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Octavio Paz


Enviado por   •  30 de Agosto de 2012  •  650 Palabras (3 Páginas)  •  569 Visitas

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Octavio Paz

En el México de 1955 la satisfacción era generalizada entre políticos, banqueros, líderes de obreros y de campesinos. Incluso muchos intelectuales se habían contagiado de ese optimismo. Por fortuna, la nueva generación tenía una actitud resueltamente crítica, pero su crítica no era ideológica sino artística, literaria, poética. Era la visión de poetas, escritores y artistas. En cierto modo, su actividad continuaba la de los Contemporáneos y la que habíamos adoptado algunos artistas y poetas de mi generación. También ellos tuvieron que enfrentarse al nacionalismo y al arte con mensaje ideológico. Al mismo tiempo, en su visión más bien crítica y pesimista de la sociedad y las realidades de México, disolvieron muchas de las falsas oposiciones que nos habían desgarrado y paralizado a nosotros.

Por esos días, justamente cuando mis amigos preparaban el primer número de la Revista Mexicana de Literatura, fui invitado a dar unas conferencias en San Luis Potosí y en Monterrey. Hice el viaje y me impresionó no solamente el vasto desierto sino también la pobreza de la gente del campo. Ese paisaje desolado me produjo tristeza y desesperación. Era la otra cara de la prosperidad de que estaban tan orgullosos los grupos dirigentes del país. A mi regreso escribí "El cántaro roto", comenzando en el tren, que fue publicado en el primer número de la Revista Mexicana de Literatura. Se provocó un pequeño escándalo porque la prensa conservadora me acusó de haber escrito un poema comunista. Hubo muchas y encendidas polémicas. "El cántaro roto", desde un punto de vista poético, literario, acusa no sólo mi tránsito por el surrealismo sino también por la poesía náhuatl.

Creo que hay una continuidad entre el Sacerdote azteca, el Virrey y el Presidente. Es la continuidad en la dominación. En el arquetipo mexicano del poder político hay dos elementos: por una parte, la imagen religiosa y abstracta del sacerdote azteca; por la otra, la imagen del Caudillo. Esto último es una noción hispanoárabe viva en el inconsciente de los pueblos latinoamericanos y en España. El Caudillo rige la historia de los pueblos hispánicos, pero en México oscilamos entre éste y el Tlatoani azteca.

En "El cántaro roto", el pasado de México aparece como un presente permanente: a veces es el sacerdote azteca, otras es el obispo católico o el inquisidor, el caudillo de la Independencia, el general revolucionario o el banquero, y siempre es el mismo personaje: el cacique gordo de Cempoala -el aliado de Cortés.

Casi al mismo tiempo en que me abandonaba al fluir del murmullo interior -aunque con los ojos abiertos-, empecé a leer a los poetas japoneses y después a los chinos. Fue un recurso inconciente para oponer un dique al desbordamiento surrealista.

Me cautivó la economía de la formas: mínimas y precisas construcciones hechas de unas pocas sílabas

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