División de prevención y combate a la corrupción.

OBLIGACIONES Y CONTRATOS 2

Abg. Wanda P. Argueta

MACCIH Y LA REALIDAD NACIONAL

Cesar Alejandro Dávila Bonilla

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20 de marzo del 2016

En tiempos anteriores, hace ya más de una década, mientras cursaba los últimos años de mi educación media en Tegucigalpa, recuerdo como con cierto temor pero a la vez con mucha incredulidad comentábamos con los amigos y compañeros el fenómeno que veíamos a diario, la “leyenda urbana” de las maras que se apoderaban poco a poco de algunos barrios y colonias, satirizábamos la política frágil del gobierno de turno y agriamente criticábamos los escándalos Estatales del día a día, los “chinazos”, “pasaportazos”, “tarifazos”, así como en nuestras casas escuchaba tras puertas cerradas a mis padres preocuparse enormemente por el “paquetazo” que se avecinaba, puestos de moda por el ahora procesado en Estados Unidos (justicia divina diría yo) ex presidente Rafael L. Callejas. En ese entonces en mi mente inmadura y poco conocedora, absorbente de muchas realidades, preparándose para afrontar un futuro en una carrera que el día de hoy me ha dado la oportunidad de adentrarme en otra, más afrontada a esta realidad presente, 17 años después de esos días colegiales, días en que a pesar del mucho pensar y soñar, jamás creí que el país continuaría en la misma línea de impunidad, corrupción, desigualdades sociales y lo que considero más grave el sopor mental emocional del pueblo, sometido, enmudecido y que no despierta.

Como en su momento muchos autores como Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar lanzaron dardos de tinta a la sociedad latinoamericana, así con el paso de los años, ante un lento desprolijo y desordenado paso de gobierno tras gobierno, del desorden de un golpe de Estado, calificado como tal ya por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, impregnada en la sentencia del caso López Lone y otros vrs. El Estado de Honduras, y, ante la presión de una sociedad civil que da signos de vida, alzando la voz, exigiendo lo que constitucionalmente se nos debe de garantizar a todos los hondureños, el derecho a la vida, a la seguridad, educación, salud, así como también el derecho a exigir a nuestros gobernantes que rindan cuentas de sus gestiones, al cese del latrocinio de nuestros recursos, a que los funcionarios públicos que en el ejercicio de sus funciones se ha beneficiado ilícitamente sean por fin judicializados y no solo esto, sino que se recupere sea en bienes o en liquidez todo lo que estos malos hondureños han tomado para su beneficio personal y/o familiar.

Es así como a través de muchos años de escándalos, de promesas vacías de llevar ante la justicia a los corruptos, de garantizarle al ciudadano un debido proceso, de darnos la seguridad personal y jurídica que merecemos, que en el año 2015 se inició la gestión a través de la OEA, para el desarrollo y la firma del Convenio entre esta y el Estado de Honduras para la instauración de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras MACCIH, acuerdo que fue firmado en la ciudad de Washington el 19 de enero del presente año, y que llena de esperanzas a un país que ya dejo de creer en ella, y que tiene a muchos incrédulos (yo levanto la mano) con un pequeño sentimiento de creencia en que, si bien es cierto que el encargado en primera instancia de hacer cumplir las leyes nacionales es el propio Estado, esta institución vendrá al menos a crear sea por intimidación, sea por miedo o sea porque despertara la confianza de los empleados judiciales y estatales en cumplir lo que se debe de cumplir desde hace muchos años, equidad y justicia para todos.

Pero ¿porque la MACCIH? Si Honduras ha firmado numerosas convenciones internacionales para el combate a la corrupción y para la protección de los derechos humanos, pues, porque a pesar de los escandalosos y vergonzosos escándalos de corrupción, como por ejemplo el caso IHSS, y ante el fracaso estrepitoso de las reformas penales en el país, los entes encargados de la investigación y mundialización de estos casos no han podido siquiera llevar ante los tribunales a los responsables directos de estos, es esta incapacidad manifiesta de la autoridades sumado al clamor de la sociedad lo que impulso, a mi criterio a medias, a un gobierno que si bien es cierto se ha mostrado con ímpetu a combatir el crimen organizado, ha sido incapaz de combatir de la misma forma a las redes de corrupción del mismo Estado.

La MACCIH funcionara como un ente independiente, financiado con fondos internacionales para de esta forma prevenir influencias internas, sumiéndose en los principios de independencia, autonomía, profesionalismo, neutralidad y transparencia, es decir, en resumen, bajo los mismos principios en que nuestros tres poderes del Estado también son regidos, esto en papel por supuesto.

Para poder cumplir sus objetivos, esta institución, se ha organizado en base a las áreas consideradas de prioridad, por su alto impacto negativo en el país, y que persisten sin poder ser encaminadas hacia el rumbo en que inicialmente se crearon y orientaron, estas son:

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