Formación territorial de la República Argentina

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Formación territorial de la República Argentina

La conformación territorial de la República Argentina es el producto de procesos históricos que se iniciaron en el siglo XVI y se podría decir que concluyeron, en líneas generales, a fines del siglo XIX.

Dentro de estos procesos históricos, uno de los primeros que deben reconocerse es la forma de control por parte del Imperio español de sus nuevas posesiones en América. Para ello, la corona implementó una estructura político-administrativa y una organización territorial cuya máxima autoridad era el rey. Esta estructura administrativa estaba compuesta por virreinatos y capitanías generales.

En lo que atañe al actual territorio argentino, el primer antecedente histórico, se encuentra en la creación del Virreinato del Perú en 1542, administrado desde la ciudad de Lima (Ciudad que había sido fundada el 18 de enero 1535, por Francisco Pizarro con el nombre de “Ciudad de Reyes”), siguiendo las leyes y ordenanzas creadas por la metrópoli,  para tal fin.   Dicho virreinato abarcaba gran parte de América del Sur (exceptuando los territorios que por el Tratado de Tordesillas, le correspondían a la corona portuguesa) y parte del actual territorio panameño. Dentro de este gran espacio geográfico, los lugares más valorados por España, en esta época, eran los mineros, en particular las minas de oro y plata. En Potosí, actual territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, los españoles hallaron un enorme yacimiento de plata. Esta parte de América del Sur, fue ocupada intensamente y comenzó a ejercer una significativa influencia sobre otros espacios del virreinato, que tuvieron que organizarse para proveer de diversos productos al espacio minero. A partir de entonces, se pusieron en valor distintas áreas, como las del actual noroeste argentino, que abastecían al Potosí  de materias primas, alimentos y animales de carga. El transporte del metal obtenido hacia España,  se hacía  a través de los océanos Pacífico y Atlántico. Para lograrlo, la producción generada se llevaba hasta el puerto del Callao, y desde allí por barco hacia Panamá, donde luego de cruzar el istmo utilizando otros modos de transporte terrestre, se embarcaba con destino a la Metrópoli, mediante el sistema conocido como “Sistema de flotas y galeones” que servía para proteger de los piratas y corsarios, el metal destinado a los puertos españoles.

  Durante la explotación ibérica de los siglos XVI y  XVII, otros espacios que forman parte hoy del territorio argentino, no revestían importancia para España, como la zona de Cuyo por ejemplo, que se relacionaba con la Audiencia de Chile y como el noreste que estaba vinculado con el Paraguay. Fue en este período que surgieron algunas de las ciudades más importantes de la Argentina, como por ejemplo: Salta, San Miguel de Tucumán, Mendoza y Córdoba, mientras que, Buenos Aires, que había sido fundada en 1580, era un pequeño villorrio con puerto y no presentaba mayor relevancia  en ese esquema territorial.

Hacia finales del siglo XVII, el imperio español atravesaba una crisis política y económica debido a las guerras que debía enfrentar por conflictos internos y externos en Europa. A principios del siglo XVIII asumió el reinado de España una nueva dinastía, que aún continua, la de los Borbones. Fue la nueva casa reinante, la que impulsó reformas significativas, tanto administrativas como económicas y militares, que impactaron claramente en los dominios americanos. A estas reformas, se las conoce como “reformas borbónicas” y fueron llevadas a cabo por el rey Carlos III.

Uno  de los propósitos de estas reformas era la de proteger sus posesiones americanas que se veían amenazadas por otras potencias europeas. Un claro ejemplo de ello, fue el interés demostrado por los portugueses, quienes pretendían dominar la Banda Oriental (Actual República Oriental del Uruguay), fundando en ese territorio la ciudad de Colonia del Sacramento en el año 1680. Además, ingleses y franceses desembarcaban asiduamente en las islas Malvinas y en las costas patagónicas y amenazaban con ocupar esos territorios.

 Por otro lado, también se había fortalecido el comercio a través del océano Atlántico, sustentado a partir de la venta de productos manufacturados por parte de naves británicas, holandesas y francesas, generando un importante ingreso de mercaderías a través del contrabando, beneficiado por ese entonces por el notorio intercambio comercial que se daba  entre el Alto Perú (Actual Bolivia) y Buenos Aires, comercio que era ampliamente favorecido por la utilización del puerto porteño.

Todas estas circunstancias hacían muy difícil el gobierno y control de tan extenso territorio por parte de un solo virrey, que gobernaba desde Lima.  Por estas razones, la corona decidió, en el año 1776,  dividir el antiguo Virreinato del Perú en dos. Por un lado,  quedó el virreinato del Perú, propiamente dicho,  circunscripto a los actuales territorios del norte de Chile,  Perú y Ecuador. Y por otro, se va a crear el Virreinato del Río de la Plata, que va a estar comprendido por los territorios del Alto Perú y todos los demás territorios desde allí hacia el sur. Siendo elegida como sede de las nuevas  autoridades, la ciudad de Buenos Aires.

En este punto es necesario detallar las decisiones tomadas por la corona para poder delimitar la  superficie de esta nueva unidad administrativa. Una de esas decisiones fue la de dividir la Audiencia de Chile, y pasar parte de sus dominios a la Intendencia de Córdoba del Tucumán. Esto significó que los territorios de Mendoza, San Luis y San Juan, que dependían de Chile, pasaban a partir de la creación del virreinato del Río de la Plata,  a depender de la administración central de Buenos Aires. En cierta medida, España estaba estableciendo el futuro límite entre la República Argentina y la República de Chile. Otra decisión importante que había tomado España fue, la firma del Tratado de San Ildefonso (1777), entre ellos y la corona portuguesa que establecía los límites de ambos reinos en el cono sur americano. El mismo, se  había fijado a lo largo del río Uruguay, determinando una vez más un futuro límite de la República Argentina. En este caso, entre nuestro País y la actual República Federativa del Brasil.

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