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La cultura popular y el surgimiento de la cultura de masas MICHEL DE CERTEAU EN LA INVENCION DE LO COTIDIANO


Enviado por   •  8 de Abril de 2018  •  Exámen  •  2.761 Palabras (12 Páginas)  •  254 Visitas

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LA CULTURA POPULAR

  1. SURGIMIENTO DE LA CULTURA DE MASAS
  2. MICHEL DE CERTEAU EN LA INVENCION DE LO COTIDIANO

¿Qué función social cumplió la cultura de masas en su surgimiento, cómo describirías la matriz masificadora y cuál es su participación en la dinámica cultural que plantea la hegemonía?

El surgimiento de la cultura de masas forma parte de una variedad de movimientos, que cobran impulso a partir de mediados de siglo XIX, en los que se incluye la constitución de las masas en clase y la disolución de las diferencias sociales (Barbero, 1987). Todo esto está inmerso en un contexto de Modernidad[1] en el que la sociedad y el Estado ya no están separados, sino que “surge una esfera social repolitizada que borra la diferencia entre lo público y lo privado” (Habermas, 2009: 173). Jesús Martin Barbero señala que estos movimientos se articulan generando como consecuencia un cambio en la función social de la cultura que en vez de marcar las diferencias se transforma en el lugar donde se encubren y niegan esas diferencias. (Barbero, 1987). Además, Martin Barbero destaca que “lo masivo se gesta lentamente dentro de lo popular” pero esta acción “no podía hacerse efectiva sino cuando, al transformarse las masas en clase, la cultura cambiara de oficio, y se convirtiera en espacio estratégico de la hegemonía pasando a mediar, esto es, cubrir las diferencias y reconciliar los gustos” (Barbero, 1987:135).  

Esta nueva sociedad estatalizada/Estado socializado se caracteriza por una participación de las mayorías en los espacios públicos y una desacralización de la administración pública junto con una división del trabajo y consolidación del mercado, lo cual habilita todo un nuevo modo de organización de la sociedad al que la cátedra denomina “matriz masiva”. Este concepto da cuenta de un régimen de inteligibilidad complejo y multidimensional que se distingue por tender a la homogeneización de los sujetos y sus prácticas como así también a la uniformidad de temporalidades, racionalidades y criterios.   Para esto, la matriz masificadora se articula con la matriz popular de tiempos largos. Este “principio organizador de lo universal”, surgido de las entrañas de la cultura popular a la que modifica pero que a su vez lo condiciona para su existencia, lleva a la construcción de un nuevo sujeto moderno libre configurado por dos agentes, el mercado y el Estado, que contribuyen a la formación de la comunidad imaginada[2]. La matriz masiva debe hacer un trabajo sobre el otro, en tanto sujeto de la cultura popular para incorporarlo a la nueva sociedad, absorbiendo las diferencias, borrando las particularidades y cubriendo el conflicto de clase de tal forma que lo que quede en la superficie sea una nueva identidad inscripta en la nación en tanto “conciencia colectiva que liga  a sus miembros en el interior de una misma unidad” (Ortiz, 1995:1). Para lograr esto, la “matriz masiva” selecciona narrativas, contenidos, imágenes pertenecientes a la cultura popular y procede a desactivar cualquier posible conflicto, a actualizarlas en el nuevo escenario (la ciudad, el trabajo, la ciudadanía) con el fin de interpelar a la masa y que ésta se reconozca en ellas. Por ejemplo, la comedia del arte  rescata elementos de la matriz cómica popular (Carnaval y sus personajes locales) pero aggiornado por la profesionalización de los actores y las compañías estables junto con el borramiento de origen de cada personaje y de su espíritu itinerante.  “La cultura de masa opera sobre la cultura popular, activando y deformando, al mismo tiempo señas de identidad de la vieja cultura popular e integrando al mercado nuevas demandas de las masas” (Barbero, 1987: 135).  

Por último, Barbero, manifiesta que cuando las masas aparecen lo que ocurre en las culturas sólo se puede entender en su articulación a las readecuaciones de la hegemonía”, puesto que ésta plantea una dinámica cultural en la que la matriz masiva es el elemento aglutinante para lograr la adhesión de las masas al nuevo modo de organización.  

El concepto clásico de hegemonía piensa la dimensión coercitiva como dominación de clase por parte de los aparatos del Estado de una manera efectiva mientras que la dimensión del consenso conlleva cierta aceptación mayoritaria de la orientación ideológica y aceptación de clase. Se produce un poder sutil arraigado en lo ideológico, por el cual se naturaliza la dominación. En este punto, los Estudios Culturales de Birmingham rescatan la postura gramsciana que revela que la cultura se halla en pie de igualdad con el factor económico. Ya no se trata de imponerse al otro por parte de los dominantes en pos de la ganancia solamente sino que en el nuevo contexto de formación de los estados naciones con sujetos autónomos y libres no será la coerción el elemento definitorio sino la seducción al otro, convencerlo a partir de un proceso en el que interviene el sentido común en tanto que “conglomerado indigesto” donde conviven las verdades aceptadas por todos. Desde la teoría gramsciana, se sostiene que la cultura no es puro reflejo de lo material, sino que va formando y produciendo lo material, en una idea y vuelta entre lo material y lo simbólico, en el que ninguno es autónomo ni determinante sobre el otro. Siguiendo esta línea, Raymond Williams afirma que “la hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida (…) y sus formas de dominación  y subordinación se corresponden más estrechamente con los procesos normales de la organización y el control social en las sociedades desarrolladas (Williams, 2000: 131-132). Aparece como una simple experiencia y formando parte del sentido común, termina modelando las relaciones de la vida cotidiana de los sujetos. Al decir de Williams, la hegemonía incluye a la cultura y la excede. Los sujetos están dentro de esta cultura de masas, establecen relaciones personales directas y comprenden el mundo a través de ella e interactúan con él. Al ser naturalizadas por un consenso que remite al sentido común, no se evidencia la dominación. Los Estudios Culturales entienden que la hegemonía es un proceso activo, ni fijo ni absoluto, compuesto por un complejo de experiencias, prácticas y discursos que tienen límites y presiones específicas y cambiantes, en la cual la matriz masiva participa mostrando una dinámica cultural compleja  puesto que como proceso social constante, la hegemonía implica resistencias por parte de los subordinados, razón por la cual la hegemonía va a ser frecuentemente renovada, recreada, defendida y modificada. Además de las resistencias, puede haber limitaciones o alteraciones que no le son propias; por lo tanto se debe tener en cuenta lo contra hegemónico y la hegemonía alternativa, que son elementos reales y persistentes de la práctica. En consecuencia, la matriz va a mediar, siendo su principal objetivo controlar, transformar o incluso incorporar lo que cuestiona o amenaza ese lugar hegemónico. Williams rescata el consenso en el aspecto hegemónico. Señala que la cultura junta las clases entre sí, busca lo que hay en común, a pesar de las diferencias; la solidaridad es el fundamento de la sociedad. Para él, la disputa debe conducir a la conciliación y el escenario de disputa es la tradición selectiva.  El caso de los manteros de Once muestra cómo esta dinámica se pone en juego cuando la clase dominante opera sobre los vendedores ambulantes (quienes se habían apropiado del espacio y formaban parte de él) y recibe la adhesión de los vecinos y comerciantes, formando un nosotros contingente, al mostrar los beneficios de erradicar  a los manteros de ese lugar, garantizando valores que están en el sentido común como mayor seguridad, más limpieza y la elevación en el valor monetario de sus viviendas y comercios aun cuando tuvieran que modificar prácticas en las que interactuaban con los manteros ( comprar un café o pañuelos en la calle) sin olvidar que el poder hegemónico también les ofreció incorporarlos bajo ciertas condiciones. Algunos fueron incorporados y otros quedaron afuera. Estos hechos fueron representados y formateados según la lógica de los medios de comunicación que como mediadores entre las experiencias cotidianas e imaginarias los transmitieron en vivo a nivel nacional con la suficiente eficacia ejemplificadora y correctiva.

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