COLONIALIDAD DEL PODER, EUROCENTRISMO Y AMÉRICA LATINA

COLONIALIDAD DEL PODER, EUROCENTRISMO Y AMÉRICA LATINA

La diferencia racial significó la construcción de una escala en la humanidad: los blancos dueños del poder y los demás (negros, indios, etc.) esclavos de la sociedad europea. Se pensaba que el trabajo pagado era privilegio de los blancos y que los colonizados por su inferioridad racial no eran dignos del pago de un salario. América le dio vida a la diferencia de clases y al sistema capitalista. Esta clasificación de razas permitió que América Latina se constituyera como ese nuevo patrón de poder mundial, espacio-tiempo. En este espacio-tiempo convergieron dos ejes fundamentales; el primero la diferencia entre razas que rezaba, primero: “una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba a los europeos por encima de los habitantes de América” y segundo, la articulación de todas las formas de trabajo en torno al mercado mundial. Con todo esto se pretendía hacer que Europa fuera la elaboradora intelectual del proceso de modernidad que produjera una perspectiva de conocimiento y que diera muy ceñida cuenta del carácter del patrón mundial de poder: colonial/moderno, capitalista y eurocentrado, o como lo llama el autor “Eurocentrismo”.

Europa se hizo rey del mundo, era el centro del capitalismo mundial e imponía su dominio sobre todas las regiones al punto de que instauró sobre estas una re-identificación histórica, pues desde ella fueron atribuidas nuevas identidades geoculturales. En el proceso que llevó a ese resultado, Europa reprimió tanto como pudo: el conocimiento, la producción de sus sentidos y el universo simbólico de cada región, especialmente sobre los indios de América ibérica. De acuerdo con esa perspectiva, la racionalidad y la modernidad fueron imaginadas como experiencias y productos exclusivamente europeos. Los europeos se creyeron a sí mismos como “lo más nuevo y más avanzado de la especie”, también como los exclusivos y creadores de la modernidad.

Con la mezcla que hubo entre los europeos y los indios, adquirimos rasgos históricos de esta cultura, tanto materiales como intersubjetivos. Pero al mismo tiempo somos profundamente distintos de ellos, por eso cuando nos miramos frente a un europeo nos vemos muy distintos. Independiente de esto, la tragedia es que todos hemos sido conducidos, queriendo o no, a ver y aceptar aquella imagen como si fuera nuestra. De manera que seguimos siendo lo que somos, dueños de una cultura que nos fue propia desde el inicio de la historia: La cultura de América Latina.

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