AITANA

Noto como el sol me da a la cara hasta que consigue despertarme por completo, Daren está dormido aún y por lo que se ve, tardará en levantarse. Aprovecho ahora que no hay aún nadie despierto y me voy a dar una vuelta por el desierto para despejarme un poco.

Me pongo mis sandalias y mi túnica vieja que hace conjunto con el color oscuro de mi piel.

 Hoy, el sol es abrumador, más de lo normal, aunque aquí en Kenia siempre haga este clima.

 Después de un rato caminando, a lo lejos veo lo que parece ser una niña y cuando por fin la alcanzo, observo su rostro: en su mano sostiene un caballo pequeño hecho de madera, es preciosa, con unos enormes rizos negros que le hacen conjunto con su piel chocolate, pero, está pálida, como sedienta.

- Hola, me llamo Sule, tengo 13 años y vivo por aquí cerca. ¿Qué hace una chica como tu sola por aquí?

 - Hola, me llamo Kia y tengo 11 años, llevo días caminando sola sin rumbo por el desierto y horas sin beber una gota de agua.

Yo preocupado, le digo que venga al poblado que yo le daría agua y alguna de sus necesidades más. Ella acepta y vamos los dos hacia el poblado.

Cuando llego, Tia Jahia me espera sentada fuera de la cabaña con el desayuno preparado y por lo que se puede ver, son costillas de cebra, mis favoritas. Mira extrañada a Kia, por eso le explico todo lo que ha pasado e invita a Kia a chuletas.

Tia Jahia parece contenta y unos segundos después nos da la gran noticia. Todos los años viene gente de países más ricos como de Francia, Italia e Inglaterra pero sobretodo de España y traen medicinas, curan a la gente, juegan con nosotros… Tia Jahia dice que vienen dentro de tres días. Tengo muchas ganas la verdad.

Kia oye asombrada ya que nunca nadie había ido a ayudar a su familia, a ella o cosas por el estilo así que está bastante ilusionada.

Tres días después, me levanto con entusiasmo, me pongo mi mejor túnica y despierto a Daren y a Kia. Todos los del poblado estamos esperando el momento ya que en un poblado tan pobre como este nos va bastante bien que vengan a ayudarnos.

Hay gente preparando a los animales para ser comidos, poniéndose su mejor ropa aunque la mayorÍa no tienen más de una túnica, preparando la mejor bienvenida…

Y, por fin, unas horas después llega una furgoneta con una cruz de color rojo pintada en ella.

¡Son ellos, son ellos! - gritan con felicidad los niños del poblado.

Se instalan en nuestra mejor cabaña y preparan todas esas máquinas para ver cómo están las personas y la gente ya está haciendo cola para que les atiendan. kia, Daren y yo estamos por el final pero en unas horas espero que nos atiendan. Por desgracia, cierran, apagan sus artilugios y dicen que continuarán mañana por la mañana porque hoy están agotados por el viaje. Pero, lo más extraño es que kia se alegra de que hoy no nos puedan atender, es como si escondiera algo.

Al día siguiente nos ponemos los primeros en la cola. Primero paso yo y por suerte estoy sano aunque me han pinchado con una aguja muy larga, ellos lo llaman vacuna. El segundo en entrar es mi hermano Daren que por lo visto tiene gripe ya que llevaba unos días con dolor de cabeza y mocos y le han dado unas pastillas. Por último entra Kia que parece preocupada cuando sale, le pregunto que como ha ido la visita pero no quiere contarme nada por lo que yo me acerco un momento a la cabaña de los médicos y me cuentan que Kia tiene algo muy malo, lo llaman cáncer y es de pulmón. Estoy muy preocupado por ella porque parece muy grave y no creen que se recupere. Ya entiendo porque Kia no quería contármelo.

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