Contracultura

Claridad del planteamiento.

Me gusta pensar que buscamos la satisfacción de llenar un vacío, con todo lo material que podemos comprar, incluso adquirir, es una forma de no sentirnos menos, una forma de ganarnos la seguridad y de subirnos el autoestima, darnos una posición alta con la sociedad, pues el vestirnos bien y recibir un: “qué guapo te vez”, está cumplido este sentimiento de bienestar que nos ofrece lo material.

La varilla que lo mide todo, ha pasado de un estado espiritual e intelectual a un ámbito material, esta varilla te mide de acuerdo a las adquisiciones que están de moda, esta varilla es la que te localiza en un cierto grupo de la sociedad a la que perteneces y es ahí donde te coloca, desgraciadamente no somos los que elegimos donde estar, si no lo que llevamos puesto es lo que nos cataloga.

El centro del universo ya no es principalmente el individuo, tomado singular y colectivamente, como pueblo, clase, grupo, minoría, mayoría, opinión pública. Aunque la nación y el individuo sigan siendo reales, incuestionables y estén presentes todo el tiempo, en todo lugar, y pueblen la reflexión y la imaginación, ya no son hegemónicos, han sido subsumidos formal o realmente por la sociedad global, por las configuraciones y los movimientos de la globalización.

El mundo se ha mundializado, de tal manera que el globo ha dejado de ser una figura astronómica para adquirir más plenamente su significación histórica y es de aquí que nos sorprendemos o tenemos la impresión de que se han roto modos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular.

De aquí que nacen unas series de teorías sobre el mundo y sus individuos, la tierra ya no es el centro del universo, Copérnico, el hombre ya no es hijo de Dios según Darwin, el individuo es un laberinto poblado de inconsciente según Freud, es una muestra que las características de los descubrimientos mencionados, son muy diversas y antiguas pero hay algunas indicaciones más o menos notables de la globalización. El descubrir que el mundo ha dejado su imagen astronómica y hace mas connotación de su historia, nos conmueve a modos de ser, pensar y fabular.

La cultura industrializada es un acto de civilización técnica desarrollado por el capitalismo, diversamente controlado por los Estados, y organizado en tanto que sistema industrial cultural en el seno de las diferentes sociedades.

Recalco que es importante nuestra labor como artistas, aquella misión de evidenciar nuestra época y entorno en algo tangible que es la obra. Teniendo presente que toda identidad no es algo estático, puesto que se transforma, cambia y se adapta a nuevas situaciones que en este tiempo se orientan a lo universal.

Existen varios casos de contacto cultural que registra la historia en el cual la recepción a distancia es lo que he notado más en nuestra sociedad y sobre todo en nosotros los jóvenes y ésta consiste: Este tipo de contacto, no se origina en la ocupación de un territorio sino que se ejerce a distancia, a través, de un intercambio político u económico, en que el grupo autóctono adopta algunas formas de vida, conceptos o valores de la cultura más avanzada.

Antiguamente se decía que progresaba, pero ya no estamos tan seguros de ello. No estamos tan seguros de ello porque este cambio muchas veces va dejando atrás enormes masas de excluidos ya sea sociales, culturales, sexuales… etc. Existen diversas formas de exclusión. La contracultura es aquello que, excluido, se levanta y reniega de esa exclusión atacando lo establecido.

Los mensajes de la contracultura son destructivos. La contracultura consiste precisamente en aquellas ideas que se oponen o cuestionan el fundamento mismo de lo aceptado, de lo correcto. Sin embargo, cuando por el motivo que sea no se forma parte de lo correcto o de lo aceptado, sólo queda una conclusión posible: aquello que ha sido aceptado no está correcto y debe ser corregido.

El imperativo categórico de la industria cultural dice: debes someterte- sin precisar a qué es necesario someterse; someterse a aquello que de todas maneras es, y a aquello que todos piensan de todas maneras; someterte como por reflejo a la potencia y la omnipresencia de lo que es. En virtud de la ideología de la industria cultural, el conformismo sustituye a la autonomía y a la conciencia; jamás el orden que surge de esto es confrontado con lo que pretende ser, o con los intereses reales del hombre.

Los hombres, no sólo se dejan engañar, con tal de que eso les produzca una satisfacción por fugaz que sea, sino que incluso desean esta impostura aún siendo consientes de ella, creo es una de las razones muy importantes por la cual el consumismo ha crecido de una manera brutal.

A pesar de estar en una época de vacio total, en la que nuestras bases de felicidad que podemos buscar sean efímeras y estén basados en lo material. La idea de aldea global implica la idea de comunidad global, mundo sin fronteras, un centro comercial global, disneylandia universal. En todos los lugares todo se parece cada vez más a todo y más, a medida que la estructura de preferencias del mundo es presionada hacia un punto común homogeneizado.

El encontrar todo en tu país menos lo que produce, realiza, hace tu país pasa a formar parte de una preocupación en la que hemos dejado que la transculturación sea en masa, no solo de un país si no de todos los posibles.

El mercado capitalista intenta apropiarse del concepto de “cultura alternativa”. Envuelve en él toda actividad paralela (pero no alternativa) a los circuitos comerciales masivos. Fundaciones privadas, grandes emporios del espectáculo, financiadas por el Imperio enarbolan su “cultura alternativa”. Pero esa fachada no es más que una variante instrumental de una sociedad de consumo impuesta.

Para sacar a la luz sobre el sentido popular de la cultura alternativa, es bueno recordar que la libertad y la independencia son los valores esenciales de una genuina expresión contracultural.

Recordar que la globalización hizo que la razón universal supuestamente absoluta se rebajé a mera racionalidad funcional, al servicio del proceso de valorización del dinero, que no tiene sujeto, hasta la actual capitulación incondicional de las llamadas “ciencias del espíritu”.

El universalismo abstracto de

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