Brevísimo comentario sobre la prosa de Raymond Carver
Enviado por Alejandro Santos Gomez • 26 de Febrero de 2018 • Ensayo • 1.008 Palabras (5 Páginas) • 91 Visitas
Alejandro Santos Gómez
Juan Esteban Villegas Restrepo
Seminario de investigación literaria
Universidad Pontificia Bolivariana
Semestre I, 2018
Brevísimo comentario sobre la prosa de Raymond Carver
[…] Y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
solo que el silencio no existe
[…] si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
Alejandra Pizarnik
Tener en nuestras manos un cuento de Carver es una dádiva al silencio: bien podría ser que al leerlo creamos, con Mutis, que ha llegado la hora de callar; de sumergirnos en el pozo oriolano que aclara el labio de los que han mentido. Pero habremos de participar, sin solución de continuidad, en la cruenta paradoja que obliga al hombre a nombrar el agua y las piedras. Por ello es una ofrenda vana a un dios que solo existe en nuestras pobres palabras, usadas hasta el punto de no poder, siquiera, orar con ellas. Acaso sea esa la definición correcta para empezar a hablar acerca de ¿Qué te parece esto?, un texto de Raymond Carver que nos brinda pan cuando dice hambre y agua si dice sed.
Emily y Harry viajan por carretera al noroeste de Washington, cerca de la frontera con Canadá, para llegar, en medio del bosque, a una casa deshabitada que pertenecía a los padres de Emily. Allí afrontarán la decisión de mudarse al campo o seguir con sus vidas en la ciudad de Nueva York. Una historia simple, como aparentan serlo todas en el libro ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1976), dentro de la cual se encuentra una urdimbre de hilos sensibles que apenas sugiere al lector la naturaleza orgánica del tejido. Con la narrativa de Carver se llega al cenit de lo que en otro tiempo Hemingway llamaría teoría del iceberg (o teoría de la omisión); una poética cuyo objetivo consiste, básicamente, en narrar el fruto incipiente de una semilla recién plantada en tierra fértil. Citando a Hemingway: “Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendrá de estas cosas una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado” (322). ¿Cómo se construye entonces el sentimiento inefable que palpita en el cuento si la frustración de la pareja nunca se describe directamente? Pues por medio de indicios.
Harry parece estar atravesando una crisis vocacional, lo cual determina su impulso por abandonar la metrópolis y dirigirse al campo, no sin cierto dejo romántico que será derrumbado luego ante el encuentro con la realidad:
Tenía treinta y un años, y en cierto modo era escritor, aunque también era actor y músico […] y estaba escribiendo su primera novela. Había empezado a escribirla cuando vivía en Nueva York. Una desapacible tarde de domingo, el pasado marzo, había vuelto a hablar de un cambio, de vivir una vida más digna en el campo, y ella, al principio bromeando, había mencionado la casa deshabitada de su padre, al noroeste de Washington. (160)
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