EL CAPITÁN QUE NUNCA CAMINARÁ SOLO

EL CAPITÁN QUE NUNCA CAMINARÁ SOLO…

La ciudad de Liverpool no es famosa por su belleza ni por ser una ciudad llena de glamour que embellece sitios como Londres o Manchester.  A través de la historia, sin embargo, su clase obrera ha producido hitos icónicos, tanto personas como lugares, que le han dado vida al mundo desde el siglo XX; el puerto, hogar del Titanic; ‘The Cavern Club’, el trampolín para The Beatles, quienes nacieron y crecieron junto a Penny Lane; o el pasional Anfield Road, cercano al distrito de Everton, que lleva al recinto sagrado de los Reds, el cual heredaron de sus hermanos Toffees. Es ahí en donde semana a semana, un ‘scouser’ (como se llama a los oriundos de Liverpool) de cantera buscó el sueño de romper una racha de más de 25 años sin ser monarcas de la isla británica, y que es tan parte del panorama de Merseyside como el cuarteto de Liverpool o el trágico hundimiento del buque que comandaba Edward Smith: Steven Gerrard.

Steven resume una historia de dos caras: el amor por la playera y el deseo de ganar trofeos y convertirse en un histórico de los libros del fútbol. ¿Y si Gerrard hubiera jugado en Chelsea? ¿En Real Madrid? ¿En Bayern Munich? ¿Cuántas Champions, Ligas, Copas, Mundiales de clubes tendría? Seguramente tendría un palmarés mucho más extenso, pero no habría jugado toda su “carrera europea” para el club de su corazón. Gerrard pertenece a los Totti, Di Natale o Ryan Giggs. Pertenece a esa lista de grandiosos futbolistas a la que el número de trofeos en su vitrina no corresponde al número de historias, memorias y grandezas que le ha dado al fútbol.

El 2015 marcó el principio del fin de una época que será recordada para los aficionados al Liverpool, como una en donde el club nunca le pudo corresponder con la misma moneda a un elemento que cimentó, pulió y estableció su lugar como una de las máximas leyendas del fútbol inglés, quizá incluso el mejor jugador en nunca ganar la Premier League. ¿Cómo quedará en los libros de historia de Liverpool? Para un club de su estatura, Gerrard no tuvo la suerte de estar en una época dentro de la institución que avale su candidatura como el mejor de todos los tiempos en su club, estando la gran mayoría de la veces rodeado de plantillas que se desempeñaban por debajo de la calidad del capitán. Le faltó su Bob Paisley, alguien que creara y gestionara una plantilla ganadora… como quizá ahora lo sea Jürgen Klopp, pero gracias a su primo, Jon-Paul Gilhooley, Steven Gerrard siempre podrá decir que nunca caminará solo.

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