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Psicoanálisis De Las Interdependencias En El Cine; "Claroscuro"


Enviado por   •  14 de Junio de 2012  •  2.401 Palabras (10 Páginas)  •  1.434 Visitas

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Psicoanálisis de las Interdependencias en el cine; "Claroscuro"

Inés Josefina Puig 1

Deseo referirme al caso clínico de una psicosis y su constelación familiar, presentado en la película (australiana) "Shine" traducida como "Claroscuro".

En inglés shine significa: brillo, lustre, brillar, relucir.

En ella podemos ver la evolución convencional que suele ocurrir en estas enfermedades, seguida de un final no convencional y sin embargo, posible, a partir de ciertas características de vincularidad que resultaría conveniente poder pensar a la luz de las ideas del profesor Jorge García Badaracco.

Quiero mencionar que no me ocuparé del aspecto diagnóstico detalladamente, ya que si bien lo considero sumamente importante, merecería otro desarrollo diferente al de este ejercicio de psicoanálisis aplicado.

El argumento de la película describe la vida del pianista australiano David Helffgot, quien luego de triunfar como niño prodigio y adolescente destacado, padeciera una enfermedad mental grave mientras estudiaba en Londres a finales de los sesenta y fuera tratado con electroshock. Posteriormente fue internado durante más de veinte años en un hospital psiquiátrico de su país, y tratado con psicofármacos casi exclusivamente. Además, al no ser retirado por su familia a pesar de tener su alta, sufrió de hospitalismo. Hasta aquí es una historia muy común en nuestro medio, pero luego tuvo la oportunidad de ser diferente y generar su propio brillo (shine).

Con esta breve referencia sería fácil pensar en un desarrollo esquizofrénico de un joven que se enfermó al encontrarse alejado de su familia y tal vez influido por la exigencia a la cual se encontraba sometido. A fin de cumplir con la beca y habiendo sido tratado con electroshock y psicofármacos seguido de internación psiquiátrica, lo usual era suprimir el factor que desencadenara su crisis psicótica prohibiéndole ejecutar música por sí mismo, como le dijera su médico; "el fruto prohibido".

Otra lectura permitiría entender, por un lado, su desarrollo psicótico como producto de una red de interdependencias patológicas y patógenas con un objeto enloquecedor representado particularmente por aspectos sádicos del padre y por otro, su recuperación, apoyada en interdependencias normogénicas con otras relaciones más sanas favoreciendo así el surgimiento de recursos yoicos nuevos.

Volviendo a la narración original describiré la constelación familiar. David aprendió a tocar el piano de la mano de su padre. Este hombre era un inmigrante polaco, judío y pobre. Era sumamente rígido, autoritario, despectivo, competitivo con su hijo, y no podía dejar de serlo, repitiendo este modo de ser compulsivamente, pero también gozaba de una aguda sensibilidad musical la cual le permitiera enseñar a todos sus hijos a tocar el piano, que a su vez él había aprendido como autodidacta.

Podía a veces ser cariñoso con su hijo a quien no podía amar sino narcisísticamente, ya que lo necesitaba con desesperación para que lo rescatara de su mediocridad y le proporcionara el reconocimiento que no había podido tener de su propio padre.

El abuelo de David y toda su familia habían muerto en los campos de exterminio, durante el régimen de ocupación nazi en Europa. Había sido a su vez muy religioso, estricto y cruel.

Una y otra vez el padre de David relataba una vivencia traumática infantil que muestra el inicio de las interdependencias patógenas o quizás sólo una pequeña parte de una intrincada red transgeneracional de las mismas. La situación fue más o menos así: él deseaba fervientemente aprender a tocar el violín y era pobre, entonces, trabajó ahorrando su salario para poder comprarse uno y lo consiguió con mucha alegría; pero el abuelo sentenció: "nada de música en esta casa" y sin más ni más lo hizo añicos contra el suelo.

En relación a este hecho le decía a su hijo, "eres un chico muy afortunado David, porque hay música en esta casa", a la vez le ordenaba: ¡repítelo David!, ¿Quién puede así sentirse afortunado?, recordamos a Bateson y su concepto del doble vínculo.

Podría apreciarse aquí que el padre le hacía vivir a David la violencia y el sufrimiento que, previamente le hiciera padecer el abuelo. Podría pensarse que en la compulsión a la repetición del padre, había un intento de elaboración de aquella situación traumática pero que sin embargo y sin saberlo, se convertía en una nueva situación traumática, esta vez para su hijo y él se transformaba en un objeto enloquecedor al generar un clima autoritario, hostil, ansioso, arbitrario, que le impedía a David ser auténticamente: él mismo.

Dicha situación queda ejemplificada en el modo de hablar que tiene el protagonista con sus hermanas: tranquilo y seguro, a diferencia del estilo temeroso, dubitativo y monocorde en presencia de su padre. Al irrumpir su psicosis franca, y luego durante el período crónico, el hablar de David se fue haciendo cada vez más inseguro, repetitivo y por momentos aparentemente incoherente aunque siempre dotado de notable lucidez.

Volviendo a la historia, encuentro que la madre era una mujer callada, sometida al autoritarismo de su marido y que se mantenía distante y temerosa. De este modo, no lograba neutralizar el clima destructivo generado por el esposo aunque debe haberle proporcionado a su hijo algo de la calidez que luego encontró en las tres mujeres que lo ayudaron a salir de sus tinieblas.

Vivían en una casa humilde de los suburbios y los ingresos provenían del trabajo sencillo del padre como recolector de objetos arrojados como desperdicios, y que luego vendía.

Las hermanas percibían la situación familiar con bastante claridad y buscaban su autonomía a través de la relación entre ellas, con la madre y algunas amistades (generalmente prohibidas por el padre). Si bien vivían todos en ese clima terrible, las grandes expectativas y exigencias de los padres y aun de las hermanas, estaban puestas en el varón quien debía ganar los concursos de piano en los cuales era presentado por el padre. Demasiado velozmente se le exigía a David ejecutar piezas más difíciles cada vez hasta que, siendo un niño todavía, quiso aprender el concierto número 3 de Rachmaninov, el más difícil del mundo, según se dice. Esto no era más que un intento de realizar el deseo paterno. Su profesor de piano protestó enérgicamente: "¡qué sabe un niño de esa clase de pasión!".

Este profesor Rosen fue el primero en comprender el talento de David, ayudarlo a crecer y brindarle su apoyo, rescatándolo de las exigencias desmedidas del padre. Pero su maestro era homosexual,

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