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EL MONOLINGUISMO


Enviado por   •  28 de Octubre de 2019  •  Ensayo  •  1.451 Palabras (6 Páginas)  •  197 Visitas

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"EL MONOLINGUISMO"

Imagina a alguien que capture el francés. Lo que llamamos francés. Y que el francés lo capture. Y que el residente francés por añadidura, fuera por lo tanto un Monsieur, como suele decirse en la cultura francesa. Entonces, supongamos que un día este individuo perteneciente a esta cultura, viniera a decirte, en buen francés por así decirlo “je n'ai plus qu'une langue, que ce n'est pas la mienne” y también: je suis monolingüe. Mi monolingüismo yace en mí y lo llamo mi morada; lo siento como uno, yo pertenezco a él y habito en él. Me atrevo a decir que el me habita. El monolingüismo en el que respiro es para mí el elemento más puro. No un elemento natural, no una trasparencia efímera, sino un medio condescendiente. Imparable, evidente. No puedo rehusarme más que a testiguar su omnipresencia sobre mí, me pregunto si me habrá precedido desde siempre, este soy yo. Ese monolingüismo al que me refería soy yo. pero eso no quiere decir, pero sobre todo no quiere decir -aunque no lo creas- que soy una figura alegórica de este animal o esta veracidad monolingüística. Fuera de él no sería yo mismo. Me instruye, me guía hasta el espíritu de todo, me destina, una soledad eremita, como si estuviera comprometido con un sufragio previo al que yo aprendiese hablar. Ese solipsismo inagotable soy yo, antes que yo. In situ.

Ahora bien, si esta lengua es la que estoy condenado a hablar en tanto me sea posible hablar, en la vida y en la muerte, lo vez esta lengua nunca será mía. Ahora con certeza sé que nunca lo fue.

Adviertes de golpe la raíz de mis sufrimientos porque esta lengua traspasa de lado a lado el lugar de mi delirio, mi afán y mi suplica la naturaleza de mis esperanzas. Pero hago mal, hago mal al hablar de esta osadía. Puesto que no es al borde del francés, exclusivamente, ni dentro de él, ni fuera de él, sino sobre la línea intangible de su ribera, donde, desde siempre ha permanecido, me pregunto si puede amar, gozar, rezar o si alguna vez a sentido desconsuelo al reventar a otra lengua sin decir nada de lo hecho a nadie, sin siquiera inmutarse. Pero ante todo y por añadidura he aquí el doble filo de un arma que quería someterse casi sin decir ni una palabra, sufro o gozo con esto que te digo en lo que llamamos nuestra lengua común:

“si no tengo mas que una lengua: ahora bien no es la mía”

-solo parloteas, ya que tu discurso no se sostiene. Siempre será incoherente “inconsistent” se diría en inglés. Aparentemente inconsciente, en todo caso pueril en su elocuencia fenoménica, por que su retorica hace lo imposible con el sentido. Tu frase no tiene lógica, no tiene sentido común, puedes ver como se desarma por si misma ¿Cómo podría tener uno, una lengua que no fuera la suya? Y sobre todo si se busca, como tu insistes, que no se tiene mas que una, una sola, totalmente sola. Formulas una especie de testimonio suntuoso traído de los pelos de una contradicción lógica. Peor, dictaminaría el sabio ante un caso tan grave y que se da asi mismo por irremediable. Tu frase se suprime de sí misma en una contradicción lógica a la que se suma una contradicción pragmática o performativa. Es un caso exasperado. En efecto el gesto performativo de la enunciación vendría a probar en hecho lo contrario de lo que pretende confesar a saber una cierta verdad “nunca lo fue [mía], en verdad” te atreverías a decir. Quien balbucea el individuo de la enunciación, tu, por supuesto, el individuo de la lengua francesa: lo observamos hacer lo opuesto de lo que dice. Es como si engañaras, y en el mismo aliento confesaras el engaño. Un engaño increíble, en consecuencia destruye el crédito de tu retórica. El engaño queda desmedido por el acto de lenguaje. Prueba así el habito contrario de lo que tu alegato pretende afirmar, comprobar, acreditar. Nunca se daría una conclusión a tu absurdo.

-¡ah, bien! Pero entonces ¿ porque no se terminaría de hacerlo? ¿Por qué insistes? Tu mismo pareces no lograr convencerte y duplicas tu objeción, siempre la misma y concluyes en la redundancia.

-desde el momento que mencionaras que ella, la lengua francesa- la que hablas aquí mismo y que hace incomprensibles nuestras palabras poco mas o menos (por otro lado ¿a quien

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