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Corrientes Literarias Manierismo y del Barroco


Enviado por   •  15 de Julio de 2019  •  Informe  •  1.766 Palabras (8 Páginas)  •  365 Visitas

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El siguiente trabajo consistirá en el análisis de las épocas literarias Manierismo y del Barroco; tomando como punto de referencias las obras de Luis de Góngora (Soledad Segunda) y Sor Juana Inés de la Cruz (Primero Sueño).  Primeramente se comenzará con una contextualización del tema, diferenciando al Manierismo del Barroco y luego se analizarán algunas de las principales características de estas dos corrientes a partir de fragmentos tomados de los poemas seleccionados.

El manierismo es el nombre que se da al estilo artístico que se inicia en Italia en la tercera década del siglo XVI. Es el momento en que se pierde lo más propio del clasicismo y la belleza clásica: proporciones, armonía, serenidad, equilibrio.

El concepto de manierismo se aplicó en el campo de la literatura para designar un estilo que se produce en Europa en un periodo de transición del Renacimiento al Barroco.

El manierismo supondría la reacción frente a lo clásico, las fronteras entre Manierismo y Barroco no son bien definidas e incluso podían coexistir ambas tendencias en un mismo autor.

La palabra manierismo se designaba a los periodos de decadencia de todos los estilos, era como un sinónimo de imitar formas sin originalidad.

 Como lo plantea Hauser (1993), este apareció tan tarde en el primer plano de la investigación histórico-artística, que el juicio peyorativo que está en el fondo de este concepto, todavía se sigue sintiendo muchas veces como decisivo y dificulta la comprensión de este estilo como una categoría puramente histórica, que no lleve implícito un juicio de valor.

Hauser (1969), afirma en su obra “Manierismo y Barroco en la historia literatura” que “se hace necesario luchar con una cierta resistencia interior antes de atreverse a designar como “manierista” a los grandes artistas y poetas de este periodo”.

Este estilo pre-barroco exagera las formas renacentistas sin abandonar los temas de esa época. Se desarrolla esencialmente en ambiente de las cortes europeas.

El escritor manierista utiliza una asombrosa riqueza verbal. Su afán es romper con la armonía del arte clásico. Surge la necesidad de este artista de romper con la sencillez, este no cree en la aparente armonía y orden clásico.

Aquí observamos claramente la composición del poema en lo que refiere a su lenguaje y estructuración, es decir que por medio de un lenguaje rebuscado, difícil de entender, complejo en palabras está demostrado características propias del Manierismo.

 Esto lo podemos evidenciar en la obra “Soledades” (Segundas Soledades) de Luis de Góngora;

“…Regiones pide ajenas,

o clima propio, planta mía perdida,

tuya será mi vida…” (vv.130-132)

Se observa como Góngora, rompe con la sencillez del arte clásico, resaltando a través de objetos de la naturaleza “clima y planta” para demostrar su estado anímico con respecto a la vida y a su amada. Transfigurando la realidad que percibimos a través de los sentidos, por una realidad creada por el yo lírico.

Góngora es un poeta sensual como lo plantea Octavio Paz en su obra “Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe.”. A diferencia de Sor Juana (poeta del Barroco), este es un poeta sensual, sobresale en la descripción de todos los elementos y no utiliza tanto las metáforas más pesadas como Juana. El lenguaje de Góngora más que intelectual es estético

Los clasicistas del siglo XVII unen con el concepto de “maniera” la idea de un ejercicio artístico rebuscado en “clichés”, reducible a una serie de fórmulas; estos fueron los primeros en comprobar la censura que el Manierismo significa en la evolución y se dan cuenta del alejamiento que respecto del Clasicismo se hace sensible en el arte después de 1520.

De esta manera los modelos clásicos se vieron distorsionados, estando condicionados; no por la falta de espíritu, sino por el espíritu nuevo de los Manieristas  completamente ajeno al clasicismo.

El afán estilístico de los Manieristas se dirige sobre todo a romper con la sencilla regularidad y armonía del arte clásico y a sustituir su normalidad supra personal por rasgos más sugestivos y subjetivos.

¿Qué lleva a abandonar el arte clásico?

 Para Hauser (1993), la profundización e interiorización de la experiencia religiosa, la visión de un nuevo universo vital espiritual junto con el intelectualismo excesivo consiente de la realidad y deformándola muchas veces perdiéndose en juegos con lo bizarro y con una difícil comprensión. Todo esto junto con la madurez basada en un refinamiento preciosista que todo lo traduce a lo elegante y sutil  lleva a abandonar la forma clásica.

Como  este afirma el Manierismo es la primera orientación estilística moderna, la primera que está ligada a un problema cultural y que estima que la relación entre la tradición y la innovación es tema que ha de resolverse por medio de la inteligencia. La tradición no es más que una defensa  contra la novedad demasiado impetuosa, sentida como un principio de vida  pero a la vez de destrucción.

Los dos estilos postclásicos surgen casi contemporáneamente en la crisis espiritual de los primeros decenios del siglo.

La Iglesia Católica estaba frente al protestantismo en una profunda crisis. La Iglesia tardó en reaccionar y lo hizo con el Concilio de Trento, y llegó una renovación (creación de órdenes religiosas, conquistas de territorios perdidos).

Es en este contexto, surge un nuevo arte adecuado a la renovación religiosa; por lo cual plantea Hausser que no es posible conocer el manierismo si no se logra entender que su imitación de los modelos clásicos es una huida del caos inminente, y que la agudización subjetiva de sus formas expresa el temor a que la forma pueda fallar ante la vida y apagar el arte en una belleza sin alma.

El Manierismo es el estilo artístico de un extracto cultural esencialmente internacional y de espíritu aristocrático; el Barroco en cambio es de una dirección espiritual más popular, más afectiva, más matizada nacionalmente. El Barroco maduro triunfa sobre el más refinado y exclusivo Manierismo.

Hacia fines del siglo XVI aparece en la historia del arte italiano un cambio sorprendente. El manierismo frío, complicado e intelectualista dirigido por la aristocracia y dirigido especialmente a esta cede paso a un estilo sensual, sentimental, accesible a la comprensión de todos: el Barroco.

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