Artículos para una revista
Enviado por salmajime • 11 de Julio de 2021 • Examen • 10.376 Palabras (42 Páginas) • 137 Visitas
ESCUELA SECUNDARIA GENERAL “CONSTITUCIÒN DE 1917”
CLAVE: 11DES0009N VILLAGRAN, GTO.
EXAMEN GLOBAL DE ESPAÑOL SEGUNDO GRADO
CICLO ESCOLAR 2017-2018
FECHA DE REALIZACIÓN: ______________________
NOMBRE DEL ALUMNO (A)_____________________________________________GRUPO____
TOTAL DE REACTIVOS 60 ACIERTOS____________CALIFICACIÒN _______________
BLOQUE I
PROYECTO 1 Artículos para una revista.
INSTRUCCIONES: Lee las siguientes cuestiones y contesta correctamente en tu hoja de respuestas.
- ¿Cuál de los siguientes elementos permite ampliar la búsqueda de información?
- El título. b) El glosario c) El número de páginas d) La referencia bibliográfica
- ¿Cuál de las siguientes opciones corresponde a un resumen?
- Breve redacción que recoja las ideas principales en un texto.
- Redacción del contenido de un texto con tus propias palabras.
- Ideas tomadas de una redacción previamente elaborada.
- Ideas tomadas al azar para identificar el contenido.
- ¿Qué elemento le hace falta a la siguiente ficha bibliográfica?
Kahler, Erick. ¿Qué es la historia?
5ª ed., México, 1997, pág. 291-293.
- Subtítulo. b) Editorial c) Año de publicación d)Lugar de publicación
- Localiza el concepto de revista temática.
- Es un texto literario.
- Es un texto que un autor se invento para dar a conocer un tema.
- Es un texto que llama la atención por su laboriosidad.
- Es publicidad con una periodicidad, por lo general semanal, quincenal o mensual.
- Recuerdas cuál es la función de la revista periodística:
- Es ofrecer al lector información relevante y actualizada sobre un tema específico con la finalidad de que se forme una opinión al respecto.
- Es ofrece al lector información que no conoce.
- Es llamar la atención para vender la revista.
- Es socializar un tema desconocido.
PROYECTO 2 Cuentos latinoamericanos
INSTRUCCIONES: Lee el cuento latinoamericano de Vicente Leñero para realizar un análisis y contestar las preguntas correspondientes.
“¿Qué me van hacer, papá?” Vicente Leñero
―Pícale, García… pícale. El automóvil iba por la avenida Insurgentes y al llegar al monumento a Cuauhtémoc dobló hacia Reforma. Las llantas rechinaron y el “Güero” se golpeó contra la ventanilla izquierda. García estaba pálido. Un mechón de pelo ―el mechón de siempre― le caía sobre la frente. Se mordía los labios y apretaba con fuerza el volante.
Felipe volvió a decir:
―¡pícale… pícale!
Felipe era el mayor de los cuatro: acababa de cumplir veintitrés años.
―¿Nos siguen? ― preguntó García.
―¡Qué nos van a seguir!…
En la glorieta de la Independencia volvieron a rechinar las llantas; en la Diana Cazadora alcanzaron la preventiva y nadie volvió a hablar hasta que llegaron a la fuente de Petróleos. García había disminuido la velocidad. Felipe se echó a reír. A sus amigos no les gustaba cómo se reía, pero nunca le decían nada.
Iban más despacio cuando Felipe ordenó: ―Pícale, García…pícale.
El “Güero” dijo: ―Está bueno el carrito.
―Todavía no cantes victoria, Felipe…
―¿A poco todavía tienes miedo, tú? El “Güero” siempre había tenido miedo.
―Eres un marica, “Güero”…Mi primo arregla el número de motor, las placas, la pintura; no lo reconocería ni el dueño.
Las llantas seguían rechinando en cada curva.
―Pásatelo…
―Es una curva muy cerrada —dijo el “Güero”.
―Pícale, García, que ya quiero llegar…
Adelante de Lerma, una recta se extendía como una regla de acero.
―¡Cuidado!
Felipe recordaría siempre aquel camión de redilas con su letrerillo abajo: “Me río de la muerte”. Recordaría la carretera girando sobre su cabeza y los árboles cayendo del cielo en un aguacero verde. Recordaría la sangre del “Güero” sobre el asiento de atrás y los ojos saltados de Manuel. Recordaría el último gesto de García: sus manos apretadas para siempre sobre el volante; su mechón de pelo —el mechón de siempre—, sobre las arrugas ensangrentadas de su cara. El cuerpo del “Güero”, horizontal, cruzó delante de él. Luego el de Manuel y el de García. Felipe tenía vendada la pierna y desde su ventana miraba pasar los automóviles. Se apretó los ojos con las yemas de los dedos y se mordió los labios. Alguien había encendido el radio y una canción romántica llegaba hasta sus ojos. Oyó cuando la puerta se abría y las pisadas inconfundibles de su padre le subieron por la frente.
―¿Estás listo?
―Sí, papá.
―OK.
Hacía mucho que no le decía a su padre “papá”.
―¿Qué me van a hacer, papá?
La pregunta le devolvía su infancia. Era la misma pregunta de hace diez años cuando su padre lo llevó a la casa del vecino para que dijera por qué había descalabrado a aquel niño. Pero ahora su voz era gruesa.
—Nada. Su padre volvía a mentir.
―Dime qué me van a hacer, papá…
―Va a costar mucho dinero pero no te van a hacer nada, Felipe.
―¿Nada?
―Nada, hijo… todo se arreglará. Fue un accidente. Era lo mismo de hace diez años. “Fue un accidente; no tiró la piedra con intención de descalabrar a su hijo…”
―Pero qué me van a hacer ellos, papá.
―¿Ellos?…Nada, hijo.
―¿Qué me van a hacer el “Güero” y García y Manuel…? ¿Qué me van a hacer su sangre, sus huesos rotos, saltados. Cómo les devolveré lo que ellos tenían: su timidez a Manuel, su miedo al “Güero”, su cariño a García; cómo podré volver a llenarlos a ellos, papá; volverlos a ver platicando y preguntando y dudando… ¿Tú me vas a ayudar a eso también?… ¿Tú dinero puede recuperarlos? ¿Tu dinero puede hacer que todo esto sea un sueño?… Dímelo, dime que sí, que todo lo puedes, que no hay ninguna dificultad. Cúmpleme este capricho, papá. Éste no es como los otros que me has cumplido siempre. Haz que todo sea mentira. Hazlo, papá. Hazlo ahora mismo. Felipe sintió la mano de su padre sobre el hombro: le temblaba. Su padre también era un chiquillo que no podía hacer nada.
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