Antología Literaria
Enviado por MiPB • 25 de Septiembre de 2012 • 7.069 Palabras (29 Páginas) • 469 Visitas
DESARROLLO
Manuel Acuña
Poeta mexicano nacido en Saltillo, Coahuila, en 1849. A los veinte años de edad inició su carrera poética con una elegía a la muerte de su compañero y amigo Eduardo Alzúa. En el mismo año, fundó en compañía de varios intelectuales la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos. En 1871 fue reconocido por la crítica por su drama El Pasado, publicado en un folleto del periódico La Iberia intitulado Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl. Este folleto contenía además once de sus poemas y su famoso Nocturno a Rosario, inspirado en el gran amor de su vida, Rosario de la Peña, quien estuvo íntimamente ligada a sus últimos años y pesó tanto en su ánimo que mucho tuvo que ver con su trágica muerte. Su obra poética está compuesta por poemas amorosos y satíricos, contenidos en la publicación Donde las dan las toman y en una edición póstuma aparecida en el año 1874.Se quitó la vida en diciembre de 1873.
Nocturno a Rosario
¡Pues bien, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,
y al grito que te imploro
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías;
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.
De noche cuando pongo
mis sienes en la almohada,
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.
A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo
y mi alma no te olvida,
¡qué quieres tú que yo haga
pedazo de mi vida;
qué quieres tú que yo haga
con este corazón!
Y luego que ya estaba?
concluido el santuario,
la lámpara encendida
tu velo en el altar,
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...
¡Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
Los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!
¡Figúrate qué hermosas
las horas de la vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida,
y al delirar en eso
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.
Bien sabe Dios que ése era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mí placer;
¡bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la última vez,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores,
mi mira de poeta,
mi juventud, adiós!
Un sueño
A Ch....
¿Quieres oír un sueño?...
Pues anoche
vi la brisa fugaz de la espesura
que al rozar con el broche
de un lirio que se alzaba en la pradera
grabó sobre él un "beso",
perdiéndose después rauda y ligera
de la enramada entre el follaje espeso.
Este es mi sueño todo,
y si entenderlo quieres, niña bella,
une tus labios en los labios míos
y sabrás quién es "él" y quien es "ella".
Amor
¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
y escuchar a su lado
lo dulce y armonioso de su acento;
tener su boca a nuestra boca unida
y su cuello en el nuestro reclinado,
es el placer mas grato de la vida,
el goce más profundo
que puede disfrutarse sobre el mundo!
Porque el amor al hombre es tan preciso,
como el agua a las flores,
como el querube ardiente al paraíso;
es el prisma de mágicos colores
que transforma y convierte
las espinas en rosas,
y que hace bella hasta la misma muerte
a pesar de sus formas espantosas.
Amando a una mujer, olvida el hombre
hasta su misma esencia,
sus deberes más santos y su nombre;
no cambia por el cielo su existencia;
y con su afán y su delirio, loco,
acaricia sonriendo su creencia,
y el mundo entero le
...