El día que cambio mi vida

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El día que cambio mi vida.

Aún recuerdo el día antes del nacimiento de mi hijo, era un miércoles en la mañana cuando yo partia de mi casa hacia el trabajo el cielo estaba algo nublado y hacia un poco de frio. Con mi voz un poco suave me despido de mi esposa y le doy un beso en sus suaves y lindos labios, ella me despide con intriga al saber que se acerca el día de traer a este mundo a otro ser maravilloso.

Al paso de las horas de haber iniciado mis tareas en mi trabajo, escucho sonar mi teléfono. Grande es mi sorpresa al contestar y escuchar a mi esposa decirme con una voz un poco quebrada —“Ya no aguanto los dolores en mi vientre, creo que ya es hora” al escuchar yo esas palabras le contesto —“no temas todo estará bien”. Me apresuro a avisar a mi encargado que tendré que retirarme de mis labores; le explico mi caso y me apresuro a llegar a mi casa. Al llegar el encuentro sufriendo a causas de los dolores causados por las contracciones que le causan el embarazo. Nos apuramos a tomar lo mas indispensable para dirigirnos al hospital e ingresarla de la manera más rápida para que todo salga lo mejor posible y “valla” ahora tenemos un problema. Al ingresarla al hospital los doctores me comentan que aún no es tiempo de que nazca el BB, que la dilatación que se necesita para que ella pueda dar a luz aun no es la correcta, entonces yo pregunto — “¿que se necesita para que pueda dar a luz?” el doctor solo responde —“es fácil solo caminen hasta que los dolores sean más repetitivos de cada vez”, después de eso nos dirigimos a un parque que estaba a unos metros del hospital. Y ahí estuvimos dando vueltas alrededor del parque esperando la hora indicada.

Al paso de las horas mi esposa me dice —“ya no puedo más estoy exhausta” con los dolores cada vez más repetitivos de mi esposa nos dirigimos a la entrada donde se dan cuenta que ahora si es el momento de ingresarla al interior del hospital para posteriormente prepararla para el parto. Al ser un hospital de carácter publico yo no puede estar con ella al interior de él. Ahora me toca esperar que los doctores hagan su parte, con un poco de intriga y mirando fijamente la pantalla donde se informaban el avance de lo ocurrido al interior del hospital espero por mas de 3 horas la resolución de mi caso. Cuando de repente escucho la voz de la enfermera que grita —“familiar de la señorita Mariana Espinoza pase a ver a su hijo” en ese momento me levanto del asiento en el que yo estaba, y con ganas de correr hacia mi esposa, (por la emoción que llevo por dentro) llego y lo primero que miro es a él, mi hijo, con su carita hermosa y perfecta, no dudo en quererlo abrazar y darle un beso que sepa que soy su papa y que estaré ahí siempre para cuidarlo y protegerlo siempre que lo necesite.

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