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Rasgos de Jesús Resucitado


Enviado por   •  24 de Mayo de 2012  •  Monografías  •  1.881 Palabras (8 Páginas)  •  305 Visitas

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Rasgos de Jesús Resucitado:

I. La transformación en general CUERPO-GLORIOSO RS/CUERPO:

1. Si la salvación se revela en el cuerpo, el cuerpo resucitado tiene

que ser completamente distinto del cuerpo de esta existencia

histórico-temporal. En realidad hay entre ambas formas de existencia

una diferencia esencial. La resurrección no es la recuperación del

cuerpo abandonado por el alma ni la continuación de la vida anterior,

sino el principio de una vida nueva. El resucitado no es devuelto a

ninguno de los estados de su existencia histórico-temporal, sino que la

resurrección implica una transformación. El error de los ilustrados

saduceos consistía en que no podían imaginar la resurrección más que

como la restauración de la vida corporal interrumpida por la muerte.

Cristo les dice que el cuerpo resucitado y el cuerpo histórico existen de

maneras distintas. San Pablo llama locas a tales ideas, también difundidas en Corinto. Como la semilla es arrojada a la tierra y debe morir, para que de ella

nazca la planta, el cuerpo debe pasar también por la muerte, para

poder sobrevivir en la existencia nueva. El punto de comparación es la

transformación, que es la categoría apropiada para entender el cuerpo

resucitado.

La transformación no resulta de un proceso evolutivo orgánico; es

obrada por Dios (I Cor. 15, 38; 52; 57). Es gracia (II Cor. 1, 9; Col. 1,

4).

2. La idea de la transformación nos sale al paso en la liturgia. Está

también a la base del prefacio de difuntos, cuando dice que la meta

definitiva del hombre sólo se alcanza en la resurrección de los muertos.

"En verdad es digno y justo, equitativo y saludable darte gracias

siempre y en todas partes, Señor, Santo Padre, Omnipotente, Eterno

Dios: Por Cristo nuestro Señor. En el nos brilla la esperanza de una

bienaventurada resurrección. Aunque nos contrista nuestra suerte

mortal cierta, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Pues

a tus fieles, Señor, no les puede ser quitada la vida, sino transformada.

Cuando este albergue de su peregrinación por la tierra se convierta en

polvo, les estará preparado una eterna morada en el cielo."

3. Ser resucitado no significa, por tanto, continuar sin fin la existencia

terrena e histórica. Tal idea estaría en directa contradicción con la

revelación de la resurrección de los muertos. Con su inagotable fuerza

creadora Dios resucitará a los hombres con otro cuerpo distinto del de

la experiencia e imposible de describir con los medios de nuestro

conocimiento empírico. Entre la existencia terrena y la existencia

resucitada hay, sin duda, una relación, pero a la vez se extiende entre

ambas formas de existencia un abismo imposible de traspasar con las

fuerzas humanas. El camino de una a otra pasa por la muerte y por la

transformación condicionada por la muerte y obrada por Dios. Sin esta

transformación nadie puede ser partícipe de la existencia resucitada.

Pero la transformación es totalmente acción de Dios. Es un milagro

incomprensible. La comparación del apóstol con la transformación de

la semilla no puede, según eso, ser exagerada. Simboliza la alteridad

del cuerpo resucitado frente al cuerpo histórico, pero no puede explicar

la razón de la transformación del cuerpo terreno en un cuerpo celestial.

Mientras que la transformación de la semilla se mantiene en el marco

de sus leyes inmanentes, la transformación del cuerpo histórico en

suprahistórico no puede ser explicada por la acción de leyes naturales.

Para ello se necesita más bien una intervención graciosa del misterioso

poder divino.

3.

1.Cualidades del cuerpo glorioso ;

Sobre el modo de ser del cuerpo transformado poco nos dice la

Escritura. En definitiva, es un misterio incomprensible. En la Escritura

es comparado el cuerpo resucitado al cuerpo glorioso de Cristo, que

es el prototipo y modelo de la futura transfiguración. El futuro cuerpo

resucitado ya no estará esclavizado a las leyes del espacio y del

tiempo, aunque -como el cuerpo de Cristo- quedará unido de algún

modo al espacio y al tiempo.

1. En particular San Pablo, en la epístola a los Corintios enumera las

siguientes propiedades del cuerpo resucitado: está dotado de

perennidad, fuerza y gloria, mientras que al cuerpo histórico-temporal

inhieren la caducidad, debilidad y deshonor.

La perennidad es a los ojos del Apóstol un bien extraordinariamente

grande. La caducidad es signo

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