Ensayo sobre el impacto académico de la pandemia en Venezuela

La pandemia del COVID-19 ha llevado a los gobiernos a tomar decisiones drásticas frente al funcionamiento de varias actividades económicas y sociales. Uno de los sectores más afectados desde el inicio de la pandemia ha sido la educación básica, secundaria y superior.

El cierre prolongado de los centros educativos, más el choque económico y en salud de la población, tiene consecuencias en el desarrollo presente y futuro de los estudiantes, particularmente aquellos que viven en hogares más vulnerables. Como consecuencia de la crisis, hay mayor riesgo de rezago escolar, mayor riesgo de inseguridad alimentaria, de maltrato, de afectaciones en salud física y emocional, y, no menos importante, de perder aprendizaje, con consecuencias que pueden ser devastadoras para toda una generación.

Antes de la pandemia, el país ya presentaba fallas en el proceso de aprendizaje. También, las medidas hasta ahora implementadas para mantener el aprendizaje a distancia no necesariamente son adecuadas para todos los grupos de edad ya que difícilmente toman en cuenta las particularidades de los estudiantes. Por ejemplo, las estrategias no llegan a todos por igual ya que dependen del acceso a recursos como la conectividad a internet, dispositivos electrónicos, espacios y apoyo para estudiar en el hogar.

Por otro lado, los docentes que no tienen conocimiento en el uso de herramientas que permitan comunicarse de manera virtual con sus estudiantes, usan las redes sociales que están a su alcance, siempre con la intención de hacer lo mejor posible para seguir educando a sus alumnos; las más usadas por estos docentes son el correo, YouTube, classroom y el WhatsApp, pero no es sencillo, ya que no es solo enviar mensajes de textos, es preparar una clase de manera que tenga la suficiente información y que cubra todos los aspectos necesario para las dudas que aparezcan (teniendo en cuenta el mal internet de nuestro país y la solvencia económica de los docentes).

El lado bueno, es que esto ha permitido que la familia (en ciertos casos) se conozca mejor, muchos han logrado comprender la razón del bajo rendimiento de sus hijos, han aplicado técnicas de enseñanza que no sabían que tenían y que han aprendido con el paso del tiempo, pero aún más importante, se han puesto en los zapatos de esos docentes que se encargan de enseñar a sus hijos y ahora han sabido valorarlos.

La “pobreza de aprendizaje”, definida como el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, podría haber crecido de 51% a 62,5%. Esto podría equivaler a 7,6 millones adicionales de niños y niñas en educación primaria “pobres de aprendizaje” en la región.

En estos momentos, en donde están comenzando nuevamente las clases presenciales, debemos tener en cuenta que los estudiantes regresarán a las aulas con rezagos o incluso pérdidas importantes en el aprendizaje, sobretodo quienes han estado más desconectados de la escuela por más tiempo, o han tenido problemas con los recursos necesarios para las clases online. Será importante medir de manera rápida el nivel de aprendizaje en áreas críticas como lectura, escritura y matemáticas, de manera que se pueda identificar la dimensión del rezago e implementar las estrategias requeridas para la recuperación del aprendizaje.

Para desarrollar una eficaz estrategia para educar a los estudiantes durante y

después de la pandemia, los educadores y las autoridades educativas deben basarse en las necesidades en el contexto local. Para ello deben comprender adecuadamente de qué manera ha influenciado

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