Golpe mortuorio.

Golpe mortuorio

Por Yuri Daniela Sánchez Suárez^[1]

El siglo XIX en donde surgió el romanticismo, uno de los movimientos culturales de la época, tuvo una ruptura por el realismo ya que prevalece el habla coloquial caracterizada por ser descarnado y de alguna manera cruel. Este cambio en la sociedad tuvo una gran conmoción en la época debido a que en la literatura  predominaba el género lirico y dramático y con el cambio se centraron en ser objetivos y dejar a un lado lo subjetivo, un ejemplo se presenta en los diálogos en los que el lenguaje de los personajes escenifica los estratos sociales reflejando los problemas de la sociedad incluyendo algunas veces la sátira, uno de estos problemas de la comunidad son la avaricia y la ambición de las personas en los que se evidencia el deseo intenso de poseer o adquirir algo.

En el realismo uno de los escritores más relevantes de este movimiento es Gustave Flaubert visto que, por medio de su novela Madame Bovary muestra la ambición y avaricia de una mujer que termina suicidándose porque nunca es satisfecha con lo que tiene y siempre desea más, al punto en el que comete adulterio a su esposo con otros hombres para satisfacer sus caprichos y son tantos estos, que además resulta acosada por deudas. Esta novela tuvo gran impacto en la sociedad en la época, ya que fue la primera que obtiene un cambio en la literatura y cultura que incluso acusaron a la editorial y al autor de ir contra la moralidad.

Un claro ejemplo de esta problemática es el deseo inherente de Madame Bovary de vivir en Paris.

Paris, más grande que el océano, espejeaba así a los ojos de Emma en una atmósfera bermeja. Pero la vida numerosa que se agitaba en aquel tumulto estaba dividida por partes, clasificada en cuadros distintos. Emma no veía más que dos o tres, que le ocultaban todos los demás y que representaban por sí solos la humanidad completa.(…)  Era una vida por encima de las demás vidas, entre cielo y tierra, en las tempestades, una cosa sublime (…) Todo la que la rodeaba en su inmediato contorno, campo aburrido, pequeños burgueses imbéciles, mediocridad de la existencia, le parecía una excepción en el mundo, un azar particular en el que ella se encontraba presa, mientras que más allá se extendía hasta perderse de vista el inmenso país de las felicidades y de las pasiones. En su deseo, confundía las sensualidades de lujo con los goces del corazón, la elegancia de las costumbres con las delicadezas del sentimiento (Flaubert, 2001).

Por otra parte, una anécdota que muestra esta problemática en la realidad fue cuando mi compañera de salón quería tener la mejor ropa de calidad y marca, en abundancia, para poder ser aceptada por un grupo de jóvenes, el cual se notaba que provenía de familias adineradas y era reconocido en la ciudad. Ella hizo lo imposible para conseguirlo, le pedía dinero a su mama, hacía rifas, vendía dulces, comida, e incluso en ocasionas pedía dinero prestado. Cuando logró obtener lo que quería, se dio cuenta que necesitaba más aun, porque debía estar actualizada junto con las tendencias de la moda así que siguió haciendo lo imposible para poder remodelar su closet. Así sucesivamente iba pasando los días, hasta que notó que debía dinero a muchos amigos que ya no eran amigos, no tenía con qué pagarles, así que le contó todo a su mamá para que la ayudara y así fue, pagó todo lo que debía, y los de alta sociedad se burlaron de ella, fue allí donde comprendió que no todo en la vida son los lujos, que se puede gozar con lo que tenemos en nuestro entorno.

También existen analogías en relación con la ambición y la avaricia, enfocándonos en la literatura y una de ella es la novela policiaca de John Verdon llamada Deja en paz al diablo, el cual trata de un grupo de policías que estaban investigando unos asesinatos que al parecer fueron hechos por la misma persona, en esta novela se encontró una carta con el cual descubrieron que el motivo de estos asesinatos era eliminar con las personas avarientas y decía:

1. Si el amor al dinero, que es codicia, es la raíz del mal, se deduce que el mayor bien se obtendrá con su erradicación.

2. Como la codicia no existe en el vacío, sino que existe en sus portadores humanos, se deduce que la forma de erradicar la codicia es erradicar a sus portadores.

3. El buen pastor selecciona al rebaño, separando la oveja enferma de la oveja sana, porque está bien detener la extensión de la infección. Está bien proteger a los buenos animales de los malos.

4. Aunque la paciencia es una virtud, no es pecado perder la paciencia con la codicia. No es pecado alzarse en armas contra los lobos que devoran a sus crías.

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