La importancia de la lectura

LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA

M. en C.E. María Teresa Vélez Meza

Desde la infancia nos explican el valor de la lectura como la posibilidad no sólo de obtener conocimiento de manera ilimitada, sino la oportunidad de conocer lugares, culturas y personas de nuestro tiempo y de otras épocas. Así es como aprendemos a leer, aquellos que a pesar de que pasan los años y reconocen el valor de la literatura es porque probablemente tuvieron la fortuna de tener unos padres que les leían historias infantiles maravillosas antes de dormir o profesores que en la educación inicial les ofrecían historias tan interesantes que les provocaba el entusiasmo por aprender eso llamado leer.

        Técnicamente leer es un “proceso visual, mental, que decodifica, relaciona, contrasta, profundiza, infiere, es decir, deduce su contenido; que interpreta, cuestiona y comprende del mensaje del autor” (UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO, PREPARATORIA No.3, 2012). Sin embargo, la actividad lectora implica mucho más en el terreno del aprendizaje; gracias al hábito de la lectura una persona desarrolla su capacidad de imaginación, aumenta su vocabulario, pronuncia mejor cada palabra, por lo tanto se expresa mejor, se vuelve más culta, e incluso, mejora su ortografía y redacción.

        Pero todo esto se logra, repito, gracias al hábito a la lectura. Si partimos de que un hábito es una actividad que llevamos a cabo de manera frecuente, que la hemos adoptado como parte de nuestras actividades cotidianas; entonces deberíamos entender el hábito a la lectura como “la repetición frecuente del acto de leer y el conjunto de destrezas y habilidades implicadas en esta actividad, adquiridas gracias a su iteración y al progresivo dominio de sus mecanismos…” (DINLE.USAL, 2018) lo que nos conduce a leer.

        Existen diferentes tipos de lectura (UNIVERSIA, 2018):

1. Lectura oral. Se da cuando la persona que lee lo hace en voz alta. Algunas personas hacen esto debido a que el sonido ayuda a que las ideas queden “grabadas” en el cerebro, aunque también pueden hacerlo en un momento que les es difícil concentrarse debido al ruido del ambiente, y que al escuchar su voz logran “encapsularse” en este sonido y de esta manera disipan un tanto la distracción. Además, la lectura oral tiene una función social como ninguna otra, debido a que se puede compartir este tipo de experiencia con otras personas.
2. Lectura silenciosa. En ésta, la persona recibe directamente en el cerebro lo que ven sus ojos, por lo que se da prioridad a la concentración y con frecuencia si observamos a una persona practicar la lectura silenciosa la veremos como “absorta” en su propio mundo.
3. Lectura superficial. En este tipo de lectura “se barre” el texto para saber de qué se está hablando. Es una lectura más bien superficial que pretende captar una idea general pero no los detalles. No se recomienda para entender los conceptos más complejos sino para hacerse una idea general del texto.
4. Lectura selectiva. Este es el tipo de lectura que realiza una persona cuando está buscando datos específicos, por eso también se le denomina “lectura de búsqueda”.
5. Lectura comprensiva. En ella, el lector procura entender todo el contenido del mensaje. Se practica de una manera lenta, de modo que permita un abordaje del tema donde los tiempos que se le dedican sean suficientes para comprender a fondo. Es una de las lecturas de estudio.
6. Lectura reflexiva o crítica. En ésta, el lector analizará el texto que tiene frente a sí y no lo aceptará como la verdad absoluta, sino que el lector evalúa la relevancia de lo que está leyendo, contrasta la información con otra información o con su propia experiencia y hasta puede llegar a “pelearse” con el texto por poner distintos argumentos sobre el tema. Esta lectura requiere que se realice de forma pausada para que la información pueda ser evaluada desde un abordaje crítico. También es otro tipo de lectura de estudio.

Entonces, a partir de esta reflexión debemos preguntarnos ¿Qué tanto leo?, ¿Qué leo?, ¿Para qué leo? y ¿Cuánto leo?

        Tratar de responder la pregunta ¿Cuánto leo? implica reconocer nuestra velocidad lectora, la cual es “la habilidad del alumno para pronunciar palabras escritas en un determinado lapso de tiempo intentando comprender lo leído. La velocidad se expresa en palabras por minuto y el estándar de los niveles de logro” (SEP, 2018) son:

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