EL CABALLERO DE LA ARMADURA BLANCA

El caballero de la armadura blanca

Por Leonardo David Garro

        Comenzaba el tiempo de los torneos en aquel reino. El monarca había convocado a los más prestigiosos de sus súbditos, todos ellos nobles como era la norma, cuyas hazañas eran cantadas en todas las aldeas por los juglares. Empezaban a llegar personas de distintos lugares a la ciudad,  un sitio magnífico que poseía una fortaleza central rodeada de muros y con montañas  que semejaban murallas originales proporcionadas directamente por la naturaleza. Muy cerca, había una zona de valles alrededor de un caudaloso río que proveía de agua a toda esa región. Debido al riego natural de sus bordes, crecía numerosa vegetación con todo tipo de árboles, así como vegetales y frutos que alimentaban a los habitantes del lugar.

        Los lugares de alojamiento se llenaron de personas deseosas de ver competir a los campeones que los representaban. Se veían llegar delegaciones de las diferentes familias participantes  con sus escudos enarbolados, y sus guardianes a caballo, con sus uniformes impecables.

       Debido a este importante evento, había mucho trabajo para la gente del lugar, los herreros en la forjación de armas (espadas, lanzas, hachas, escudos);  los que cuidaban y alimentaban los caballos; en las tabernas había muchas ganancias alimentando y dando de beber a todos los visitantes.

       Finalmente el día llegó. Los competidores se presentaron ante el Rey y la reina, y todo su séquito, los que se hallaban vestidos con sus mejores ropajes en el lugar elegido para el torneo que era un gran recinto prolijamente arreglado, que poseía todo lo necesario para llevarlo a cabo. Detrás de su alteza y en todos los alrededores se observaban guardias fuertemente armados, para que nada se saliera de control.

       Muy cerca de los monarcas estaban sentados los señores de las distintas casas del reino, marqueses, condes, príncipes, todos ellos fuertemente custodiados y atractivamente vestidos. Los campeones comenzaron el desfile delante de sus señores, y tomaron el pañuelo de las damas representantes de las casas nobles, a las cuales ellos defenderían simbólicamente en cada duelo.

      Extrañamente cuando llegó el turno de la casa del Conde Humanatier, nadie se acercó; el caballero no se presentó y ninguno sabía que había pasado; todos se quedaron sorprendidos por lo acontecido; se hizo un gran silencio. Se conocía que esta familia estaba pasando por muchas aflicciones, tristezas y amarguras. Aparentemente nadie quería involucrarse y pelear por ellos. Es así que pasó el tiempo estipulado de presentación, y cuando parecía que la doncella no iba a tener representante, a todo galope, apareció un caballero de blanca armadura;  presentó sus respetos al conde y su dama; entregó sus papeles demostrando que era de linaje noble y cumplía los requisitos para competir. Les contó sus muchas hazañas; él había derrotado al caballero Serpenter Antique, uno de los más temidos y que más daños había hecho en todos los reinos del mundo. También había vencido al caballero Deserter Black, el que había hecho caer a miles de competidores haciéndoles trampas; y les prometió que no iba a perder ningún duelo, ni de este torneo ni de ningún otro que compitiera. Que él sería el campeón de los campeones hasta el fin de los tiempos.

...