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Mujeres En Siglo Xx


Enviado por   •  30 de Octubre de 2014  •  3.404 Palabras (14 Páginas)  •  364 Visitas

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La incorporación de la mujer a la vida pública

La situación de las mujeres cambió durante la primera mitad del siglo XX. Se incorporaron de manera creciente al mercado laboral, se integraron de forma masiva en la educación primaria y secundaria, se impusieron como agentes culturales de primera línea y conquistaron la totalidad de los derechos políticos.

La mujer y el trabajo A mediados del siglo XIX, las mujeres constituían aproximadamente un tercio de la población trabajadora. Sin embargo, a fines del siglo XIX tal tendencia comenzó a disminuir, aún más en las primeras décadas del siglo XX. Así, en 1907 constituyeron el 22,2 % del mercado laboral, mientras que en 1920, solo el 13,6 %. La crisis mundial iniciada en 1929 empeoró la situación, por lo que la participación femenina en este ámbito alcanzó la cifra récord de ,5 %. Si bien tras el colapso económico aumentó, no fue sino hasta principios de la década de 1950 cuando alcanzó a corresponder a una fuerza laboral similar a la de fines del siglo XIX, constituyendo un cuarto de la población económicamente activa. Ahora bien, los datos anteriores no computan a la gran cantidad de mujeres que laboraban en sus hogares como dueñas de casa. La gran mayoría trabajó durante la primera mitad del siglo XX en diversos servicios y en la industria manufacturera. El primero de los ítems estuvo dominado por empleadas domésticas y por lavanderas, mientras que en el segundo, si bien se desempeñaron en todas sus áreas, cobró mucha importancia la industria textil. El trabajo femenino presentó a lo largo del tiempo algunas características particulares, que tendieron a mermar la calidad de vida de este sector de la población. En primer lugar, en muchas ocasiones las faenas realizadas no estuvieron mediadas por un contrato de trabajo, ya que generalmente realizaban labores a domicilio, como el aseo de hogares, o pactaban por obras hechas, como el zurcido. En segundo lugar, tradicionalmente la remuneración era menor que la percibida por los hombres por una misma labor. A medida que transcurría la primera mitad siglo XX, las mujeres se introdujeron con creciente presencia en el mundo universitario y profesional. Si bien destacaron en la docencia primaria y secundaria, de manera cada vez más importante también lo hicieron en otras profesiones, como la abogacía y la medicina. Un caso emblemático fue el de la abogada Elena Caffarena, quien dedicó toda su vida profesional a luchar por la igualdad de derechos de las mujeres. Por otra parte, hacia mediados del siglo, gracias a la mayor formación universitaria, la participación del sector femenino en el mercado laboral aumentó rápidamente.

Elena Caffarena Morice (1903- 2003). Abogada y política fundadora del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (Memch), dedicó gran parte de su vida a luchar por los derechos jurídicos, políticos y laborales de las mujeres. También fue fundadora del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu), en la década de 1980.

La incorporación de la mujer a la educación

Si bien las mujeres podían participar de la educación primaria y secundaria desde el siglo XIX, las que lo hacían, incluso al iniciarse el siglo XX, eran muy pocas. En términos numéricos, a principios de siglo solo asistían aproximadamente 1 700 niñas a la escuela secundaria a nivel nacional. Entre las causas de tal situación estaban las restricciones sociales y culturales para ingresar a la universidad y el papel tradicional de garantes del hogar, que estaba socialmente legitimado. Sin embargo, en el transcurso de la primera mitad del siglo, producto de cambios sociales y económicos, además de la acción mancomunada de múltiples mujeres que lucharon por su incorporación al mundo público, la situación comenzó a cambiar y las mujeres se integraron de manera importante a escuelas primarias y secundarias. Para 1950 ya eran 340 000 las niñas que asistían a la educación primaria, 40 000 las que lo hacían a liceos y 38 000 a establecimientos técnico-profesionales. La situación universitaria fue semejante. Durante casi todo el siglo XIX el único espacio permitido para ellas fueron las escuelas normales de preceptores, en las que se formaba a las y los futuros docentes, en el entendido de que jugarían un rol subsidiario de la maternidad. Sin embargo, en las décadas finales del siglo XIX algunas mujeres vinculadas a las escuelas normalistas y las profesoras primarias elevaron demandas para poder asistir a los cursos universitarios. Destacaron entre ellas Mar- tina Barros de Orrego y las educadoras Isabel Lebrún de Pinochet y Antonia Tarragó. Fruto de estos debates y presiones, en 1877 el ministro de educación Miguel Luis Amunátegui promovió el decreto que permitió a las mujeres tomar estudios universitarios. A pesar de este avance, la matrícula de mujeres a la educación superior se mantuvo muy baja respecto de la de los hombres en las primeras décadas del siglo XX; de hecho, las mujeres que asistían a la universidad, la Escuela de Bellas Artes y el Conservatorio de Música no alcanzaban el centenar. En 1940 constituían ya el 25,1 % de todo el estudiantado superior, mientras que en 1954 tal porcentaje creció a casi el 40 %; es decir, en 14 años hubo un aumento del 284 % en la matrícula femenina. Un aspecto característico en la situación educacional de la mujer fue la tasa de alfabetización inferior a la de los varones a lo largo de la primera mitad del siglo XX, si bien tendió a igualarse a lo largo del período.

Amanda Labarca (1886-1975). Fue una destacada educadora y académica universitaria que promovió la actualización del sistema educativo y que abogó por la igualdad de derechos para la mujer.

Para GRABAR

Hacia mediados del siglo XX, las mujeres correspondían al 25 % de la población económicamente activa. Destacaron en labores domésticas, lavandería y en la industria textil. A nivel universitario, hacia 1954 constituían casi el 40 % de toda la matrícula.

Mujer y vida cotidiana

Durante el período, la visión, el rol y las manifestaciones sociales de las mujeres comenzaron a modificarse, sobre todo a partir de las décadas de 1920 y 1930. Ideales, moda, juventud Durante las primeras décadas del siglo XX, toda "mujer decente", para los sectores privilegiados, tenía un "marido noble" e hijos a los que dedicaba todo su cuidado. Aquellas que no lo lograban, las "solteronas", eran consideradas como fracasadas y tratadas con desdén. Al menos desde la década de 1920 surgieron publicaciones dedicadas a las mujeres de clase media y alta. Para la revista Fémina, la mujer debía ser "amable

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