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Ensayo "La divina comedia-Dante Alighieri".


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2016  •  Ensayo  •  1.801 Palabras (8 Páginas)  •  538 Visitas

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ESPERANZA, ¿VIRTUD O CASTIGO?

ENSAYO

ANA JACKELINE SÁNCHEZ ARÉVALO

DOCENTE

MARÍA XIMENA MALAGÓN HERRERA

GRADO: 1101     CODIGO: 16

COLEGIO DE LA PRESENTACIÓN

ESPAÑOL Y LITERATURA

ZIPAQUIRÁ, MAYO 2015

ESPERANZA, ¿VIRTUD O CASTIGO?

“Así podre cantar aquel reino donde se purifica el espíritu humano y,

 Haciéndose mejor, puede aspirar a la gloria de Dios”

Dante Alighieri

Dante Alighieri, escritor italiano, presenta el purgatorio como el lugar de redención, es el “chance” que tienen aquellas almas para ser perdonadas y alcanzar el paraíso. Las almas saben lo que el purgatorio significa y al estar allí desean tener la oportunidad de salir de ahí, esperan con ansias el momento en que les sean perdonadas sus culpas; es tanto así, que la esperanza de que esto suceda los impulsa a obedecer cada castigo propuesto, pero, ¿Qué sucede cuando esta esperanza parece no ser suficiente?, ¿Cuándo el tiempo va en contra de probabilidades de indulgencia? La esperanza se transforma en el demonio más cruel del purgatorio

Es necesario antes de dar inicio, aclarar el término esperanza “La esperanza es el estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos, en la doctrina cristiana es una virtud teologal por la que se espera que Dios de los bienes que se ha prometido[1]”, puesto que se tendrán en cuenta estas dos perspectivas para justificar a la esperanza como virtud religiosa o como virtud mundana.

Teniendo esto claro, se comenzará estableciendo que la esperanza crea una idea de salvación, puesto que sin la esperanza el alma se reduciría a aceptar el infierno como destino por sus acciones pasadas. La esperanza origina un sueño, un ideal de poder pertenecer al paraíso, y el alma, cegada por la belleza del sueño se mantiene firme en su creencia, dispuesta a creer en su redención.

De esta manera, se idealiza el perdón tras realizar una acción determinada[2], el alma sostiene firmemente su creencia de que, si bien realiza una acción determinada obtendrá el paraíso, las almas llegan al purgatorio, a la base de la montaña sin saber cuáles serán los castigos, no tendrán conocimiento alguno de la condición existente para su salvación, solamente cuentan con que tras hacer o cumplir una obra serán bienvenidos inmediatamente en el paraíso.

Tomando como ejemplo de lo anterior, encontramos a Dante junto a Virgilio en su llegada al purgatorio, ambos desconociendo el camino y lo que se aproximaba, ven llegar a un ángel enviado por Dios, el cual trae consigo almas que buscan la redención[3], almas que al igual que los dos poetas son ignorantes a lo que se enfrentan, únicamente llevan consigo la esperanza de pasar de ese lugar. Estas almas demuestran su desconocimiento en el instante en que preguntan a los poetas la entrada al purgatorio, ya que así muestran como no saben una cosa mínima respecto al lugar al que se dirigen y por ende, desconocerán también los castigos que les sean proporcionados.

Partiendo de esto, es correcto decir que a mayor esperanza, mayor es la tristeza, el sentimiento de soledad y abandono que presenta el alma se hace mayor con el tiempo, es decir, al existir la esperanza, las almas se ilusionan con el paraíso y aseguran que estarán en el pronto, pero no consideran que el “pronto” se convierte en décadas, siglos y milenios, tras los cuales, si bien no pierden la esperanza, si pierden la fuerza “vital” con la que llegaban a enfrentar su errores, en estos casos la esperanza crea un sentimiento de soledad y desesperación con el tiempo.

Como ya se ha dicho antes, al no existir una respuesta inmediata, las almas reducen su entusiasmo[4], pero en el fondo de su ser aún mantienen la esperanza de avanzar, es por esto por lo cual, agotados y desolados siguen con sus castigos, actúan básicamente por inercia, corriendo, llorando, cargando rocas, sea cual sea el castigo se realiza automáticamente dejándose guiar única y llanamente por la esperanza de un lugar mejor.

Un ejemplo claro se puede encontrar en el primer aro del purgatorio, la soberbia, donde los condenados llevan cargas exageradamente pesadas sin pensar en nada más que su salvación[5], agotados y en acto de rutina, las almas no se detienen, siguen adelante puesto que saben que así serán redimidos, no tienen conocimiento de cuando sucederá esto, pero el simple hecho de saber que tarde o temprano alcanzaran el paraíso hace que la esperanza se mantenga firme, aun cuando su seguridad y confianza se desmoronan.

Tomando a la esperanza como virtud religiosa, se puede contemplar cómo un “bien” para los pecadores, puesto que evita su rendición, pero, ¿No es acaso, otro castigo?, no se pueden rendir, no pueden descansar, solamente pueden seguir y seguir martirizándose sin dudar nunca de las acciones. Las almas voluntariamente lo hacen, no existe ángel o demonio físico que las obligue a hacerlo; teniendo claro que la esperanza es el demonio espiritual que los maneja, en este punto las almas están dispuestas a cumplir cualquier castigo que se les condene.

Como ya se ha dicho antes, obran por inercia y no razonan su acciones con completo entendimiento, así como en vida el placer nubla la mente y obliga al humano a llegar y alcanzar el clímax de sus “paraíso” terrenal, tras la muerte la esperanza, virtud de una deidad,  invade su mente y lleva al alma según su antojo[6]. Por más virtud que pueda ser, se convierte en demonio ya que quita, elimina el libre albedrio del alma.

Esto se ve implícito en el libro en el séptimo aro, la lujuria; donde al llegar los poetas encuentran un ángel que les dice “No podéis avanzar, santas almas, sin pasar primero por el fuego”, Dante, Virgilio y Estacio obedecen al ángel, atraviesan el fuego, aun cuando sienten un gran temor de él[7], lo hacen creyendo en la promesa de la entrada al paraíso terrenal.

Con el mensaje entregado por el ángel es posible afirmar la presencia de Dios en el purgatorio, puesto que, el crea los castigos para alcanzar el perdón, es el de quien proviene la esperanza, cada promesa hecha por Dios aumenta esas “oportunidades” que creen tener las almas para poder redimirse, en resumen el alma se aferra a una promesa de su deidad y pierde de vista su esencia.

Se habla de la esencia, refiriéndose a aquello que en vida caracterizó a la persona, y que ahora, tras la muerte, también debe caracterizarla. El alma se entrega en totalidad a Dios, sin dudas ni remordimientos[8]. Es así como se demuestra  la supremacía y el control que el cielo ejerce en un alma, se adueña de todo, su fuerza, su mente, absolutamente todo es manejado por Dios, quien lo hace a través de la esperanza.

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