Adicción a la comida chatarra
Enviado por giovanna48 • 21 de Diciembre de 2015 • Documentos de Investigación • 1.975 Palabras (8 Páginas) • 162 Visitas
Evaluación de la comida con alto contenido calórico como reforzador de conducta
Ninfa Quiroz, Marta Acuña A., Giovanna Pennaroli M.
Escuela de psicología
Campus La Florida
Resumen:
Hay estudios que señalan que existen factores determinantes al momento de elegir un alimento como el sabor, contenido calórico, olor, y que proporcionan al sujeto una serie de señales que hacen desear comerlo y disfrutar de él (palatabilidad). El objetivo general de esta investigación es comprobar el valor de la comida con alto contenido calórico (tocino) como modificador de los patrones de conducta, para esto, se les presenta como estímulo al final del corredor el pellet en el primer ensayo y luego el tocino en el segundo ensayo, de este modo se comprobara los resutados de cada carrera. El resultado esperado es que el tocino sea un eficaz modificador de la conducta, tanto en tiempo y velocidad, en las ratas.
Palabras claves: Comida, preferencia, comportamiento, velocidad.
Introducción:
Este trabajo de investigación tiene como referencia el estudio sobre “El sabor y el contenido calórico de los alimentos” y señala como factores determinantes al momento de la elección de un alimento el sabor, olor, contenido calórico y que proporcionan al sujeto una serie de señales que hacen desear
comer y disfrutar de él, a esto se le llama palatabilidad, Sclafani (1990) afirmó que los organismos responderán a estas señales con base en las preferencias innatas o propias de la especie, y en aquellas aprendidas a lo largo de su vida.
En estudios realizados con humanos, Mennella y Beauchamp (1996), advirtieron que al estar expuestos previamente a la experiencia con un sabor predispondría al sujeto al momento de la elección de una comida, es decir; niños que estuvieron en contacto con sustancias a través de la lactancia prefirieron alimentos con sabores similares a los de las sustancias contenidas en la leche materna y que en ocasiones la elección de la comida puede ser contraria a las necesidades metabólicas, en estudios posteriores se ha demostrado que el contenido calórico es un factor determinante en la elección de la comida, y que por lo general estos alimentos presentan sabores que son aceptados.
Sclafani y Gorman (1997), estudiaron el sabor y el contenido calórico de la comida y determinaron que el factor concluyente en las conductas de selección y consumo está dado por el sexo de los sujetos. Sclafani y Gorman efectuaron un estudio donde expusieron a ratas de ambos sexo a dos tipos de dietas: una dieta balanceada para animales de laboratorio, y una dieta de supermercado, que consistía en galletas de chocolate, bocadillos de queso, cereal cubierto con azúcar, cacahuates y leche condensada azucarada. El efecto de la dieta de supermercado fue más notorio en el peso corporal de las hembras que de los machos; durante los primeros sesenta días de exposición a la dieta de supermercado, las hembras aumentaron su peso en un 170% comparada con el grupo control, mientras que los machos solamente aumentaron su peso en un 32%.
Un mecanisrno que permite modificar las preferencias alimentarias es el aprendizaje sabor-nutriente. Los estudios realizados con ratas de Mehiel y Bolles (1988) y de Sclafani, (1990) muestran que cuando un alimento se mezcla con otro que tiene un contenido calórico elevado, las preferencias por el primer alimento se incrementan, esto podría demostrar que los animales están programados para aprender a preferir los sabores asociados con alimentos de alto contenido calórico y, por tanto, pueden aprender rnás rápido a ingerir alimentos nutritivos.
Investigaciones de Birch y Fisher (1996), realizadas con niños, indican que los efectos post-ingesta (sensaciones placenteras de saciedad) generadas por los alimentos que contienen una elevada densidad energética favorecen la preferencias por estos alimentos.
Es interesante comentar el fenómeno que Capaldi (1996) llamó “efecto postre”, que es la asociación entre el sabor del último alimento ingerido y las consecuencias post-ingesta de la comida, que por lo general son agradables, por tanto, las preferencias por este alimento tienden a incrementar. Esto puede tener importantes consecuencias en la formación de hábitos alimentarios. Muchos padres prometen a sus hijos que si comen (por lo general alimentos poco preferidos), podrán comer el alimento que les gusta (normalmente el postre). Se intenta que el alimento preferido actúe como reforzador del menos preferido, pero los resultados son precisamente contrarios; se incrementa o mantiene la preferencia del alimento preferido y generalmente menos sano, es decir; se consigue que coman no que les gusten más; el logro será que al niño le guste más el postre.
Finalrnente, diversas investigaciones, realizadas con animales, indican que la preferencia por un alimento incrementa cuando se ingiere en estado de deprivación.
Hay evidencias que han demostrado que se puede inducir el apetito por alimento específico al crear un estado de déficit en el organismo (Galindo y López 2006), para esto las ratas privadas de alguna sustancia prefirieron la comida que la contenía, aún después de recuperarse del déficit. Concluyendo que la preferencia por un alimento se encuentra determinada por los efectos pos-digestivos y que cuando los organismos se someten a un periodo de privación ya sea de agua o comida, total o parcialmente, tienden a modificar el patrón establecido, y este cambio tiene consecuencias en la conducta alimentaria aún después que el periodo de privación de comida o agua haya finalizado.
Crespi (1942 citado en Domjan, 2003) fue el primero en describir los efectos de la modificación en la cantidad de la recompensa, trabajó con cuatro grupos de ratas en un experimento de corredor, durante la fase uno, dos de los grupos recibieron una pequeña recompensa cada vez que llegaban al final del corredor, los otros dos obtuvieron una gran recompensa por cada recorrido, retrasando la entrega de alimento por 20 segundos después de llegar al final del corredor por lo que no corrían a su máxima velocidad, luego de 11 ensayos de entrenamiento en la fase uno, un grupo de cada condición de recompensa fue cambiado a la condición alterna. Así a algunas ratas se las cambio de la recompensa pequeña a la grande y a otras de la grande a la pequeña, los dos grupos restantes continuaron recibiendo en la fase dos la misma cantidad de recompensa que habían obtenido en la fase uno, fueron designados como GG y PP. Al final de la fase uno, los animales que recibieron la recompensa grande corrieron ligera pero no significativamente más rápido que las ratas que obtuvieron la recompensa pequeña. Para los grupos que continuaron recibiendo la misma cantidad de recompensa en la fase dos que en la fase uno (grupo GG y PP), no cambió mucho la ejecución instrumental durante la fase dos. En comparación se observaron desviaciones significativas de estas líneas bases de carrera en los grupos que recibieron modificaciones en la magnitud de recompensa al inicio de la fase dos. Las ratas cambiadas de recompensa grande a pequeña (G-P) rápidamente disminuyeron su velocidad de carrera, y los roedores que pasaron de la recompensa pequeña a la grande (P-G) aumentaron pronto tal velocidad. El resultado fue que a la velocidad de carrera posterior a la modificación en la magnitud de la recompensa no es determinada por la nueva magnitud de esta. La respuesta a la nueva recompensa, más bien fue aumentada por la experiencia previa con una magnitud contrastante.
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