El principe maquiavelo

El maquiavelismo es una forma de pensamiento político que sostiene que la política es una actividad amoral, en la que los fines justifican los medios. El término se deriva de Nicolás Maquiavelo, un filósofo italiano del siglo XVI, cuyo libro El príncipe ha sido considerado uno de los textos fundamentales de este enfoque. El maquiavelismo se caracteriza por una visión cínica de la política, en la que se considera que todos los actores políticos están motivados por el interés personal y que la moralidad es irrelevante en el contexto de la lucha por el poder.

El maquiavelismo se ha convertido en un término ampliamente utilizado en la literatura política y ha sido adoptado por muchos líderes políticos como una forma de justificar sus acciones. De acuerdo a lo escrito durante el príncipe, no existe una relación entre la moral y el poder, en el sentido de que, para el autor, el poder en un fin en sí mismo y la moralidad es un medio para alcanzar ese fin.

Las relaciones políticas, desde la perspectiva de Maquiavelo, están basadas en el poder y la manipulación. Los líderes políticos usan el poder para controlar a otros y manipularlos para que hagan lo que ellos quieren. Por este motivo el maquiavelismo sigue siendo relevante en la actualidad, especialmente en lo que se refiere a la forma en que se entiende y se practica la política. El término se ha utilizado para describir el comportamiento de muchos líderes políticos contemporáneos, que han sido acusados ​​de utilizar la mentira, la manipulación y la coerción para alcanzar sus objetivos. El maquiavelismo también se ha utilizado para analizar el impacto de la globalización y la tecnología en la política, especialmente en lo que se refiere a la forma en que se pueden utilizar estos factores para manipular y controlar a las masas.

Es decir, que una meta, no necesariamente tiene que obedecer a las conjeturas morales que tenga el individuo. Esto podría calificarse como un acto, de perversión o maldad, pero, un claro ejemplo de eso es: “Un príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuándo lo tenga como enemigo”, esta implicación no abarca una conjetura moral, dado que existe dentro del plano de los intereses del individuo. Aunque, la llegada al poder de parte de un individuo en un sistema democrático, refiere como primer punto, una lucha constante dentro de los ejes relacionados directamente al poder del pueblo sobre su gobernante. Esto quiere decir, la necesidad del gobernante para su pueblo y su relación con el mismo debe ser amena.

Un claro ejemplo de eso es cómo esto se puede extrapolar de forma sencilla a las interacciones sociales que se tienen en la actualidad; dentro del eje con respecto al príncipe, debe concentrarse principalmente en como a través de las redes sociales se crea una imagen objetiva de las acciones y decisiones que se pueden cometer. Es importante que la ideología que se maneje con respecto a las redes, llame la atención y sea un punto de alta identificación de acuerdo a los parámetros que se siguen dentro del marco social. Esto significa, hasta cierto punto crear una adaptabilidad con respecto a los temas” trending topic” existentes al momento, pues la relevancia del mismo y como esta imagen se proyecte a los diversos espectadores creará no solamente confianza sino respeto. Pues todo es juzgado por su apariencia; aquello que no está a simple vista sencillamente no cuenta.

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