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CALIDAD DE VIDA Y DESARROLLO SUSTENTABLE


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2012  •  Tesis  •  2.375 Palabras (10 Páginas)  •  933 Visitas

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UNIDAD 4

“CALIDAD DE VIDA Y DESARROLLO SUSTENTABLE”.

4.1 Calidad de vida.

4.1.1 Calidad de vida y desarrollo sostenible

Si el indicador fundamental del desarrollo sostenible es la calidad de vida, entonces el desafío es no destruir los recursos del ecosistema y hábitat social que hacen posible la vida y que hacen además a la vida digna. Ello plantea la necesidad de identificar una serie de factores dinámicos del desarrollo y comprender sus formas de articulación.

La calidad de vida depende de muchos factores, y entre ellos de dos fundamentales: la distribución de la riqueza y los ingresos, y por otro lado las oportunidades sociales. En la medida en que una sociedad pueda llegar a tener mejores niveles de distribución y mayores oportunidades sociales, en esa medida se van ampliando los márgenes para tener una calidad de vida sustentable.

Sin embargo, no se trata de procesos aislados. Para poder hablar de calidad de vida también hay que tener una sociedad que se mueve en condiciones de competitividad. Sin embargo, no es cualquier tipo de competitividad la que va a tener capacidad de generar esa calidad de vida. Debe tratarse de una competitividad auténtica, que genere procesos de distribución y oportunidades sociales. Por lo mismo, resulta necesario hablar de competitividad laboral. La clave estriba en una competitividad lograda, no sobre las espaldas de una fuerza de trabajo barata, mal educada, con bajos niveles de salud, sino, por el contrario, con el concurso de una fuerza de trabajo educada, con indicadores de salud altos y, además, con capacidades, habilidades y destrezas para estar en capacidad de jugar dentro de este proceso de globalización.

Por otro lado, la competitividad no puede generar calidad de vida si se fundamenta en la destrucción de los recursos naturales. Sin embargo, ello ha venido ocurriendo a lo largo de los siglos, atentando evidentemente contra la calidad de vida en el largo plazo.

Igualmente importante resulta articular esa lógica de protección y de uso racional de los sistemas naturales de soporte a la vida, con la generación de una identidad nacional en que valores como la autorrealización, la autoestima, el afecto y la convivencia entre las personas sean fundamentales. En Suecia, por ejemplo, que tiene la más alta participación de la mujer en el mercado de trabajo, las mujeres -teniendo todas las oportunidades para ingresar en el mercado de trabajo- prefieren quedarse en sus casas. Aquí hay un problema fundamental de articulación de competitividad laboral, calidad de vida, identidad y autorrealización, porque es una sociedad que ha podido resolver el problema de la incorporación femenina en el mercado de trabajo, pero no la sustituibilidad del trabajo doméstico, lo que genera una presión de cargas y sobrecargas que hacen a la mujer salirse del mercado de trabajo.

El factor dinámico central en el modelo propuesto es el desarrollo de las capacidades de los individuos como colectividad -es decir, la capacidad social- para confrontar las dificultades, aprovechar las oportunidades, obtener logros con visión de largo alcance y generar procesos de seguridad ante el futuro.

La articulación entre sociedad civil y sociedad política: un eje dinamizador para la sostenibilidad

De lo anterior se desprende que, para ampliar las posibilidades de un desarrollo sostenible centrado en la calidad de vida, debería de haber una interacción positiva entre la sociedad civil y la sociedad política. Por el lado de la sociedad política, ello implica a su vez una redefinición de los roles que juegan muchos actores importantes dentro de esta sociedad.

Dos cuestiones fundamentales en este respecto son la credibilidad y la legitimidad, dado que su convergencia permite mover voluntades para dinamizar esa capacidad de confrontar dificultades y tomar decisiones. Por lo tanto, también debe tomarse en cuenta la necesidad de actores sociales formalmente constituidos y vigorosos, y el problema de la representatividad. Por ejemplo, en Costa Rica, si bien las asociaciones de empresarios representan muy claramente los intereses de sus asociados, no siempre se puede decir lo mismo de las organizaciones de trabajadores.

Otra faceta problemática de la interacción entre sociedad política y sociedad civil son los niveles de desarrollo desigual dentro de los actores y la necesidad de procesos permanentes y sostenibles de calificación para que estos actores puedan estar en capacidad de ejercer de manera activa y decidida su rol de negociación.

Desde la perspectiva de la interacción entre sociedad política y sociedad civil se replantea el problema de la negociación, cuando se trata de articular lógicas contradictorias en lo económico, lo social y lo ambiental. Ello sucede cuando lo económico es destructivo del ambiente y la historia, e irrespetuoso de las personas, lo ambiental lleva a posturas irracionales de conservación o a una noción de ecología utópica -donde lo importante no son las personas sino los árboles- y lo social se entiende desde una óptica asistencial que fomenta el paternalismo.

La articulación de estas lógicas contradictorias puede ir dándose a partir de una serie de elementos alrededor del desarrollo sostenible con capacidad de interpelación. Uno de estos elementos es la capacidad de la noción de sostenibilidad para articular lógicas que han sido analizadas de forma aislada; por ejemplo, no sólo preocuparse por cuántos animales debieron morir para poder producir un maletín, sino sobre todo cuánto fue el salario de las mujeres que lo cosieron, cuánto debieron haber sacrificado de su tiempo y de su calidad de vida, y qué sentido humano puede tener todo ello.

Otro elemento tiene que ver con la complementariedad real y efectiva entre el Estado, el mercado y la sociedad civil. La naturaleza de esta complementariedad no se resuelve con su simple postulación, pues también es una cuestión de saber cómo reestructurar cada uno de estos ámbitos, sin perder lo que cada uno de ellos permite hacer bien.

En este respecto, la experiencia dice que el mercado no ha podido resolver el problema de la pobreza: entre 1950 y 1980, las economías latinoamericanas crecieron en forma bastante satisfactoria, pero la distribución de los ingresos no mejoró y la pobreza siguió creciendo. Entonces, la articulación de complementariedad Estado - sociedad civil implica corregir las fallas del mercado como asignador de recursos.

En tercer lugar, la articulación de complementariedad implica fortalecer las capacidades de demanda y gestión de la sociedad civil, reconociendo la existencia de ámbitos en que la

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