Diversos matices del “otro indígena” en Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca
Enviado por Florencia Justo • 9 de Noviembre de 2023 • Ensayo • 3.184 Palabras (13 Páginas) • 90 Visitas
Diversos matices del “otro indígena” en Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca
Bien es sabido que la expedición[1] que tenía como objetivo “conquistar y gobernar las provincias que están desde el río de las Palmas hasta el cabo de la Florida, las cuales son en tierra firme” (p.29)[2] y de la que formó parte el autor que nos ocupa, fue signada por el infortunio. Nuestro cronista ha debido permanecer una década en aquellas tierras. Durante los diversos derroteros que en ellas realiza ha interactuado con gran diversidad de poblaciones indígenas, las cuales han sido observadas y vivenciadas desde su singularidad.
A partir de la lectura de Naufragios podríamos afirmar que durante los largos años de su periplo nuestro explorador ha podido delinear diferentes relaciones y ha conformado un punto de vista particular de aquella otredad que se presenta ante sí. Si bien, nos muestra una realidad donde por un lado hay indígenas “brutos”, maléficos y tiranos (así percibidos cuando el narrador y su compañía son esclavizados) y, por otro benévolos, al transitar la narración de su travesía se vislumbra que en ella no cabe una única y reduccionista interpretación de ellos. De esta manera, esos “otros” no siempre son percibidos de igual forma, adquieren multiplicidad de miradas determinadas por las diversas experiencias, los contactos y las relaciones que Alvar Núñez va estableciendo con ellos. Durante el recorrido de su exploración podremos entrever una cierta evolución en cuanto a su propia mirada del “otro” aborigen. En esa evolución es posible apreciar diversos momentos o instancias, por ello para lograr un mejor desarrollo del presente análisis he de agrupar esos diferentes enfoques y aportaciones teniendo en cuenta las siguientes temáticas: una primera instancia donde predomina una indiferenciación del colectivo indígena en la que se destaca, sobre todo, su belicosidad; una segunda instancia en la que la imagen de ese “otro” indígena comienza a humanizarse; una tercera instancia en la que esa humanización se profundiza; una cuarta instancia en la que el “otro” indígena es observado y mirado por el narrador casi desde un punto de vista etnológico; y una quinta, y última instancia, donde se puede observar un proceso de asimilación de esa otredad con la que se encuentra. A continuación, serán abordadas cada una de ellas.
En el comienzo del relato encontramos una notable diferenciación y escisión entre el sujeto narrador y su grupo de pertenencia (los españoles) frente a los “indios” con los que en un principio interactúa. De esta manera, Alvar Núñez se encuentra inmerso en un conjunto totalmente opuesto al otro, el de los indios. Desde este posicionamiento, en este primer momento, se construye en oposición a esa muchedumbre indígena, de la que nos revelará dos problemas fundamentales: su falta de lengua y su belicosidad. Así Alvar Núñez nos dice:
“Como nosotros no teníamos lengua, no los entendíamos” (p.35) y más adelante: “nos acometieron muchos indios que estaban abscondidos detrás de los árboles porque no los viésemos (…) y comenzáronnos a flechar de manera, que nos hirieron muchos hombres y caballos (…) nos tornaron a seguir, queriéndonos estorbar el paso; de manera que nos aprovechaba salirnos afuera ni hacernos más fuertes y querer pelear con ellos, que se metían luego en la laguna, y desde allí nos herían la gente y caballos” (p.45)
De esta manera podemos observar cómo desde el uso de la primera persona del plural la voz del narrador se ubica junto con el resto de su grupo de pertenencia frente a “ellos”, es decir, esos “otros” indios cuya presencia se vuelve amenazante. Para acentuar esa escisión mencionada más arriba es importante destacar la abundancia del uso de los pronombres en primera persona que lo ubica inmediatamente frente a ese “ellos” (los indios). De “ellos” sólo destaca su espíritu bélico, el que se vislumbra en el empleo de verbos como “flechar”, “pelear”, “estorbar”, “herir “y “acometer” los que conforman un campo semántico relacionado con lo combativo. Así es que, en esta primera instancia, Alvar Núñez nos ofrece su primera visión donde un “nosotros” (los españoles) se enfrenta a un inquietante “ellos” (los indios).
En una segunda instancia podremos vislumbrar cómo a partir de las dificultades que sobrevienen tanto al yo narrador como a su grupo (funestos naufragios y una constante falta de comida) durante su periplo, esos “otros” comienzan a aproximarse cada vez al “nosotros” ya que necesitarán de ellos para sobrevivir.
Es ahora cuando empieza a aflorar una nueva valoración de las cualidades indígenas. Así, al pasar grandes penurias y peligros durante la partida de la “bahía de Caballos” al encontrarse con un grupo de indios en canoas nuestro narrador va a expresar:
“y los indios que en ellas venían nos hablaron (…) Era gente grande y bien dispuesta, y no traían flechas ni arcos” (…) y delante de las casas hallamos muchos cántaros de agua y mucha cantidad de pescado guisado, y el señor de aquellas tierras ofresció todo aquello al gobernador (…) y después que entramos en la casa del cacique, nos dio mucho pescado, y nosotros le dimos el maíz que traíamos” (p.53)
Aquí podemos entrever cómo el narrador va mudando la imagen acerca del “otro” indígena que un principio había construido. Mientras aquellos primeros indios con quienes interactúa en un comienzo eran sinónimo de belicosidad y de múltiples peligros ahora, merced a la necesidad que acucia al grupo de los españoles, aquellos comienzan a humanizarse. Es entonces cuando serán “gente grande y bien dispuesta” y ya no llevarán consigo armas. Al respecto es fundamental destacar la sustantivación que utiliza para referirse a tal grupo: “gente” y “señor” son los vocablos escogidos para representar a ese colectivo. Ahora ellos se convertirán en un recurso eficaz para aminorar los males que, a causa de falta agua y de comida, los acechan. En este punto es dable mencionar el verbo “ofrecer” junto a “muchos cántaros de agua” y “pescado guisado”, así los indios cobran nueva valoración desde el punto de vista del narrador cuando serán vistos como los dadores en abundancia de aquello necesitan para su subsistencia. Por último, es menester atender al uso del verbo “hablaron”: si inicialmente era imposible la comunicación con esos primeros indios con los que se encuentran, ahora con ellos ya podrán comenzar a sostener una comunicación más fluida.
...