ANÁLISIS DEL PAPEL DE LA MUJER EN ANTÍGONA

LITERATURA ANTIGUA

ANÁLISIS DEL PAPEL DE LA MUJER EN ANTÍGONA

ALUMNA: ELISA FERNANDA CASTILLO HERRERA.

LETRAS LATINOAMERICANAS

GRUPO 11

06 de Noviembre de 2014

La poética de la Grecia Arcaica y Clásica estaba mediada por una cosmovisión masculina, en la que se destacan los argumentos de la política, la crisis de las ciudades-estados, y por supuesto la cosmogonía. Esta cosmovisión es coherente con la mentalidad heredada de una época donde el honor, la fuerza, la gloria, el autoritarismo, el sentimiento de vergüenza y de amistad, entre otros, son la mesura de los hombres; un estado donde cada uno sabe y cumple su lugar en la sociedad.

Este espacio histórico caracterizado también, por el hecho militar, la actividad política y el ejercicio poético que sustenta una mentalidad aristocrática; restringió la función de la mujer en la sociedad al hogar y al cuidado de los hijos, debiendo guardar fidelidad a su marido y a los organismos de poder que regían la metrópolis; ésta, a su vez le limitó sus derechos, prohibiéndole asistir y participar en eventos deportivos y artísticos y también en ejercer funciones públicas.

Las mujeres espartanas y lesbias gozaron de más libertad que las del resto de Grecia: las primeras por habitar en un estado esencialmente militar y las segundas por la apertura comercial y cultural que caracterizó la isla, posibilitando en este caso la creación de los tiasos dirigidos por mujeres como Safo y hasta por la misma esposa del dictador Pítaco: Andrómeda. Igualmente existieron las hetairas, mujeres que participaban de la fiesta y el regocijo con los hombres.

Los valores heredados de la sociedad heroica, la mentalidad producida por una cosmogonía milenaria y el desarrollo aristocrático (que se consolida a partir del siglo VIII), explican el papel asignado por la sociedad griega a la mujer.

Las creaciones artísticas populares y literarias reflejan esta mentalidad masculina donde la mujer cumple su rol exigido por la sociedad griega.

La tragedia, realizada por Esquilo, Sófocles y Eurípides en el siglo V, otorga un papel protagónico a la figura femenina, presentándola como un instrumento del destino (moiras y erinias) para la restitución y que, al igual que el hombre, incurre en excesos (hybris); como un ser que, en mayor o menor medida contribuye a la alteración del orden cosmogónico por el tratamiento de los sentimientos de philía y de eros.

Lo primero que se debe resaltar es que, el referente de la tragedia no es el presente de los poetas, sino el mundo mítico, y que, partiendo de éste, los trágicos estudiaron el poder, el destino, la justicia, la muerte y el honor, temas que le interesaron a la sociedad. La relación, por lo tanto, entre la tragedia y la sociedad clásica no se plantea al nivel de los contenidos sino de una estructura sumamente mental. 

No son, por lo tanto, las mujeres de la cotidianidad, las campesinas o las aristócratas quienes circulan por la tragedia.  De la obras dramáticas, Antígona, Electra, Ifigenia, Hécuba, Crisótemis y Yocasta, son seres míticos y ancestrales, reinas y princesas; mujeres emparentadas con los dioses, con los hombres de la Sociedad Heroica.

Cada uno de los trágicos (Esquilo, Sófocles y Eurípides) otorga un matiz distinto al proceso de la figura femenina, pero todos están dentro de la mentalidad masculina y excluyente.

Me interesa estudiar el papel de la figura femenina en las tragedias de Sófocles.

Los personajes femeninos en la dramaturgia de Sófocles no son seres decorativos; la mujer se eleva a la condición de heroína (en nuestro caso, Antígona), afrontando una unión dada por la ausencia de varón, los excesos en el poder y la necesidad de restitución, sin que la estructura masculina de la Grecia clásica se vea afectada.

En el trasfondo de los hechos está el tema de la justicia; que es lo que pide Antígona. Una justicia que en Sófocles es la divina, que se enfrenta a las decisiones arbitrarias e injustas de los reyes.

La mujer, en la tragedia, es víctima del destino; del hecho trágico al buscar la restitución a una infracción. Antígona es una mujer coherente en palabra y acto, pues, no duda un solo instante que su obligación es dar sepultura a su hermano Polinices, tal como se predica, por encima de la prohibición de Creonte. Antígona es, por lo tanto, un medio para el restablecimiento del orden divino alterado por el hombre. 

El arrepentimiento de Creonte en Antígona,  justifica el actuar de esta heroína. Creonte anula su prohibición de dejar insepulto a Polinices y perdona a Antígona aunque, ya es demasiado tarde, pues la heroína ya ha muerto.

Antígona debe realizar las honras fúnebres de su hermano. Ella sólo tiene a su hermana Ismene y por eso ella debe honrar al muerto, enfrentando el decreto del rey: 

“Pues jamás, ni aunque fuera madre de hijos, ni aunque mi esposo muerto se estuviera pudriendo, hubiera tomado sobre mí fatiga semejante en contra de los ciudadanos. ¿Y en razón de qué digo esto? Muerto mi esposo, otro hubiera podido tener, y un hijo de otro varón si lo perdía. Pero estando madre y padre ocultos en el Hades, no hay hermano que pueda nacer jamás” (Antígona, 2010).

Con el personaje femenino se confrontan por lo tanto, el orden divino y el humano, que debe obedecer al primero. Cuando estas órdenes meten disposiciones distintas como, la prohibición de los reyes de dar sepultura a un cadáver, hecho considerado un mandato divino, se produce una alteración de la ley cosmogónica que representa en muchos aspectos de la vida en comunidad una forma de regulación, de justicia.

Es por eso que, Antígona recuerda que, por encima de los decretos transgresores del orden ancestral, están las pericias divinas que deben obedecer los gobernantes. En este conflicto se apuntan las interpretaciones de un Creonte héroe de la tragedia. Para Ismene, lo real es el poder del tirano, el castigo que pueden sufrir si violan las disposiciones reales:

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