Realidades acerca de la Independencia de Venezuela

Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Artes

Taller de Redacción de Textos Académicos

Alumna: Eliper Ruska Márquez

Realidades acerca de la Independencia de Venezuela

    Mucho se ha meditado acerca de la Independencia de Venezuela, aunque no se maneje a cabalidad lo ocurrido en aquél entonces, autores como Juan Uslar Pietri, Aníbal Romero, y Ana Teresa Torres afirman que sus consecuencias pueden apreciarse aún hoy día. Ellos nos relatan cómo el proceso libertario parte y se transforma en una mentira o, en palabras de Torres, un mito idealizado^[1] además de lo innecesario de una guerra tan devastadora para lograr los fines propuestos.

    Para empezar, fue una guerra no planificada que existió como respuesta impulsiva de parte de la casta dominante constituida, primeramente, por una sociedad mantuana que anhelaba tanto la libertad como la permanencia de sus privilegios dentro de un sistema estrictamente jerarquizado y legítimo. Los mantuanos se veían amenazados por una repudiada igualación de las castas y por las fuertes contribuciones que estaba exigiendo la vulnerable España a raíz de la invasión francesa^[2].

    Aníbal Romero nos describe el desenvolvimiento de la lucha independentista como un período de incertidumbres en que se quería edificar una República con las mismas castas teniendo el control de la sociedad. Éstas pensaron idóneo conservar la esclavitud para tal fin. Estuvieron conscientes de que no serían apoyados, recurrieron a la mentira llena de espíritu libertario e igualitario altamente idealizado que aportó los insurrectos para lograr la gesta emancipadora con el apoyo del grupo mayoritario, es decir, el ignorante pueblo conformado esencialmente por pardos y esclavos. Romero también indica que en efecto presentaron «un proyecto de república cuyo igualitarismo teórico en el plano político disfrazaba un esquema oligárquico de dominación social»^[3].

     El autor Juan Uslar Pietri nos sitúa en un contexto anterior al conflicto bélico, y explica que quienes integraban el grupo emancipador, entre los que destacan los descontentos empleados administrativos^[4], les interesaba más la ruptura definitiva con España para la obtención de libertad e igualdad, y fueron encargados de avivar el descontento de la opinión pública junto con la violencia que la ciudadanía venía guardando. Con la creación de la Sociedad Patriótica y posterior declaración de la Independencia se evidenció una afanosa contraposición dentro de las castas, que convergería en una sanguinaria resolución.

   Para Uslar Pietri la violencia estallaría con el fervor del espíritu libertario propio de la juventud que denominó insurrecta; para Romero sería más bien después de salir del estado de engaño (por parte de los mantuanos) y autoengaño social (del pueblo). Mientras que Torres lleva su visión más allá argumentando que continuamos con ese espíritu de lucha latente para un «por si acaso», que se manifiesta en cada guerra federal póstuma o altanería gubernamental para acabar en un derrocamiento.

    Pero como afirma Uslar Pietri: «los que inician las revoluciones acaban por ser devorados por ellas^[5]». La guerra trajo caos, desunión y devastación. Los próceres nunca pensaron que algo pudiera salir mal y no había muestra que ayudase a levantar al país, en respuesta proporcionamos un vacío que llenamos, según Torres, con «un mito heroico para actuar como factor de integrador nacional^[6]» para sobrellevar la situación. Enalteciendo lo ocurrido integraría a la nación y lograría levantar el ánimo, pero a su vez, siendo ese momento de carácter de único e irrepetible, conduce a una añoranza y melancolía.

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