Comentario cien años de soledad

Comentario Cien Años de Soledad

Ciclo I

Fragmento pág. 81, capitulo 4 “Remedios se aproximó (…) le recordaba a Remedios”

“Remedios se aproximó e hizo sobre el pescadito algunas preguntas, que Aureliano no pudo contestar porque se lo impedía un asma repentina. Quería quedarse para siempre, junto a ese cutis de lirio, junto a esos ojos de esmeralda, muy cerca de esa voz que a cada pregunta le decía señor con el mismo respeto con que se lo decía a su padre. Melquíades estaba en el rincón, sentado al escritorio, garabateando signos indescifrables. Aureliano lo odió. No pudo hacer nada, salvo decirle a Remedios que le iba a regalar el pescadito, y la niña se asustó tanto con el ofrecimiento que abandonó a toda prisa el taller. Aquella tarde perdió Aureliano la recóndita paciencia con que había esperado la ocasión de verla, Descuidó el trabajo. La llamó muchas veces, en desesperados esfuerzos de concentración, pero Remedios no respondió. La buscó en el taller de sus hermanas, en los visillos de su casa, en la oficina de su padre, pero solamente la encontró en la imagen que saturaba su propia y terrible soledad. Pasaba horas enteras con Rebeca en la sala de visita escuchando los valses de la pianola. Ella los escuchaba porque era la música con que Pietro Crespi la había enseñado a bailar. Aureliano los escuchaba simplemente porque todo, hasta la música, le recordaba a Remedios”

Cien años de Soledad es una novela escrita por Gabriel García Márquez. Esta trata varios temas como el incesto, la guerra, y tiene elementos fantásticos y es una de las obras más importantes de literatura en Latinoamérica. En este texto, nos enfocaremos en un pequeño extracto de la obra que hace parte del primer ciclo en el capitulo cuatro.

En el capítulo cuatro la casa ha terminado de ser remodelada con las nuevas expansiones que Úrsula mandó a hacer, y se está estrenando con una fiesta. Amparo Moscote, hija de Apolinar Moscote, el corregidor enviado por el gobierno a Macondo, se vuelve muy amiga de Rebeca Buendía. Aureliano, provechando esta amistad no puede parar de pensar en Remedios Moscote que en el momento tiene 9 años y de la cual se siente muy atraído. En el extracto de este capítulo nos cuentan que un día Remedios va a la casa de los Buendía con su hermana Rebeca. Aureliano toma la oportunidad para hablar con ella y le regala un pescadito de oro. La niña, un poco asustada por el regalo se va y Aureliano desesperado la busca. Remedios no vuelve a la casa de los Buendía, lo cual deja a su enamorado completamente solo, oyendo los valses de la pianola que le recuerdan a ella y desesperado por volver a verla.

En este fragmento de la obra podemos encontrar varias figuras literarias. Primero, durante esos cortos minutos que estuvieron juntos, Aureliano no podía casi ni hablar por un “asma repentina”, metáfora que puede ser interpretada como una manera de decir que esta sin palabras y completamente asombrado por esta niña o como una manera de hacer referencia al amor como una enfermedad.  También podemos encontrar más de estas figuras como “cutis de lirio (…) ojos de esmeralda” usados para describir su apariencia, es decir su piel perfecta y sus ojos verdes.  También nos percatamos del campo léxico de la desesperación “recóndita paciencia; descuidó; desesperados esfuerzos” usado para explicar lo que siente Aureliano al no volver a ver a Remedios después de que esta se fuera de su casa y no volviera. Además de esto, podemos ver una gran referencia a la soledad. Aureliano se siente completamente abandonado por parte de Remedios, aunque esta no sea suya, se siente rechazado de una manera que nunca había conocido pero que tampoco puede entender.

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