeta de la generación y estudioso de la poesía: “Son parte substantiva del horizonte de expectativas y proposiciones poéticas desde y contra las que se continuó produciendo poesía a partir de mediados de los años sesenta” ; Lara agrega en relación con esto una idea a destacar: “Lo que caracterizó a nuestra generación (…) fue una actitud de lucidez respecto a lo que nosotros considerábamos una tradición poética chilena (…) no pretendíamos romper esa tradición o transformarnos en creadores adánicos” de ahí el reconocimiento a la generación anterior, la del cincuenta. Algunos poetas eran más afines a Lihn, otros a Tellier, y otros a Parra, pero pese a las diferencias en las propuestas, los poetas del sesenta, tenían un lineamiento común respecto a la idea de hacer poesía; además, esta generación no ensalzaba a Un sólo gran poeta, como en décadas anteriores había sucedido, por ejemplo con Neruda y Huidobro, no habían por tanto, jerarquías de calidad en sus preferencias, tal como señala Schopf en el artículo de Bianchi: “A nosotros nos parecía que podían coexistir

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