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El Autismo Sindrome


Enviado por   •  21 de Octubre de 2012  •  Ensayos  •  2.688 Palabras (11 Páginas)  •  366 Visitas

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AUTISMO

El autismo es un síndrome que estadísticamente afecta a 4 de cada 1,000 niños; a la fecha las causas son desconocidas, aún y cuando desde hace muchos años se le reconoce como un trastorno del desarrollo.

Salvo contadas excepciones, el autismo es congénito (se tiene de nacimiento) y se manifiesta en los niños regularmente entre los 18 meses y 3 años de edad. Los primeros síntomas suelen ser: el niño pierde el habla, no ve a los ojos, pareciese que fuese sordo, tiene obsesión por los objetos o muestra total desinterés en las relaciones sociales con los demás. En algunas ocasiones puede llegar a confundirse con esquizofrenia infantil.

Existen múltiples estudios genéticos que relacionan los cromosomas 5 y 15 con el autismo así como otros que buscan vincularlo con cuestiones biológicas como vacunas e intoxicación de metales. A la fecha, ninguno de estos estudios ha logrado sustentar su teoría y por lo mismo, no se puede precisar el origen mismo del síndrome.

“El autismo es un síndrome que afecta la comunicación y las relaciones sociales y afectivas del individuo”.

He aquí la historia de Mike, un niño Autista, contada por su madre, la doctora Amy Holmes que se consideraba a sí misma “médico muy tradicional”…cambió de idea con lo de su hijito después de ver como se curaba con “otros medios” no tan tradicionales.

Médico Amy Holmes y su esposo, Charlie, son los padres de Mike, nacido en 1994, cuyo autismo llevó a Amy a convertirse en doctor a enfocar sus esfuerzos en la investigación del papel del mercurio en causar síntomas autistas. La familia vive en Louisiana. Esta historia fue escrita en Octubre del 2002.

Antes fui un médico “muy tradicionalista”. Hice todo de acuerdo a lo indicado en los libros. Se me enseñó que, “si no es un fármaco, no funciona”, y “los padres saben absolutamente nada”. Y realmente creí esto.

Después de 15 años de tratamientos de fertilidad, tuve a mi primer y único hijo, Mike. El fue normal y bastante saludable al nacer. A los seis meses él era un bebe muy feliz. El también tenía muy buenas, si no es que excepcionales, habilidades sociales para un infante. Para la edad de un año, él tenía de 20 a 25 palabras en su vocabulario, y su desarrollo era normal en todos los sentidos.

Pero alrededor de los 14 a 15 meses de edad, el empezó a “ausentarse”. Lo anterior fue más notorio debido a la desaparición de su contacto visual. Recordando el pasado, veo sus fotos claramente mostrando su retroceso. El cambió de un amoroso, social niño a un desencantado, desastre sin respuesta. El empezó a tratar a mi esposo Charlie como un mueble, y el podía pasar horas sosteniendo dos hojas y con la vista perdida las hojas. Charlie y yo sabíamos que algo le había pasado a él dentro en tal período tan corto de tiempo, pero no teníamos idea alguna de lo que podía ser. Iniciamos nuestra aventura para encontrar una respuesta; y cuando eventualmente descubrimos las respuestas, nos quedamos impactados.

Llevamos a Mike con su pediatra el cual simplemente nos dijo, “Los niños tardan más en hablar”. Nosotros sabíamos más que él. El no tuvo una explicación del porqué Mike había empezado a hablar y luego porqué dejó de hacerlo. Finalmente visitamos a un pediatra neurólogo de nuestra área, y Mike fue diagnosticado con autismo “severo” – no solamente autismo, sino un caso de extremo de autismo. El neurólogo pediatra sugirió que probáramos diferentes tratamientos, tal como la terapia de lenguaje, ABA, y fármacos “alteradores de la mente”; pero ella también dijo que estos tratamientos no serían de mucha ayuda para él. Como usted se puede imaginar, esto fue increíblemente difícil para mí como para Charlie de asimilar: primero, decirnos que nuestro hijo tenía un caso severo de autismo y segundo, decirnos que muy poco se podía hacer para ayudarlo. (Desafortunadamente, ahora entiendo que nuestra situación no era la única – muchas familias están en la misma situación hoy en día).

Seguimos el consejo no tan alentador del neurólogo e inclusive intentamos tratamientos adicionales, tales como terapia de juego, Tiempo de Piso (Floor Time), entrenamiento integral auditivo, terapia ocupacional, y algunos tratamientos de nutrientes/biomédicos tales como IVIg, dieta GFCF, vitamina B6 con magnesio, y dimetiglicina (DMG). Observamos algunas mejoras de estas intervenciones, pero Mike seguía siendo autista. Estábamos desesperados – Mike tenía tres años y medio (Marzo de 1999), y nunca había hablado.

Escuché acerca de un médico sensacional en Baton Rouge, Louisiana, la Dra. Stephanie Cave. Llevé a Mike para que lo consultara, y ella realizó varios tipos de pruebas biomédicas, incluyendo pruebas de intoxicación de metales en su cabello. Sorprendentemente, Mike no tenía niveles altos de mercurio en su cabello. Mi esposo y yo empezamos a sospechar que Mike sufría de intoxicación de plomo. Es importante notar que su mercurio estaba en un nivel no detectable; explicaré esto en detalle más adelante.

Entonces empezamos el tratamiento normal para remover el plomo del cuerpo de Mike. Esto involucró darle DMSA (Chemet) durante dos semanas y media. En este período corto de tiempo, empezamos a notar una mejoría en su lenguaje receptivo y atención. El también estaba menos “perdido”. Sentimos que estábamos en el camino correcto, pero no estábamos seguros en donde el camino eventualmente iba a terminar.

Durante los siguientes cuatro meses, no observamos ninguna mejoría adicional en Mike; y obviamente, queríamos mucha más. Repetimos el tratamiento de dos semanas y media de DMSA, y permitimos que su cabello creciera. Su nivel de plomo era mucho más bajo en esta ocasión, pero seguía siendo un nivel no aceptable. De manera intrigante, su nivel de mercurio era extremadamente alto; pero en ese momento de nuestras vidas, nos estábamos enfocando en el mercurio.

A pesar de que Mike se estaba poniendo mejor, él seguía siendo bastante autista. Sabía que algo se me estaba escapando, pero no sabía que era. Entonces revisé los resultados de laboratorio de Mike, y luego el nivel alto de mercurio mostrado en su última prueba de cabello me puso a pensar. Sabía que el mercurio era una toxina altamente peligrosa para las neuronas, y sabía que muchas vacunas contenían el conservador thime rosal. Decidí sumar todo el mercurio al que Mike se había expuesto debido a sus vacunas, sin considerar otras posible fuentes de mercurio, tales como el pescado. Cuando terminé, descubrí que él había recibido 212.5 mcg de mercurio, lo cual sobrepasa por mucho cualquier estándar gubernamental de exposición al mercurio para los adultos.

En ese momento, no podía, como otros,

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