Aborto

Desde hace siglos, el acto de quitar la vida ha sido fuertemente condenado por la mayoría de las religiones y filosofías. Las leyes internacionales de derechos humanos han buscado en cambio, el hacer respetar estos derechos inviolables a través de varios tratados. La vida de un individuo está claramente protegida y el Estado no puede quitársela arbitrariamente.

El Derecho a la vida, es el derecho humano básico, porque su reconocimiento posibilita todos los demás derechos. La vida es inherente a la persona humana, de modo que no es posible concebir a esta, desprovista de aquel atributo.

El derecho a la vida, exige que nadie pueda ser privado de ella arbitrariamente, pues ello constituiría la privación de la existencia misma de la persona y de sus posibilidades de acceder al resto de las condiciones que la hacen plenamente humana.

La vida es un valor religioso y laico a la vez porque se fundamenta en el primer derecho de todo ser humano: derecho a la vida. Creyentes y no creyentes debemos defenderla porque es un valor humano, y lo humano nos une a todos.

Pero existen momentos de la vida donde la maldad surge en el pensamiento humano, dejándose llevar por soluciones facilistas y demuestran su irresponsabilidad en acatar las responsabilidades que se presenten.

El ser humano, es un ser libre, puede tomar decisiones en relación a su conveniencia pero eso no le da el derecho de arrebatar la vida a otro ser ya sea por diferencia de opiniones, cultura o cualquier otra razón.

Incluso la religión inculca a las personas creyentes a no cometer este gran error, siendo demostrado en una de los 10 Mandamientos de Dios: “No matar” ya que sólo Dios tiene el poder de llevarnos a su Reino por su propia voluntad.

Los seres humanos distorsionan este argumento, y llegan al punto de sentirse poderosos para tomar decisiones ajenas lo que conlleva a la mayoría de veces a cometer errores irremediables.

Uno de estos errores está basado en los problemas sociales como la delincuencia y el crimen. Y es aquí donde el crimen es un punto referencial para poder hablar de una maldad llamada “aborto”.

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