Amores Que Matan
Enviado por laly1624 • 27 de Marzo de 2013 • 399 Palabras (2 Páginas) • 924 Visitas
¡Esa niña es mía!
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Hizo girar furiosamente el mapamundi. ¿Qué derecho tenía
esa extraña a irrumpir así en su vida y en la de su papá?
Porque eso era, una extraña. Mali, Niger, Chad, Sudán, Zaire,
Zambia. Los nombres de los países africanos eran muy
difíciles y la prueba de- geografía, mañana. Cluj. ¿Dónde
quedaba Cluj? ¿Y a ella qué le importaba? No era eso lo que
iban a tomarle. Sus ojos subieron hasta Europa. Cluj
quedaba en Rumania. Su papá se lo había dicho.
Exactamente en la tierra de Drácula, en Transilvania.
Próxima a la antigua Yugoslavia que hoy se desangraba en
la más cruel de las guerras. La prueba. ¡La prueba! Camerún.
Gabón. Brazzaville. Se los olvidaría. Estaba segura. Su papá
le había dicho que lo pensara muy bien, que era ella quien
tenía que decidirlo. Ni un cuatro lograría sacarse. Mala
suerte. El mapamundi quedó girando todavía, cuando cerró
la puerta de un golpe.
Las veredas estaban cubiertas de hojas amarillas. El aire cié
la tarde era fresco. Irina pedaleaba lentamente buscando
despejarse. No entendía lo que le pasaba. Esa rara mezcla de
rabia, impotencia,
ganas de llorar y, al mismo tiempo, curiosidad. ¡Todo por
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culpa de esa extraña! En dos días su vida había cambiado
totalmente. Desde la llegada de la carta. «No quiero irme de
este mundo sin haberla conocido», esa línea escrita con una
caligrafía nerviosa y menuda se dibujó en su memoria.
—¿Hubieras preferido que no te dijera nada? —le había
preguntado su papá.
No, claro que no. No se lo habría perdonado. Confiaba en él
ciegamente. Jamás le había fallado. Era «lo más». La madre la
había abandonado cuando ella tenía unos pocos meses. Y
nunca, nunca hasta la maldita carta, Irina había vuelto a
saber de ella.
—¿Tomaste una decisión, hija? —la interrogó su papá
mirándola a los ojos—. Sé que es difícil pero tienes que
hacerlo.
—¡No quiero ir! —respondió ella, llena de rabia.
—Entiendo lo que sientes. Pero no me gustaría que el rencor
te haga decidir algo irremediable —dijo él suavemente.
—Ha vivido todos estos años sin mí. ¿Por qué quiere
conocerme ahora? —insistió al borde del llanto.
—Tal vez porque es su última oportunidad. ¿Y tú no tienes
acaso preguntas para hacerle? Preguntas que, de otro modo,
quedarán para siempre sin respuesta.
—Tengo prueba de geografía mañana, papá. Y te aseguro que
esas preguntas sí van a quedar sin respuesta —concluyó Irina
incorporándose y dando por terminado el tema.
Guinea, Mauritania,
...