“La Pobreza en Latinoamérica”
Enviado por Milena Dandach • 16 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 2.097 Palabras (9 Páginas) • 301 Visitas
“La Pobreza en Latinoamérica”
Entender la pobreza, la desigualdad social, el hambre, el desempleo, las enfermedades y todos los flagelos que atormentan a un gran porcentaje de nuestro continente, Latinoamérica, no es tarea sencilla. Amén del dolor, la bronca y la impotencia que nos genera saber, que quizás no muy lejos de donde vivimos, a la vuelta de casa o en el pueblo vecino, hay personas que no acceden a condiciones mínimas que necesita un ser humano para vivir dignamente; mientras que quizás, otros accedemos a una vivienda digna, a un plato de comida todos los días, hasta tenemos el privilegio de tener agua potable, son cosas que nos parecen básicas, pero muchos no acceden a esas posibilidades.
Es importante, para poder entender el presente, conocer muy bien el pasado, analizar los contextos históricos y sociales en los cuales se sentaron las bases para que la actualidad sea como es. Seguir una línea del tiempo es clave para poder ubicarnos y comprender la manera en la que evolucionaron los pueblos, cuáles fueron los hechos históricos que acontecieron en cada época; las necesidades que demandaban los pueblos; conocer sus creencias; adentrarnos en las culturas específicas de cada lugar, entendiendo la forma en la que se pensaba, las prendas que vestían, cuáles eran sus principios morales y religiosos, con que se alimentaban, las actividades que desarrollaban, laboralmente y las de esparcimiento; conocer a que le dedicaban su tiempo, toda esta información, nos brinda aportes de la forma en que ellos veían al mundo, a la sociedad en la que vivían, y la manera en que se veían a si mismos. Otro punto muy importante para analizar, son los intereses individuales y colectivos que tenía cada sociedad y la forma en la que interactuaban con los otros pueblos, de esa manera podremos entender los procesos de invasión, conquista, colonización y en algunos casos, de solidaridad y hermanamiento con otros pueblos.
Si tratamos de analizar las causas que desencadenaron el nivel actual de pobreza en el continente latinoamericano, debemos remontarnos a la época de la conquista. Corría el año 1492, la corona española se encontraba en período de auge, se había logrado unificar las provincias de Catilla y Aragón, con el matrimonio de los reyes católicos: Isabel y Fernando. El portugués Cristobal Colón, solicitó colaboración a los dueños de la corona, para que apadrinaran la nueva aventura: conquistar las tierras indias, a los fines de evitar los intermediarios en la compra de telas, especias, entre otros bienes. Finalmente, con el apoyo del gobierno español, emprendieron viaje en tres carabelas, atravesando el mar. Luego de meses de travesía, abordaron, según cuenta la leyenda, sin saber, a las costas americanas.
Una vez en el nuevo continente, fueron recibidos por los Caciques de las Tribus, con quienes comenzó el gran choque de culturas. Los nativos de estas nuevas tierras eran completamente diferentes a los conquistadores, no utilizaban ropa, tenían conductas y costumbres particulares, su civilización estaba organizada de manera muy distinta. Eran personas religiosas, adoraban a diferentes dioses y tenían su propia mitología. Las tres culturas aborígenes sedentarias y establecidas más importantes en América Latina fueron Mayas, Aztecas e Incas, cada una tenía su forma de organización, su cultura y sus habilidades bien diferenciadas. Por ejemplo los Mayas eran grandes matemáticos, astrónomos; los Aztecas eran poderosos guerreros; los incas, por su parte habían desarrollado avanzados sistemas agricultores, habían diseñado los famosos cultivos escalonados en las laderas de las montañas.
Los nuevos conquistadores, al transcurrir los días pudieron empaparse con la inmensidad de estas nuevas tierras. La gran vegetación, las aguas cristalinas del mar, el aire puro, y la cantidad de riqueza que rodeaba el lugar, despertaron en cada uno de ellos, el mayor sentimiento de codicia y necesidad de poder. Sentimientos que crecían de par en par, lo que llevaron a utilizar todos los medios posibles para apoderarse de cuanto había a su alrededor. En primer momento se intentó “colonizar” a las bestias, la forma en la que ellos se referían a los nativos del lugar. Comenzaron los programas de evangelización a los indígenas, por parte de la Iglesia. Se les enseñó el idioma y se los puso a trabajar en diversas tareas: explotación de minas, agricultura, mantenimiento. Pasaron a ser propiedad de la Corona española, su condición era la de esclavos, y tanto los corregidores, como los encomenderos, quienes eran los encargados de manejar a los trabajadores, es decir, delegados de la corona en América; y el clero, sostenían que no tenían alma. Justificaban la esclavitud, diciendo que eran haraganes, inadaptados, herejes, que lo único que hacían era emborracharse y mascar coca. Motivo por lo cual, creían que de modo de castigo de Dios, para limpiar sus pecados debían entregarse a los trabajos forzosos.
A partir de la invasión de estos “colonizadores” la vida en América se convirtió en un infierno. Fueron arrebatadas las tierras, las costumbres, la religión y se los obligaba a trabajar en condiciones extremas. La mayoría de los aborígenes morían de hambre, de calor, de los esfuerzos que tenían que hacer en la explotación de minas. Las mujeres, sacrificaban a sus hijos, para evitarles el futuro cruel de la explotación en las minas. Muchos se suicidaban, negándose a mantenerse bajo el régimen de sometimiento de los conquistadores. La situación era muy difícil, y los nativos se encontraban en situación de desventaja, respecto a los europeos, porque ellos contaban con armas y herramientas para mantener bajo su poder a todos los habitantes de esas tierras. Aquellos que se resistían, sufrían de terribles castigos, que hacían temer al resto de las tribus. Sumado a todas las desgracias que habían llegado para quedarse, los conquistadores además, introdujeron enfermedades: fiebre amarilla, tuberculosis, lepra, entre otras muchas.
A raíz de los atroces sometimientos de labor esclava, por parte de la colonia española en mayor parte de américa y otro pequeño porcentaje en Brasil, por parte de la colonia portuguesa; sumado a las enfermedades, suicidios y pobreza, es que en menos de un siglo la población indígena paso de ser aproximadamente setenta millones, a quedar solamente quince millones, distribuida en todo el continente, la necesidades de la corona exigían mayor trabajo, y nuevos barcos llegaban con esclavos negros, los cuales habían sido traídos de África, para poder continuar con las explotaciones de las minas.
En el transcurso del tiempo, aparecieron teólogos que cuestionaban la esclavitud y los trabajos de los indígenas, y exigían al Rey que se cesaran los actos de crueldad para con ellos, y fue así que el Rey de España nombró un decreto de la prohibición del maltrato y esclavitud de los aborígenes, pero por debajo, dio otras órdenes, que si se requería de mano de obra para el trabajo, no iba a poder ser abolida. Claramente, se continuó con los abusos.
Allá por el 1545, un Cacique de la tribu Inca, ya cansado de las torturas que sufrían desde hacía tiempo, de manera organizada, se levantó en revolución, convocando al pueblo y levantándose en armas para luchar por la libertad de los suyos. Fue inmediatamente apoyado, pero al comenzar la revolución, fue traicionado y entregado a los conquistadores, quienes lo encarcelaron y lo destinaron a morir descuartizado, en medio de la plaza pública. Ataron sus extremidades, cada brazo y cada pierna a un caballo y dieron la orden de arrancarle las partes. Su cabeza fue degollada al filo de la espada, y mandaron a fusilar a toda su familia, para que no quedaran más indígenas revolucionarios.
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