Transformación de las Políticas de Seguridad en Honduras (1956-2017)

UNIVERSIDAD TECNOLOGICA CENTROAMERICANA[pic 1]

• Catedratica: Dr. Paola Bulnes.

• Alumnos:

                          Francia Flores 21711069

• Sección: FIL101

• Asignatura: Filosofia Politica

• Tema: Ensayo sobre las tranformaciones de las políticas de seguridad en                                 Honduras

• Valor:  5 puntos

Observaciones: ___________________

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Transformación de las Políticas de Seguridad en Honduras (1956-2017)

El estudio de políticas públicas eficaces en materia de seguridad ha sido objeto de mucho desarrollo y estudio en años recientes; esto se ha debido en gran parte a las altas tasas de homicidios que colocaron al país en la página frontal de diversos medios de comunicación internacionales como la nación más peligrosa del mundo y esto es porque aun sin guerras, Honduras acusa violencia, corrupción y la desigualdad como los fenómenos más potentes que retienen a la democracia desde hace años . Así mismo, el creciente poder económico, político y territorial del crimen organizado, vinculado a redes transnacionales de narcotráfico, generó en la opinión pública una demanda política de respuestas eficaces por parte de las autoridades públicas. Debido a esta demanda de respuestas, se han hecho transformaciones en las políticas de seguridad  desde hace unos años y, con bastante intensidad hemos visto la participación cada vez más frecuente del cuerpo militar incluso en áreas que corresponden solamente a las fuerzas policiales. Si bien estas últimas van de la mano en cumplir funciones orientadas a vigilar y conservar el orden público, la ley habla de cooperar, no de sustituir, que es lo que en realidad sucede cuando se crean organismos como la Policía Militar de Orden Público, dependiente de las Fuerzas Armadas, y se le faculta, previas reformas tan aceleradas como improvisadas al entramado legal, para funcionar como una “fuerza paralela” a la institucionalidad policial. Las cosas se agravan cuando se insiste en elevar a rango constitucional la existencia de la Policía Militar, revelando así la verdadera intención de conceder permanencia a una entidad que debería, en todo caso, ser temporal.

Sin embargo, los altos índices de criminalidad a los que hemos hecho referencia, han creado una demanda política por medidas extraordinarias en materia de seguridad; de conformidad con los resultados de la encuestadora regional, Latinobarómetro (2016), al preguntarse a los hondureños ‘¿Cree usted que es mejor vivir en una sociedad ordenada, aunque se limiten algunas libertades, o cree Ud., que es mejor vivir en una sociedad donde se respeten todos los derechos y libertades, aunque haya algún despido?’ El 65% de los hondureños afirma que prefiere una sociedad ordenada, y solo el 32% prefiere una sociedad donde se respeten todas las libertades y derechos de las personas.

Siguiendo esa misma línea, el 73% de los hondureños considera que un poco de mano dura no viene mal a los hondureños; es decir, una política de “mano dura”, que consiste en el reforzamiento de las capacidades represivas del Estado, goza un amplio apoyo que fácilmente puede capitalizarse en el ámbito político; tal y como se ha hecho con el reciente debate sobre las reformas al Código Penal y la legislación penitenciaria del país.

Hablemos pues, mas en detalle sobre estos cambios que se han generado en las politicas de seguridad de nuestro pais.

CRECIENTE PARTICIPACION DE LAS FUERZAS ARMADAS EN LA SEGURIDAD INTERNA

Durante 35 agobiantes años, comenzando en 1963 hasta 1998 los policías eran parte adjunta a la matriz castrense. Recordemos que la proliferación de esta cultura militar es la que ha impedido hasta ahora, la conformación y afianzamiento de la cultura policial. Desde el golpe de Estado del 3 de octubre de 1963, hace más de medio siglo, la sociedad hondureña ha vivido un gradual proceso de militarización de sus estructuras, su sistema de gobierno y opinión  pública. En consecuencia de esta “cultura” militar que es producto del dominio que tienen los militares en la vida pública, se traduce en procesos de militarización de la seguridad pública y “policialización” de las fuerzas militares. Lo que se debía entender como una labor de cooperación entre dos instituciones afines, termina convertido, por obra y gracia de la ignorancia y la confusión del mal gobierno, en un acto de sustitución de roles y desplazamiento de funciones. Se invierte el orden de las prioridades y se introduce más desorden en el sistema. Los soldados, al final, acaban siendo reciclados en improvisaciones policiales, mientras éstos terminan nuevamente subordinados ante sus hermanos mayores, los militares.

Durante 35 agobiantes años, comenzando en 1963 hasta 1998 los policías eran parte adjunta a la matriz castrense. Recordemos que la proliferación de esta cultura militar es la que ha impedido hasta ahora, la conformación y afianzamiento de la cultura policial. Desde el golpe de Estado del 3 de octubre de 1963, hace más de medio siglo, la sociedad hondureña ha vivido un gradual proceso de militarización de sus estructuras, su sistema de gobierno y opinión  pública. En consecuencia de esta “cultura” militar que es producto del dominio que tienen los militares en la vida pública, se traduce en procesos de militarización de la seguridad pública y “policialización” de las fuerzas militares. Lo que se debía entender como una labor de cooperación entre dos instituciones afines, termina convertido, por obra y gracia de la ignorancia y la confusión del mal gobierno, en un acto de sustitución de roles y desplazamiento de funciones. Se invierte el orden de las prioridades y se introduce más desorden en el sistema. Los soldados, al final, acaban siendo reciclados en improvisaciones policiales, mientras éstos terminan nuevamente subordinados ante sus hermanos mayores, los militares.

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