¿Existe una conexión entre la crisis ecológica y lógica capitalista? Y si es así, ¿en qué consiste?

Sergio Felipe Galbis, Grupo B

¿Existe una conexión entre la crisis ecológica y lógica capitalista? Y si es así, ¿en qué consiste?

El problema medioambiental que sufrimos hoy en día se empezó a notar en la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI, como la era de la doble crisis, la “crisis ecológica global” y la “crisis de civilización”. Todo esto producido por el desordenado progreso técnico y económico que ha venido persiguiendo el mundo occidental. En los últimos años, la crisis ecológica ha significado un verdadero terror que pone en riesgo la supervivencia de la raza humana y podría enfocarnos hacia un colapso medioambiental que terminaría a su vez con los recursos en la tierra, produciendo que el ser humano deba emigrar a otro planeta o morir si no estamos preparados cuando llegue.

Esta situación puede deberse al desordenado proceso técnico económico del planeta y sobre todo por este sistema capitalista producto de una “guerra fría” que finalizaría con la destrucción del bloque comunista, que abogaba más por un sistema más sostenible para el planeta, y la victoria capitalista. Con esta pasamos de un sistema marcado por las ideologías a uno marcado por la economía.

Cómo objetivo primordial de las empresas se sitúa la maximización de beneficios. A raíz de la revolución industrial, donde se multiplicó la fuerza de trabajo gracias a las máquinas, y las técnicas de optimización del trabajo, como el Taylorismo y el Fordismo, que consiguieron multiplicar la producción, se desarrolló una industria, que sobre todo en sus inicios no tiene en cuenta (primero por ignorancia y a continuación por codicia), si sus industrias contaminaban o no. Tuvieron que pasar eventos catastróficos, como la nube tóxica de 1952 en Londres, para que se empezaran a desplazar las industrias hacia el exterior de las ciudades.

La Escuela económica de Chicago, hoy en día, sigue abogando por la desregulación económica, la autorregulación del mercado, lo que ha producido unas crisis económicas cíclicas, que otros autores, como el premio nobel de economía Stiglitz, y últimamente el economista francés Piketty han criticado, no sólo en su vertiente social y económica, sino también en el coste medioambiental que estas teorías tienen para el planeta.

El cambio de sistema y el abandono de las ideas comunistas fue posible gracias al Welfare State=Estado del bienestar (1950-1980), que pretendía que el trabajador promedio fuera mejorando su estado de sus condiciones de vida a medida que el capitalista aumentaba su capital. Estos logros del estado de bienestar entraron rápidamente en crisis debido a los recortes económicos, etc. Y acabó creando tensiones en el ámbito social, político y económico.

Estas tensiones provocaron que en 2008 se produjera una gran crisis debido al traspaso de flujos de capital productivo al especulativo y produciendo una desregularización que permitía producir productos financieros hasta que en el 2008 la burbuja inmobiliaria explotó.

Estas tensiones y crisis no sólo afectaron al plano económico, social y político, sino que en el plano ecológico ejercieron una presión enorme sobre el planeta que hoy en día estamos sufriendo con el cambio climático, las energías fósiles que producen contaminación, el exceso de producto y la obsolescencia programada, etc. Es imposible que el planeta resista y responda a las demandas de una economía avanzada como la nuestra que tiende a esquilmar los recursos y expandirse a una velocidad estrepitosa. Sumado a las siete mil millones de personas que ejercen presión sobre el planeta y tienen una concienciación, por lo general, escasa y en algunos casos nula sobre el medio ambiente.

Karl Marx define que un sistema económico marcado por el libre mercado nunca es libre, teniendo siempre en sí un margen de regulación. Este entendía el capitalismo como un monstruo imparable que no para de crecer y crecer al punto que explota. Esto se debe a que el sistema capitalista consiste en un inversor de capital con el que se crea una mercancía y a su vez esta mercancía genera un capital con una plusvalía. Con esta plusvalía podemos invertir el capital y crear un producto mejor que a su vez crea un capital con una plusvalía. Una forma de generar más es ampliando la cantidad de personas que van a consumir tu producto, esto se consigue mediante la publicidad y los cánones de belleza que se implantan poco a poco en la sociedad y marcan objetivos muy difíciles de alcanzar y a veces imposibles para que no dejemos de consumir. Esto, sumado a una obsolescencia programada que tienen muchos productos analógicos y tecnológicos, lleva a un consumo indiscriminado de la producción altamente irresponsable. “La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción” Charles Kettering

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