A lo largo de este milenio, se ha observado las iniciativas de varios países de legitimar la unión entre personas del mismo sexo, ya sea la aprobación de la unión civil o el matrimonio homosexual.

A lo largo de este milenio, se ha observado las iniciativas de varios países de legitimar la unión entre personas del mismo sexo, ya sea la aprobación de la unión civil o el matrimonio homosexual. Estas medidas surgen del deseo de los miembros de la comunidad LGTB de que se ratifique la condición de su relación como igualitaria a la de una pareja heterosexual. Por otro lado, siguen existiendo países en los que la homosexualidad o las “faltas contra el decoro” son penadas con multas, estadía en la prisión que puede prolongarse hasta cadena perpetua e, incluso, la muerte. En este discordante contexto, el Perú se encuentra en una situación ambigua ya que, a pesar de que no existe legislación alguna que promueva la discriminación o violencia contra estas minorías y se haya constatado la protección a la comunidad LGTB con la ratificación a la “Declaración de la ONU sobre Orientación Sexual e Identidad de Género”, no se ha creado ni se ha hecho ninguna modificación a la ley que promueva la unión en parejas del mismo género y una gran parte de la sociedad civil sigue realizando prácticas discriminatorias contra los homosexuales. Estos hechos se manifestaron de manera evidente en el debate por la Ley de Unión Civil realizado en marzo, en la que miembros de partidos y la sociedad evidenciaron su oposición a la promulgación de esta ley con argumentos falsos, ideas instituidas a lo largo de la historia acerca de la visión del homosexual o el transgénero.

Varios argumentos en contra de la ley de unión civil revelaron la mentalidad homofóbica peruana, en la que el grupo hegemónico heterosexual etiqueta y estigmatiza como desviados a todos aquellos que no rijan su vida como sus normas, sean estas jurídicas, sociales, morales o religiosas, lo estipulan, dándoles a los que no pertenecen a ese grupo un carácter antinatural o extraño. La sexualidad, definida como “conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan el sexo de cada individuo” (RAE, 2001), con todos los elementos históricos, sociales, culturales y espirituales que influyen en ella (OMS, 2006), es defectuosa, según la mayoría, si sus componentes de vinculación afectiva y erotismo no están asociados al otro género, o si no busca la procreación. Como todo tipo de discriminación en el Perú, la homofobia es negada o naturalizada, por lo que nos encontramos en un ambiente en que los discriminadores tienen la idea de que no están haciendo nada mal, o que el trato desigualitario es justificable o “como debería ser” y se apoyan en la mayoría para explicar los comentarios o actos que muestran su aversión a la comunidad LGTB. Así, en la sociedad civil, los prejuicios, nominaciones despectivas y estereotipos creados a lo largo de la historia por un grupo mayoritario que busca reafirmar su supremacía son libremente utilizados por la prensa popular (periódicos chicha) y esto, a su vez, naturaliza el uso de estas apreciaciones negativas y excusa los actos violentos que se perpetran contra los homosexuales, por lo que es una relación constante de influencia mutua.

En el Perú, se pueden encontrar diversas características al analizar la homofobia. En primer lugar, esta se presenta en la sociedad civil peruana con una condición dual contradictoria. Primero, el agresor busca afirmar su tolerancia hacia la comunidad LGTB, para demostrar que es una persona de pensamiento abierto y moderno. Sin embargo, al primer comentario se le agrega un conector adversativo (pero, no obstante, etc.) al que le sigue una observación que niega toda apertura a la homosexualidad. Un claro ejemplo de esto es el comentario emitido por Philip Butters en su programa radial, en respuesta a la intervención vía telefónica de la activista del Movimiento Homosexual de Lima Q’antu Madueño con motivo de la actividad “Besos contra la homofobia”, en la que el conductor, tras haber mantenido una conversación en la que tomaba el rol del más experimentado y conocedor, en modo de conclusión afirmó que: “[…] yo por la mañana voy al nido de mi hija y si veo a dos lesbianas u homosexuales chapando les pido que por favor se vayan a la primera y segunda, a la tercera ya los estoy pateando” (Butters, 2011). Esta interpretación, a pesar de provenir de una figura pública que suele realizar declaraciones arbitrarias, puede ser tomada como una expresión que concuerda con el pensamiento de una gran parte de los peruanos, como lo ejemplifican comentarios como “TODO MI APOYO A TUS OPINIONES AMIGO PHILP SON LAS MIAS TAMBIEN Y DE LA MAYORIA DE PERUANOS [sic]”, “Yo tambien [sic] le sacaria [sic] la MIERDA a un cabro que se bese en frente de mi [sic] hijas” afirmados por Ricardo Benjamín Briceño Abanto (2014) y bewaresuckers80 (2014). En segundo lugar, la necesidad de afirmar la masculinidad o llevar a cabo el arquetipo de “macho latino” se distingue con gran fuerza en la discriminación a los homosexuales y la percepción que se tiene de ellos. Para Cáceres, la visión del homosexual varía según el nivel socio-económico, ya que se ha mostrado que en los sectores urbanos pobres se tiene la imagen del gay como pasivo o pseudo-mujer, mientras que en los sectores de clase media predomina la concepción influida por la medicina psiquiátrica (2002: 147). Por eso, es más común que en los sectores populares existan hombres heterosexuales que creen que una relación con un gay no es una afrenta a su masculinidad, ya que no sería considerada como una relación homosexual, mientras que eso no pasaría en los sectores medios. Por último, hay creencias universales que exceden las diferencias económicas: las visiones de la causalidad de la homosexualidad y el contagio. Entre las causas se encuentra la del homosexualidad desde el nacimiento, que a pesar de constatarse como la más científica e imparcial, tiene un carácter de defecto o malformación; la referida a vivir en un ambiente rodeado de mujeres, la ausencia de una figura paterna o masculina o la sobreprotección en la infancia del niño; e, incluso, se cree que la persona puede volverse homosexual como consecuencia de una violación sexual. Acerca del contagio, es frecuente escuchar que los padres busquen evitar que sus hijos formen amistades con una persona homosexual ya que piensan que esta pueda “convertirlo”, como si fuese una enfermedad.

En lo que se refiere a la discriminación a la comunidad LGTB en la prensa popular peruana, los prejuicios anteriormente explicados de la sociedad se exponen e intensifican en este tipo de medios. Es importante señalar que al menos un 79% de los peruanos afirma leer el diario una vez a la semana, sea de manera física o virtual, y que los diarios que se consumen con mayor frecuencia son los del grupo El Comercio (Ipsos, 2013). El diario cuyos titulares y noticias se recuerdan más es el Trome,

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