ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Narracion


Enviado por   •  26 de Mayo de 2013  •  2.475 Palabras (10 Páginas)  •  273 Visitas

Página 1 de 10

NARRACIÓN: UN DÍA MÁS...

Tal vez suena raro el título, pero en esos momento eso era lo único que pasaba por mi mente, el decir " un día más".

Salí de mi casa, directo al jardín de niños Tlacaelel, pensando en todo lo que tenía que hacer llegando a este, porque no tenía muy claro que actividad haría primero, pues esto dependía de lo que la educadora me mencionara, ya que un día antes me había hecho cambiar la situación y tendría que mostrarle antes los cambios para ver si le parecieron pertinentes o no.

Llegando al jardin me di cuenta de que estaba la puerta abierta, como siempre y sin nadie que vigilara, entre y decidí cerrarla. Tenía la ilusión de que la educadora ya estuviera en el plantel para que resolviera mis dudas, pero como siempre aún no llegaba, esto me irrito un poco, aún así me dirigí al aula a esperar.

Comenzaron a entrar los niños, me pare en la entrada del aula, y veía a todos los de mi grupo, empecé a ponerme nerviosa, porque eran muchos los que traían gafete naranja, entonces sabía que iba a ser un día de caos porque los niños aún no tienen un gran autocontrol, ni se respetan y siguen agrediéndose, y más al ir viendo las caritas de los niños inquietos, entre estos Fátima.

Mi actitud no era la más óptima, todo se me juntaba, la educadora, los niños y los nervios de no saber con que comenzaría, esto es algo que de verdad a mi me molesta bastante, no tener bajo mi control lo que tengo que hacer y depender de lo que alguien me tenga que decir, aunque se que esto está mal, la educadora me hace tener esa sensación.

Los niños comenzaban a inquietarse y a preguntarme que es lo que trabajarían en ese día, si la que trabajaría con ellos sería yo o la educadora, unos veían el materia otros platicaban entre ellos y un grupo más comenzaba a jugar, y yo tratando de atraer su atención con una rima mientras llegaba la educadora pero de ella ni sus luces.

Hasta qué por fin va llegando, con toda calma se dirigió al aula, y sólo dio los buenos días, yo me acerque a ella para comentarle lo que traía planeado para ese día y con un simple " está bien" soluciono el problema.

Tenía muchas dudas de como resultaría mi práctica, inferí que recibiría alguna sugerencia pero esto no sucedió, así que decidí tomar el toro por los cuernos y comenzar a trabajar.

Hice mis actividades, pero la falta de control del grupo hacían que estas fueran un poco difíciles.

En una de estas les solicite a los niños que se acomodaran en un cuadro de asamblea, y todos arrastraban las sillas, o ni siquiera se movían, mi voz pasaba casi desapercibida por el murmullo de los niños, pero yo les indicaba que se pararán, que tomarán la silla del respaldo.

En eso volteó y veo a la pequeña Fátima, que sentada tenía sus manos agarrando la silla de asiento hacia abajo y como los niños en el cuadro de asamblea tienen que pegar las sillas, le dije a la niña quita tus manos de ahí que te van a machucar los dedos y no me hizo caso.

La educadora a pesar del murmullo, escucho lo que le dije a Fátima y repitió la indicación de que quitara las manos de ahí, además de esto, le recordó que ya le había pasado lo mismo, y la niña las quito.

Paso esa actividad, la concluimos y los niños regresaron a su mesa, pasaron más actividades y antes de que se fueran les volví a pedir que formarán un cuadro de asamblea, pero volvió a pasar la misma situación con Fátima, ya que volvió a poner las manos en el mismo lugar.

Como yo ya estaba desesperada, de que todo el día habían estado los niños con una actitud, difícil, no se habían estado tranquilos ni un solo momento, ya mi voz no tenía fuerza, y mi molestia creo que empezaba a notarse, pero me limitaba, porque la educadora no dejaba de mirarme, en sí los niños ya me habían desesperado y lo único que quería era ya terminar.

Esto hizo que empezara a acomodar a los niños rápidamente, jalando las sillas y formando a cada uno en su lugar, pero ahí venía algo inesperado, Fátima de nuevo tenía las manos a los costados de la silla, me percate de eso y le mencione que quitara las manos, si, claramente vi que tenía ahí sus manos.

En eso, que regreso a unos lugares más del que estaba Fátima, y que me voy recorriendo a todos los niños con su silla y no sé cómo llegué a la de ella y que le pellizcó un dedo, la niña me miro fijamente y soltó el llanto, yo no sabía qué hacer, me sentí tan mal de haberla lastimado que no sabía qué hacer, la niña no paraba de llorar, yo le pedía disculpas le decía que no había sido mi intención, los niños le preguntaban porque lloraba, yo no paraba de sobarle la mano, quería, casi casi borrarle el machucón, que hubiera huella, me angustie tanto, no sabía qué hacer, sabía que esto podía tener consecuencias, más presión tenía porque los padres ya no tardaban de llegar, la educadora no estaba y eso me daba más miedo que llegara y se diera cuenta y me dijera algo o pasara algo más, pues yo tenía la culpa del accidente.

Me trate de calmar primero, pensar rápidamente que haría, pero al mismo tiempo, trataba de calmar a la niña, que dejará de llorar, en eso le mencione que por eso le decía que quitara sus manos de ahí, me dijo que sí le dije que me perdonara e igual me dijo que sí y que me prometiera que no volvería a poner las manos ahí, y lo hizo, además con esto se calmó y le dije que le daría una paleta para que ya no llorara y con eso se confortó.

Mi alma poco a poco regresaba a mi cuerpo, la niña se había calmado, pero la educadora había regresado, me pregunto qué había pasado, sólo me salió mencionarle que otra vez se había lastimado con la silla, pero no le mencione que había sido yo la que la lastimo, aunque esto me hizo sentí mal de no aceptar mi culpabilidad no supe cómo enfrentar la situación.

Aunque la niña no tenía ninguna marca, otra angustia me asechaba, el momento en que la niña viera a su mama o su papa y que les dijera lo que había pasado, y que me reclamaran y aún más que ya le había dicho ya a la educadora que ella había sido, y la cuenta regresiva comenzaba, pero el alivio regreso cuando la niña solo menciono que yo le había regalado una paleta.

Me sentí tan mal, de todo lo que había pasado, de no haber reaccionado de otra forma, de no haber aceptado mi culpa y de haber lastimado a la niña, pero fue algo que no había experimentado antes y el miedo y la desesperación me hizo reaccionar torpemente y creo que esto podría analizarlo y saber cómo reaccionar ante una situación.

EVALUACIÓN DE LA EDUCADORA EN

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13.7 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com